Indignados en la puerta del Sol
Todos constatamos la pobreza moral que existe en nuestra sociedad, en la que «el todo vale si a mí me conviene».
Creo que todos estamos un poco desorientados con este grupo que ha tomado la Puerta del Sol, este grupo que pide “Libertad ya”, que en un principio creíamos una atajo de ocupas, pero que ahora constatamos variopinto: universitarios, tercera edad, anti sistemas por naturaleza o simplemente parados.
Emitir un juicio sobre este grupo es complicado y, como apuntaba, estamos algo expectantes, quizás deseosos de que por fin este sea el renacer de ese hartazgo social que todos sentimos. Porque, evidentemente, todos observamos la impunidad con la que se nos está gobernando, el silencio de los grupos sociales y la anuencia de los partidos de la oposición que asisten al derribo frotándose las manos. Todos constatamos la pobreza moral que existe en nuestra sociedad, en la que “el todo vale si a mí me conviene” campa a sus anchas, sin principios éticos, dependiendo de lo que cada uno piense, decida o crea, desde ese reducido y erróneo concepto de la libertad. Todos vemos que esto así no puede continuar, que no debería continuar, que hace falta una sociedad nueva, donde una verdadera conciencia social impere de verdad. Y este último aspecto aparece explícitamente en la web de los manifestantes.
Sin embargo, a mí, en este momento de confusión y falta de claridad, con la elecciones ya aquí y estos grupos multiplicándose por las ciudades, a mí hay cosas que me acaban de encajar. Este grupo no avala a ningún grupo político, pero desprecia a los principales partidos del país y anima a los pequeños; están contra la realidad social, pero no denuncian con claridad a aquellos que están derrumbando actualmente nuestra sociedad y nuestro país; defienden una verdadera conciencia social, pero hacen un silencio clamoroso ante genocidios como el aborto; quieren un cambio real, quieren la modificación de la ley de partidos, pero bien saben – porque no creo que sean tan cándidos – que esto, y todo lo que legítimamente reclaman, depende del Congreso de la Nación, y que estos cambios no se pueden conseguir YA, como si fuese un golpe de estado.
Estamos a las puertas de unas elecciones municipales. ¿Es indignación, candidez u oportunismo?
Pues yo os diré lo que pienso hoy, en medio de esta zozobra de noticias y sensaciones muy difíciles de digerir y, por tanto, acertar. Creo que este movimiento es legítimo, que cada día más gente se suma a él indignada, cabreada por la situación actual, apuntándose a una oportunidad de cambiar algo este país que a veces parece un circo. Gente buena, gente honesta que busca una solución a sus problemas reales, a veces sin la valentía de señalar a quienes más tienen culpa de todo esto, que no solo son del PSOE o del PP, pero que están en el PSOE especialmente, y también en CIU, IU, Esquerra Republicana, etc.
Sin embargo, en el fondo, en la base de estos indignados, creo yo – perdónenme si me equivoco – no existe ninguna inocencia y ninguna espontaneidad, y cuentan con que el pueblo se sume sin saber a lo que se suma, como suele suceder muchas veces. Esto está fríamente planeado para que el pueblo manipulado y poco crítico ejerza su voto indignado contra los de siempre, contra los que explotan a los trabajadores, contra la derecha más odiosa de Europa, contra el chivo expiatorio de siempre, el de costumbre, culpable a veces, inocente otras. Después de todo, toda esta gente indignada, desesperanzada, noble y deseosa de un cambio a alguien tendrán que votar. ¿Acaso creéis que será al PP?
Otros artículos del autor
- El GPS educativo
- La encrucijada de la escuela pública
- El aborto, el feminismo y la intolerancia de siempre
- Steve Jobs frente al espejo
- Mourinho, ese hombre de buena fe
- El suicidio
- La educación sexual y las injerencias religiosas
- La clase de Religión, la última de las Marías
- La lotería
- El fracaso del Papa