Conferencia episcopal e ideología de género
por Pedro Trevijano
Siempre he afirmado que a mí quien me abrió los ojos sobre la ideología de género fue Jesús Trillo con sus libros sobre la ideología de género de 2007 y 2009. Pero estos días se me ha ocurrido mirar los principales documentos de nuestra conferencia episcopal sobre el tema: La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (2001), La verdad del amor humano (2012) y la nota de Familia y Defensa de la Vida A favor de la dignidad e igualdad de toda vida humana (2022).
Los documentos de nuestra Conferencia Episcopal suelen ser buenos, algunos muy buenos, pero con un fallo garrafal: no llegan al público. Soy testigo de que el magnífico documento Valoración moral del terrorismo en España de 2002 no fue conocido por la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo hasta 2014. Personalmente el documento La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad no lo leí hasta 2012, cuando empezó a interesarme la ideología de género. Creo que obispos y sacerdotes debiéramos preocuparnos más por dar a conocer esos documentos, por ejemplo dándoles más cabida en la formación permanente.
Ya en el documento de 2001 decía nuestra conferencia episcopal:
“La segunda realidad a la que nos referimos es la ideología del género, esto es, el intento de presentar el mismo género sexual (masculino-femenino) como un producto meramente cultural. Es un modo propuesto tanto por los grupos de presión homosexuales como por un cierto feminismo radical. El modo de propagarlo exige una consideración de la sexualidad como algo ajeno a su identidad personal. De este modo, la liberación de la mujer consistiría en un ideal de vida separado de los significados de su sexualidad que se entenderían como un peso esclavizante. La sociedad ideal debería entonces conducir a una indiferenciación sexual para que cada persona modelara su propia sexualidad a su gusto. En el caso de un cierto feminismo, la relación hombre-mujer se llega a presentar como una especie de lucha de sexos en una dialéctica de confrontación
»Esta ideología dificulta a muchos adolescentes alcanzar su verdadera identidad sexual en un momento difícil para ellos… Una verdadera educación sexual y una adecuada madurez en este tema debe tener una repercusión social que favorezca la integración de la propia sexualidad en el proyecto de vida personal” (n. 34).
En el documento, realmente magnífico, La verdad del amor humano, leemos sobre ideología de género:
”52. Los antecedentes de esta ideología hay que buscarlos en el feminismo radical y en los primeros grupos organizados a favor de una cultura en la que prima la despersonalización absoluta de la sexualidad. Este primer germen cobró cuerpo con la interpretación sociológica de la sexualidad llevada a cabo por el informe Kinsey, en los años cincuenta del siglo pasado. Después, a partir de los años sesenta, alentado por el influjo de un cierto marxismo que interpreta la relación entre hombre y mujer en forma de lucha de clases, se ha extendido ampliamente en ciertos ámbitos culturales.
»El proceso de “deconstrucción” de la persona, el matrimonio y la familia ha venido después propiciado por filosofías inspiradas en el individualismo liberal, así como por el constructivismo y las corrientes freudo-marxistas. Primero se postuló la práctica de la sexualidad sin la apertura al don de los hijos: la anticoncepción y el aborto. Después, la práctica de la sexualidad sin matrimonio: el llamado “amor libre”. Luego, la práctica de la sexualidad sin amor. Más tarde la “producción” de hijos sin relación sexual: la llamada reproducción asistida (fecundación in vitro, etc.). Por último, con el anticipo que significó la cultura unisex y la incorporación del pensamiento feminista radical, se separó la “sexualidad” de la persona: ya no habría varón y mujer; el sexo sería un dato anatómico sin relevancia antropológica. El cuerpo ya no hablaría de la persona, de la complementariedad sexual que expresa la vocación a la donación, de la vocación al amor. Cada cual podría elegir configurarse sexualmente como desee”.
“54. Con la expresión 'ideología de género' nos referimos a un conjunto sistemático de ideas, encerrado en sí mismo, que se presenta como teoría científica respecto del 'sexo' y de la persona. Su idea fundamental, derivada de un fuerte dualismo antropológico, es que el 'sexo' sería un mero dato biológico: no configuraría en modo alguno la realidad de la persona. El 'sexo', la 'diferencia sexual' carecería de significación en la realización de la vocación de la persona al amor. Lo que existiría –más allá del 'sexo' biológico– serían 'géneros' o roles que, en relación con su conducta sexual, dependerían de la libre elección del individuo en un contexto cultural determinado y dependiente de una determinada educación”.
“55. 'Género', por tanto, es, según esta ideología un término cultural para indicar las diferencias socioculturales entre el varón y la mujer. Se dice, por eso, que es necesario distinguir entre lo que es 'dado' por la naturaleza biológica (el 'sexo') y lo que se debe a las construcciones culturales 'hechas' según los roles o tareas que cada sociedad asigna a los sexos (el 'género')".
“56. Se puede decir u el núcleo central de esta ideología es el 'dogma' pseudocientífico según el cual el ser humano nace 'sexualmente neutro'. Hay –sostienen– una absoluta separación entre sexo y género. El género no tendría ninguna base biológica: sería una mera construcción cultural… En consecuencia, 'hombre' y 'masculino' podrían designar tanto un cuerpo masculino como femenino; y 'mujer' y 'femenino' podrían señalar tanto un cuerpo femenino como masculino“.
En la nota de Familia y Defensa de la Vida leemos al principio lo siguiente: “Durante su pontificado el Papa Francisco ha hablado, en numerosas ocasiones y siempre en tono sumamente crítico, de la denominada 'ideología de género', llegándola a considerar uno de los mayores atentados de nuestros días contra la dignidad humana y, tal vez, la mayor amenaza existente contra la familia. Dicha ideología de género es el fundamento de esta nueva ley de la transexualidad”.
Personalmente pienso que los documentos de nuestra Conferencia Episcopal son buenos y algunos muy buenos, pero su difusión es un desastre. Que obispos y sacerdotes nos esforcemos en corregir este importante fallo.
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