Universos paralelos y otras hemorragias mentales
Si es posible la existencia de universos paralelos, ¿acaso no es posible que nuestras vidas perduren en ellos?
Nuevamente quisiera compartir con mis lectores un tema de interés científico. A todos los que se toman la molestia de leer mis artículos, les agradezco el esfuerzo de la lectura, coincidan o no con mis planteamientos que, por supuesto, para nada son infalibles, sino meros puntos de vista de un joven escritor, profesor y laico comprometido.
Creo que como muchos mortales - profanos en la materia científica, pero atentos al devenir de la historia -, asistí perplejo al experimento realizado en el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares de Ginebra (CERN) con el Gran Colisionador de Hadrones (LHC). La noticia es de todos ya conocida, pero en síntesis, se trata del acelerador de partículas más potente del mundo con el que se consiguió la colisión de haces de protones a una velocidad nunca alcanzada. ¿Qué se supone se consiguió con esto? Algo absolutamente sorprendente: recrear lo que sucedió inmediatamente después del supuesto Big Bang.
Digo supuesto porque este todavía no ha sido probado y, por tanto, más allá de lo que apunten algunos medios de comunicación, no nos encontramos ante la réplica de un Big Bang ya que, de momento, no deja de ser una teoría. El objetivo de los científicos es recrear mínimamente la situación del Universo de hace 13,7 miles de millones de años, en el momento de su nacimiento, intentando analizar su origen y la naturaleza de la materia así como el de las estrellas y planetas que lo conforman.
Sin embargo, lo más sorprendente de todo es la posibilidad – no digo probabilidad – de que este experimento pudiese producir bien materia extraña, bien agujeros negros o bien un nuevo universo. Este asunto ha sido muy discutido y polemizado, incluso llevado a los tribunales por el riesgo que suponía para la humanidad, pero los científicos patrocinadores de este experimento calificaron esta posibilidad de ínfima.
¿Pero es posible? ¿Acaso sería posible tener medios científicos para crear universos paralelos? Evidentemente, esto además de ser altamente peligroso, para mí son puertas que interpelan mi fe y mi intelecto.
Déjenme un momento que me detenga en el asunto de los universos paralelos. La teoría de los universos paralelos fue propuesta por primera vez en 1950 por el físico estadounidense Hugh Everett, en la que intentaba explicar los misterios de la mecánica cuántica que resultaban completamente desconcertantes para los científicos. Expresado de una manera sencilla, accesible a mis capacidades, lo que propuso Everett fue que cada vez que se explora una nueva posibilidad física, el universo se divide. Para cada alternativa posible se «crea» un universo propio.
Algunos a esta altura ya se estarán sonriendo por la candidez de este escritor que sufre sobredosis de ficción. Puede ser, quién sabe. Pero lo que planteo lo hago desde el punto de vista de un observador, y no como un especialista. En todo caso, no serían los únicos en pensar que se trata de divagaciones, porque este concepto también resultó muy extraño para muchos científicos que la calificaron como una mera fantasía.
Más allá de mis opiniones o de las de ustedes, algunas investigaciones realizadas en Oxford demostraron que los universos alternativos son matemáticamente posibles, y que el Dr. Everett, que no era más que un estudiante en la Universidad de Princeton en el momento que propuso su teoría, podría estar en lo cierto. Según mis informaciones, el descubrimiento de los universos paralelos ha sido descrito por uno de los científicos investigadores de la materia como «uno de los desarrollos más importantes en la historia de la ciencia», en declaraciones efectuadas a la revista New Scientist, una de las más prestigiosas del mundo.
Concretamente, el equipo dirigido por el Dr. David Deutsch, demostró matemáticamente que la estructura del universo contiene infinitas bifurcaciones, creadas al dividirse en versiones paralelas de sí mismo, que pueden explicar la naturaleza probabilística de los resultados cuánticos. Gráficamente, la línea de tiempo del universo, podría verse como si fuese un árbol infinitamente grande.
¿Acaso esto no es increíble? ¿Acaso no es una nueva puerta que se abre a nuestra ignorancia? ¿Acaso los experimentos en el CERN de Ginebra no podrían avalar científicamente otros tipos de vidas que continúan a la nuestra?
Cuando reflexiono sobre todo esto, el vértigo del desconocimiento y de la inexactitud se apodera de mí. Me siento errante, palpando sombras que me guíen hacia un tenue resplandor. Solo así creo poder apenas vislumbrar algún vestigio de verdad. En definitiva, me siento como un Platón en su caverna, intentando buscar la luz y abandonar sus cadenas.
¿Alguna certeza? Ninguna, lo repito.
Sin embargo, cuando la experiencia de la muerte me embarga, cuando constato la contundencia de algunas afirmaciones que niegan cualquier otra vida después de nuestro fallecimiento, yo me pregunto si quizás se trata más de una obstinación que de una certeza personal.
Si es posible la existencia de universos paralelos, ¿acaso no es posible que nuestras vidas perduren en ellos?
Simplemente planteo un camino a explorar para los que necesitan algo más que la esperanza en la Resurrección de Jesucristo ya hace más de dos mil años, y del testimonio fiel, difícil y comprometido de aquellos discípulos que dieron la vida por lo que habían visto.
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