Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

La nueva sociedad y el pacto escolar


Prescindir de Dios significa autorizar a Zapatero, dada la disciplina de partido que impera, que sea él quien decida lo que está bien y lo que está mal

por Pedro Trevijano

Opinión

Al final, y creo se puede decir desde el principio, no ha sido posible el pacto escolar entre el PSOE y el PP, y no ha sido posible porque lo que está en juego es mucho más que el cómo dar las matemáticas o la lengua ¿española?, sino lo que está en juego es nada más ni nada menos que qué sociedad queremos.
 
El señor Rodríguez Zapatero, a quien se podrá acusar de muchas cosas, menos la de no saber lo que quiere y de incoherencia, puesto que lo que pretende, y lo dijo, ya casi desde un principio, es cambiar nuestra sociedad. Pero para cambiar nuestra sociedad en el sentido que él pretende hay que cambiar el Código Ético para que sean el relativismo moral, el subjetivismo y el positivismo jurídico los principios que imperen, así como la Educación, haciendo que sea el Estado quien la imparta, y no los padres. Es indudable que en su camino hacia esa nueva sociedad le estorban fundamentalmente tres cosas: la familia, la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, tal como la hemos entendido hasta hoy, y la Iglesia Católica.
 
La lucha contra la familia se inició pronto. En nombre de una pretendida libertad individual, se desarrolla un individualismo exacerbado, con lo que se quiere privar al ser humano de toda referencia. Se combate la familia, con leyes como la del divorcio exprés, cuyo efecto ha sido obvio: disparar el número de divorcios. Se favorece la ideología de género, lo que supone la negación de lo evidente y minimiza las diferencias corpóreas, llamadas sexo, en beneficio de la dimensión estrictamente cultural, llamada género, hasta el punto que cada individuo escoge el sexo y el modo de vida que más le atrae, homo, bi o heterosexual, considerándose la castidad como algo obsoleto. Todo esto se realiza además desde la más temprana edad, desde los nueve años, enseñando a niños y niñas no sólo a masturbarse, sino a acostarse juntos y revueltos tanto con los del propio sexo, como con los del otro, dejando de ser punible la pederastia de un adulto con un menor desde los trece años de éste. Y es que con respecto a la educación sexual, se impone la información y educación afectivo sexual en los contenidos formales del sistema educativo, sin tener en cuenta el derecho primordial de los padres a decidir qué tipo de convicciones ha de darse a sus hijos e incidiendo así en el totalitarismo. Es curioso constatar como las críticas que Pío XI hizo en 1937 en el terreno educativo a los nazis alemanes, son absolutamente válidas hoy en día, sin necesidad de cambiar una coma.
 
En cuanto a la Declaración de Derechos Humanos debiera ser la base de la educación moral y jurídica. Su grado de aplicación en país concreto nos indica el grado de moralidad y de democracia en un país, siendo tarea de todos, aunque especialmente de los gobernantes, el promover los derechos humanos. En España, algunos de estos derechos son bastante discutidos, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, con la defensa de la civilización de la vida contra la cultura de la muerte, e incluyendo el tema de la lucha contra el terrorismo, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. En cuanto al bien común, es innegable el escaso interés de nuestros legisladores por él. En estos momentos de gravísima crisis económica sólo se les ocurre a nuestros legisladores darnos una muestra de su interés por la ciudadanía, gastándose un millón de euros en poner en nuestro Senado un sistema de traducción simultánea entre las diversas lenguas de España.

Y por último queda la Iglesia Católica. El rechazo de la doctrina de la Iglesia hacia el relativismo, el subjetivismo y el positivismo jurídico es una constante, tanto más cuanto que cuando el hombre se aleja de Dios, acaba cayendo en las mayores aberraciones. Prescindir de Dios significa autorizar a Zapatero, dada la disciplina de partido que impera, que sea él quien decida lo que está bien y lo que está mal, Es una pregunta que yo puedo hacer al Magisterio de la Iglesia y a Jesucristo, pero que desde luego nunca se la haré a Rodríguez Zapatero.
Hay muchas cosas que no me gustan del PP, pero desde luego firmar el Pacto escolar hubiese sido una aberración. Les felicito por ello.
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