Así fue la reunión del Papa y jesuitas en la JMJ: habló de nuevos pecados y atención a homosexuales
En prácticamente todos los viajes que ha realizado el Papa Francisco durante sus diez años de pontificado se ha reunido con otros miembros de la Compañía de Jesús, en encuentros que por lo general son privados, sin acceso de prensa.
No ha sido el caso de la última Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, durante la cual este tradicional encuentro tuvo lugar durante la tarde del 5 de agosto de 2023. Allí se dirigió a otros miembros de la Compañía en el Colégio de São João de Brito y respondió a todas las preguntas que le solicitaron. La reunión fue transcrita íntegramente por La Civiltà Cattolica.
Una de las cuestiones fue la del jesuita João, centrada sobre cómo lograr que personas que se identifican como homosexuales o transexuales "vean la castidad como una llamada personal al celibato" y a ser "parte activa" de la Iglesia.
"La llamada de la Iglesia debe dirigirse a todos"
Francisco recordó su mensaje reiterado durante aquella semana de agosto en Portugal, en el que afirmaba que "no hay discusión" en que "la llamada de la Iglesia" debe dirigirse "a todos".
"En otras palabras, abrir la puerta a todos, todos tienen lugar en la Iglesia. ¿Cómo va a vivir eso cada uno? Ayudémoslos a vivir de modo que ese lugar sea uno de madurez para ellos, para todo tipo de personas", respondió.
Más concretamente se refirió a un sacerdote conocido de Roma, que trabaja con jóvenes con tendencias homosexuales y afirmó que "hoy día el tema de la homosexualidad está muy alto, porque según las circunstancias históricas cambia". Lo que no me gusta, precisó, "es que esté la lupa puesta en ese `pecado de la carne´, como antes estaba puesta en el sexto mandamiento. Si explotabas a los obreros, o si mentías o si estafabas, eso no era importante, pero sí los pecados de debajo de la cintura, esos sí eran relevantes".
Aunque todos "están invitados", Francisco subrayó que la metodología pastoral debe ser "la que convenga a cada uno", mientras que debe ser también una invitación cargada de "sensibilidad y creatividad", y no una pastoral "para la cual no estén maduros".
El famoso "todos, todos, todos" se hizo patente en su siguiente anécdota, sobre una monja de 80 años a la que el Papa conoce de las audiencias, Geneviève. Explicó que la religiosa trabaja mucho con chicas que se definen transgénero, a las que un día pidió llevar a la audiencia de cada miércoles. "¿Por qué no?", respondió a la religiosa.
"Y siempre vienen grupos de chicas [que se dicen] trans. La primera vez que vinieron, lloraban. Les pregunté por qué. Una de ellas me dijo: `¡No pensé que el Papa me podía recibir!´. Después de la primera sorpresa ya se acostumbraron a venir. Alguna me escribe, y yo le contesto por mail. ¡Todos están invitados! Me di cuenta de que estas personas se sienten rechazadas, y eso es realmente duro", añadió Francisco.
No preocupa la sociedad sexualizada, sino cómo relacionarse con ella
En otro momento, otro religioso, Vasco, le interrogó en torno a la sociedad sexualizada y a cómo prevenir la formación jesuita en el nivel afectivo sexual.
En este punto, Francisco recordó que "una cosa es prepararse para dialogar con el mundo, pero otra es meterse en las cosas del mundo". Así, mientras que reiteró su preocupación por "cuando la mundanidad se mete en la vida consagrada", admitió que "hay que dialogar en el mundo".
"Porque ustedes no pueden ser religiosos hacia adentro, que sonríen hacia adentro, hablan hacia adentro, arman su ambiente hacia adentro y no convocan a nadie. Entonces, hay que salir a este mundo con los valores y antivalores que tiene", respondió. Del mismo modo, afirmó "no tener miedo" a "la sociedad sexualizada", sino a "cómo me relaciono con ella" y con los "criterios mundanos".
La pena de muerte o las bombas atómicas: "Hoy es pecado"
Otra de las preguntas más sonadas fueron sobre los cuestionamientos doctrinales desde algunos sectores, especialmente en Estados Unidos, que para Francisco suponen una "fuerte actitud reaccionaria" e "indietrista".
Yendo "a lo concreto", expresó que si bien "antes no era así", hoy "es pecado tener bombas atómicas o la pena de muerte", mientras que sucede lo mismo con la esclavitud: "Antes era pecado pero las cosas son hoy distintas".
Usó estos ejemplos y recurrió nuevamente a San Vicente de Lerins para afirmar que "[las verdades de la Iglesia] se consolidan con los años, se desarrollan con el tiempo y se profundizan con la edad".
"Siempre en ese camino, que va desde la raíz con esa savia que va subiendo, y por eso el cambio es necesario. Pero algunos se salen, van hacia atrás, son lo que yo llamo «indietristas». Es decir, cuando uno se va hacia atrás, forma algo cerrado, sin conexión con las raíces de la Iglesia, pierde la savia de la revelación", advirtió.
A lo largo del encuentro, respondió a otras cuestiones como sus sueños para la Iglesia del futuro -entre los que mencionó la "apertura", el "discernimiento"- los peligros para la misma, -"la mundanidad, el clericalismo y los laicos clericalizados"- o sus principales alegrías y lamentos, entre los que destacó respectivamente la preparación del Sínodo de la Sinodalidad y por otro, las guerras y el clericalismo.