Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Terrorismo político


por Pedro Trevijano

Opinión

Escribo este artículo el día en que se cumplen 15 años de la matanza de Atocha, día dedicado en Europa a las Víctimas del Terrorismo.

La Iglesia española ha condenado repetidamente el terrorismo. Pero entre sus documentos subrayo la Instrucción Pastoral de noviembre de 2002 Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y consecuencias, en cuyo número 15 leemos: “Tampoco es admisible el silencio sistemático ante el terrorismo. Esto obliga a todos a expresar responsablemente el rechazo y la condena del terrorismo y de cualquier forma de colaboración con quienes lo ejercitan o lo justifican, particularmente a quienes tienen alguna representación pública o ejercen alguna responsabilidad en la sociedad. No se puede ser neutral ante el terrorismo. Querer serlo resulta un modo de aceptación del mismo y un escándalo público”. Es decir, incluso la neutralidad es ya inmoral.

Jesucristo nos pide: “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen” (Mt 5,44). Son dos cosas difíciles que sólo con la gracia de Dios podemos conseguir. El ser capaces de perdonar es una gracia que ciertamente nos interesa, para que no nos dejemos llevar por el odio, nos destruyamos como personas y concedamos gratuitamente una victoria a nuestros enemigos. Si yo fuese terrorista, me alegraría profundamente del odio de mis víctimas, porque ello significa que los destrozo como personas. El amarles es aún más difícil, por lo que es algo que hemos de pedir a Dios, porque a nosotros, sin su ayuda, nos es prácticamente imposible, pero con su ayuda lo podemos todo. Ahora bien, perdonar no significa volver la espalda a la justicia. San Juan Pablo II perdonó a Alí Agca, pero ello no significó que éste no tuviese que rendir cuentas a la justicia humana.

Hoy, en España, ETA ha dejado de matar, pero muchos de sus crímenes siguen impunes. Tan culpables o más que los autores materiales, es decir, los que ponían las bombas o pegaban tiros en la nuca, son su cúpula dirigente, máximos autores y responsables de estos asesinatos. Las víctimas reclaman verdad, memoria, dignidad, justicia, es decir, no ser olvidadas ninguna de estas cosas ni ellas.

Pero el terrorismo continúa. Tenemos el terrorismo islámico, que hace que cada año haya más de tres mil mártires cristianos que dan su vida por la fe, mientras nosotros en tantas ocasiones nos despreocupamos de la Iglesia perseguida.

Ahora bien, deseo dar mi voz de alarma ante un nuevo terrorismo que está, si Dios y nosotros no lo evitamos, a punto de iniciarse en España. Me refiero a la eutanasia, que varios partidos políticos van a llevar en su programa electoral. Es mucho más probable que yo muera asesinado en un hospital, si triunfa esa ley, que víctima de otros terrorismos.

Por ello me parece interesante ver lo sucedido en Holanda. Mi fuente de información es Internet, buscando "Eutanasia Holanda". En ese país se despenaliza la eutanasia en 1993 (no se culpaba a los médicos que la practicaban) y lo que comenzó siendo una práctica tolerada se establece como ley en el año 2002. A partir de ese momento la ley holandesa considera legal la intervención directa y eficaz del médico para causar la muerte del paciente que sufre una enfermedad irreversible ​o que se encuentra en fase terminal y con padecimiento insoportable. Una primera consecuencia es que desde ese momento las eutanasias han crecido un 73% en los últimos diez años, según revela Lifenews. La tendencia creciente sigue imparable y así en 2012 hay 4360 casos, de los que oficialmente 310 son eutanasias no consentidas, un 7% del total. En 2016 son ya 6091, con un aumento del 10% sobre el año anterior.

Pero la realidad es que el número de eutanasias no consentidas es muy superior a la cifra oficial. Una encuesta llevada a cabo por el fiscal general del Estado holandés, garantizando anonimato, confidencialidad e impunidad jurídica, dice que prácticamente en la mitad de los casos se ha hecho sin consentimiento del paciente. No es extraño que bastantes ancianos con apego a la vida no quieran ni oír hablar de ir a un hospital holandés. Muchos de ellos llevan consigo un documento en el que solicitan no se les aplique la eutanasia e incluso que no se les lleve a un hospital.

En el caso de la eutanasia la cúpula criminal terrorista dirigente serían los gobiernos y legisladores que aprueben esa ley. Los autores materiales, los médicos que las realicen. Como tengo un cierto apego a mi vida, es indudable que no votaré a un partido que pone en serio riesgo mi vida. Y es que con mi vida no se juega.

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