Manipula, que algo queda
Es conocida la frase que hizo famosa el canciller de Inglaterra y filósofo (padre del empirismo) Fracis Bacon, que decía “calumnia, que algo queda”, y que a lo largo del tiempo ha sido repetida en infinidad de ocasiones. Copiando este aforismo podríamos decir también “manipula, que algo queda”.
Porque hay que ver las groseras manipulaciones de que somos objeto como incautos consumidores de prensa, radio o televisión, sin ningún recato de los emisores de “noticias” que en los medios se difunden, en un ejercicio descarado de falta de todo principio ético.
Citemos algunos ejemplos del uso abusivo sobre todo de imágenes en televisión. Nos hablan, pongamos por caso, del nivel de las reservas de agua en nuestros embalses. Si pretenden demostrar que los pantanos están casi secos –naturalmente a causa del cambio climático– aparecen vistas de embalses alarmantemente vacíos. Pero ¿nos informan de a qué pantanos se refieren, dónde están localizados y cuándo fueron tomadas esas imágenes, si son actuales o huelen a naftalina? No es tan difícil informar al “visionador” del dato preciso. Basta un “pie de página” a pie de imagen, indicando la fecha y lugar al que pertenecen las imágenes. Esto lo haría un informador honrado, pero claro, una franqueza tal impide la manipulación a la que son dados más de un climatólogo o terrorista informativo, o la utilización reiterada de las mismas imágenes para “ilustrar” nuevas informaciones aunque sean muy dispares sobre el tema en cuestión.
Durante el franquismo, cada vez que había algún tema relativo a las atrocidades de la guerra civil, en Televisión Española solían “ampliar” la información con imágenes de archivo de iglesias y conventos en llamas o abrasados. A este propósito se hizo famosa la expresión aquella que decían que usaba el jefe de la conserva gráfica al ayudante: “Oye, niño, saca los conventitos”. Pues ahora igual, enteramente igual y en todas las cadenas.
¿Que los polos se derriten por lo del cambio climático? Pues de inmediato aparece el desprendimiento y desploma de enormes témpanos de hielo como si hubiese ocurrido el día anterior en los casquetes polares ártico o antártico.
De pronto nos emiten noticias, reportajes o programas de personas perdidas o aisladas en Dios sabe dónde. Entonces ¿cómo sabemos que están perdidas o aisladas?, ¿quién ha tomado las imágenes? Si hay imágenes es porque alguien las ha captado. Y si además se emiten es porque todo ello ha sido posible, luego alguien nos está tomando el pelo.
Y si trasladamos las dudas razonables que estoy comentando al terreno político, imagínense el filón que tendríamos por delante. Una sola referencia. Recordarán los lectores que Pedro Sánchez, el actual flamante presidente del Gobierno nacional, fue descabalgado de su cargo de secretario general del PSOE por sus propios compañeros del comité federal. Disconforme con aquella decisión del órgano directivo entre congresos de su partido, emprendió una larga campaña de promoción personal visitando las federaciones y muchas agrupaciones socialistas de gran parte de España. Que sepamos –y lo sabemos bien quienes sólo dependemos de nuestros ingresos personales–, los viajes, los hoteles, los restaurantes, etc., cuestan dinero. ¿Quién pagó todo aquel gasto? ¿El propio interesado? ¿Es tan rico para permitirse semejante dispendio dado que el partido no le ayudó para nada? Permítanme que lo dude. Entonces alguien, en la sombra, echó una mano. ¿Simplemente por amor al arte? Suma y sigue.
He aquí un ejemplo más de la enorme manipulación de que somos víctimas los españolitos de a pie. Y luego querrán que nos creamos que vivimos de verdad en democracia. Pero como todo puede empeorar, corremos el riesgo de retroceder en lugar de mejorar. Así que podría ser mucho peor. La democracia de la Segunda República fue mucho más deleznable. Tanto que el sectarismo feroz de los gobernantes de izquierda provocaron una guerra civil. En tiempos de Franco no había libertad política ni de opinión. De modo que digamos lo de aquel tullido que fue a Lourdes para pedirle a la Virgen que lo curara, pero al ver la estampa de los que estaban a su alrededor, terminó rogando: “¡Virgencita, que me quede como estoy!” Pero manipulados lo somos a todas horas. Que ya lo decía mi coterráneo y amigo Enrique Calpe, intendente mercantil: “Vicente, ¿sabes por qué hay listillos y aprovechados? Porque hay mucho tonto”.
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