Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Nada nuevo bajo el sol: Ajab y Zapatero


hemos de ser conscientes de lo que nos jugamos. Pongamos todas las trabas posibles al aborto. Defendamos la objeción de conciencia y luchemos para que nuestros niños y adolescentes tengan una sana, psicológica y moralmente, educación sexual.

por Pedro Trevijano

Opinión

En las Misas de hace unos días, se ha leído como primera lectura 1 Re, 21,1-29, es decir el crimen cometido por el rey de Israel Ajab, a instigación de su esposa Jezabel, contra su vecino Nabot, a fin de adueñarse de la viña de éste. Una de las cosas que más me ha llamado la atención, es que el crimen se realizó, podemos decirlo así, a la plena luz del día, gracias a unas cartas que Jezabel envió en nombre del rey, cartas que fueron vilmente obedecidas por los paisanos de Nabot, los ancianos y notables de la ciudad.
 
Desgraciadamente, cuando uno hace una transposición a la época actual, descubre la gran verdad de la frase nihil novum sub sole, nada nuevo bajo el sol, porque lo sucedido en aquella época, está sucediendo en nuestra España del 2010.
 
En efecto dentro de no ya muchos días, llegamos a ese cinco de Julio que va a suponer la entrada en vigor de la nueva Ley sobre el aborto, esa Ley que no ha podido menos de recordarme la historia del rey Ajab. Lo mismo que en aquella época, el gobernante Ajab no pudo por sí solo llevar a cabo su crimen, por lo que necesitó la colaboración de los notables de su época, también hoy el Jefe del Gobierno necesita para llevar a cabo esta Ley, de la ayuda de los notables de nuestra época, es decir del Parlamento y del Senado, habiendo una mayoría de diputados y senadores que han obedecido sumisamente a lo que se les mandaba, aunque para algunos fuese preciso tragarse sus convicciones morales y han votado a favor de lo que para la doctrina de la Iglesia Católica se trata indiscutiblemente de un «crimen nefando» (“Gaudium et Spes” nº 51), pues «todo lo que se opone a la vida, como el aborto, son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia, y son totalmente contrarios al honor debido al Creador»(GS nº 27).
 
En la Ley que va a entrar en vigor hay tres aspectos que me horrorizan: 1) el aborto en sí y que además queda como un derecho, pues ya en algunos casos ni siquiera es un delito despenalizable. Pretender como se nos ha dicho por parte de Zapatero y Bibiana que la Ley se hace para que ninguna mujer vaya a la cárcel por abortar, cosa que no ha sucedido en toda la democracia, nos indican el respeto a la verdad de esas personas. Claro que para Zapatero. «La idea de una ley natural por encima de las leyes que se dan los hombres es una reliquia ideológica frente a la realidad social y a lo que ha sido su evolución. Una idea respetable, pero que no deja de ser un vestigio del pasado».
 
2) La objeción de conciencia. Se trata indudablemente de un derecho humano y constitucional. Sólo se autoriza a «los profesionales sanitarios directamente implicados en la interrupción voluntaria del embarazo, que será articulado en un desarrollo futuro de la Ley». Incluso este derecho fundamental tan solo puede alegarse, según la Ley, por los directamente implicados, no por el personal secundario, pero ni siquiera los primeros se libran, porque el artículo 19 de la Ley dice: «Los profesionales sanitarios directamente implicados en la interrupción voluntaria del embarazo tendrán el derecho de ejercer la objeción de conciencia sin que el acceso y la calidad asistencial de la prestación puedan resultar menoscabadas por el ejercicio de la objeción de conciencia». Es decir, incluso en este caso en que se autoriza queda subordinado a la calidad asistencial de la prestación. Mucho me temo además que no se va a incluir en la objeción a muchas personas cuyos derechos de conciencia van a ser violados. Por cierto en la formación de los profesionales de la salud, entran las prácticas abortivas, sin que se hable para nada de la objeción (art. 8 b).
 
3) La educación sexual. Una educación, por llamarla de alguna manera, basada en la ideología de sexo, si se trata de menores, es corrupción de menores. Por si hay alguna duda, como está ya sucediendo en Extremadura y Cataluña, incitar a los niños a acostarse juntos y revueltos, practicando toda clase de sexo, incluido el oral, me gustaría saber cómo lo llaman ustedes.
 
En resumen, hemos de ser conscientes de lo que nos jugamos. Pongamos todas las trabas posibles al aborto. Defendamos la objeción de conciencia y luchemos para que nuestros niños y adolescentes tengan una sana, psicológica y moralmente, educación sexual. Unos insensatos no pueden matar a nuestros no nacidos y destruir psíquica y moralmente a nuestros niños y adolescentes.
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