Francisco, al recibir al Tren de los Niños, se emociona hablando de un chaleco salvavidas
Al finalizar la audiencia general del pasado miércoles, unos socorristas emocionados regalaron al Papa un chaleco salvavidas que no pudo salvar la vida de una niña en el mar, durante un naufragio de refugiados.
Este sábado el mismo Francisco contó la historia a los niños del Tren de los Niños que una vez al año llega hasta el Vaticano.
Como cuenta Aciprensa, es una de las ocasiones en las que el Papa Francisco se muestra tal cual es y en las que expresa sus alegrías y preocupaciones. Un año más, el Tren de los Niños llegó hasta la estación del Vaticano con decenas de ellos que expresaron al Pontífice sus problemas y le preguntaron sobre algunos dramas de nuestros días, como el de la inmigración o los refugiados.
"Buenos días, Papa"
Son niños de la Asociación Juan XXIII y de la Orquesta infantil Quattrocanti de la ciudad italiana de Palermo en la que cantan niños de diferentes países y etnias, así como de una escuela de Vibo Marina que ha llevado a Francisco el dinero obtenido de una colecta para niños refugiados en la isla griega de Lesbos.
“Nosotros los niños prometemos que acogeremos a cualquiera que llegue a nuestra ciudad; no consideraremos nunca a ninguno que tenga un color de piel diferente, quien hable una lengua distinta o profese otra religión, como un enemigo peligroso”, dijeron los niños en una carta que entregaron al Papa y fue leída por el cardenal Gianfranco Ravasi.
“Buenos días Papa”, quiero pedirte que “reces por mi familia, que se ha ido al cielo”, y “por mis amigos”, también por aquellos que “se han ido ya al cielo”, que “han muerto en el agua”, le dijo al Pontífice Sayende, un chico de Nigeria al presentarse al Papa.
Otro de los niños se acercó a Francisco para entregarle un dibujo hecho por él mismo en el que están representados el sol, el mar y las olas que se mueven. Olas que “pueden hacer morir a la gente”, le explicó.
La historia del chaleco
En ese momento, Francisco mostró a los niños un chaleco salvavidas que en la pasada Audiencia General del miércoles le regaló un grupo de socorristas voluntarios que salvan a los inmigrantes de morir en las aguas en Lesbos.
“Me han traído este chaleco salvavidas y llorando un poco me han dicho: ‘Padre, no lo conseguimos. Había una niña, en las olas, pero no pudimos salvarla. Solamente quedó el chaleco’. Este chaleco es de esa niña. No quiero entristeceros, pero vosotros sois valientes y conocéis la verdad. Están en peligro: muchos chicos, niños, niñas, hombres, mujeres, están en peligro”.
“Pensemos en esta niña… ¿como se llamaba? No lo sé: una niña sin nombre. Cada uno de vosotros le puede dar el nombre que quiera, en su corazón. Ella está en el cielo, ella nos observa”, dijo Francisco emocionado.
Citando al filósofo Martin Heidegger
Al hablar sobre aquellos que no dejan entrar en un país a los inmigrantes, los niños afirmaron que “es una injusticia”. Un niño incluso afirmó que estas personas son “bestias” y el Papa, bromeando le dijo: “¡Pero tú has estudiado con Heidegger!”. Le invitó a acercarse a él y dijo: “No ha querido insultar, no ha hecho ningún insulto. Ha dicho que una persona que cierra el corazón no tiene un corazón humano, porque no deja pasar, tiene un corazón de animal, digamos, como una bestia, que no entiende”.
Francisco les habló entonces de “fraternidad, paz, compasión, bien, igualdad, acogida” y respondió a una niña que le preguntó qué significa para él ser Papa: hacer “el bien que puedo hacer”. “Pero siento que Jesús me ha llamado a esto. Jesús ha querido que yo fuese cristiano, y un cristiano debe hacer esto. Y también Jesús ha querido que yo fuese sacerdote, el obispo es un sacerdote y un obispo debe hacer esto. Yo siento que Jesús me dice que haga esto: esto es lo que siento”.
Este sábado el mismo Francisco contó la historia a los niños del Tren de los Niños que una vez al año llega hasta el Vaticano.
Como cuenta Aciprensa, es una de las ocasiones en las que el Papa Francisco se muestra tal cual es y en las que expresa sus alegrías y preocupaciones. Un año más, el Tren de los Niños llegó hasta la estación del Vaticano con decenas de ellos que expresaron al Pontífice sus problemas y le preguntaron sobre algunos dramas de nuestros días, como el de la inmigración o los refugiados.
"Buenos días, Papa"
Son niños de la Asociación Juan XXIII y de la Orquesta infantil Quattrocanti de la ciudad italiana de Palermo en la que cantan niños de diferentes países y etnias, así como de una escuela de Vibo Marina que ha llevado a Francisco el dinero obtenido de una colecta para niños refugiados en la isla griega de Lesbos.
“Nosotros los niños prometemos que acogeremos a cualquiera que llegue a nuestra ciudad; no consideraremos nunca a ninguno que tenga un color de piel diferente, quien hable una lengua distinta o profese otra religión, como un enemigo peligroso”, dijeron los niños en una carta que entregaron al Papa y fue leída por el cardenal Gianfranco Ravasi.
“Buenos días Papa”, quiero pedirte que “reces por mi familia, que se ha ido al cielo”, y “por mis amigos”, también por aquellos que “se han ido ya al cielo”, que “han muerto en el agua”, le dijo al Pontífice Sayende, un chico de Nigeria al presentarse al Papa.
Otro de los niños se acercó a Francisco para entregarle un dibujo hecho por él mismo en el que están representados el sol, el mar y las olas que se mueven. Olas que “pueden hacer morir a la gente”, le explicó.
La historia del chaleco
En ese momento, Francisco mostró a los niños un chaleco salvavidas que en la pasada Audiencia General del miércoles le regaló un grupo de socorristas voluntarios que salvan a los inmigrantes de morir en las aguas en Lesbos.
“Me han traído este chaleco salvavidas y llorando un poco me han dicho: ‘Padre, no lo conseguimos. Había una niña, en las olas, pero no pudimos salvarla. Solamente quedó el chaleco’. Este chaleco es de esa niña. No quiero entristeceros, pero vosotros sois valientes y conocéis la verdad. Están en peligro: muchos chicos, niños, niñas, hombres, mujeres, están en peligro”.
“Pensemos en esta niña… ¿como se llamaba? No lo sé: una niña sin nombre. Cada uno de vosotros le puede dar el nombre que quiera, en su corazón. Ella está en el cielo, ella nos observa”, dijo Francisco emocionado.
Citando al filósofo Martin Heidegger
Al hablar sobre aquellos que no dejan entrar en un país a los inmigrantes, los niños afirmaron que “es una injusticia”. Un niño incluso afirmó que estas personas son “bestias” y el Papa, bromeando le dijo: “¡Pero tú has estudiado con Heidegger!”. Le invitó a acercarse a él y dijo: “No ha querido insultar, no ha hecho ningún insulto. Ha dicho que una persona que cierra el corazón no tiene un corazón humano, porque no deja pasar, tiene un corazón de animal, digamos, como una bestia, que no entiende”.
Francisco les habló entonces de “fraternidad, paz, compasión, bien, igualdad, acogida” y respondió a una niña que le preguntó qué significa para él ser Papa: hacer “el bien que puedo hacer”. “Pero siento que Jesús me ha llamado a esto. Jesús ha querido que yo fuese cristiano, y un cristiano debe hacer esto. Y también Jesús ha querido que yo fuese sacerdote, el obispo es un sacerdote y un obispo debe hacer esto. Yo siento que Jesús me dice que haga esto: esto es lo que siento”.
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