Lo de Juan José Millás y la Iglesia no es brillante, es una chorrada pueril
por Pablo J. Ginés
El peloteo es exagerado y sonrojante, da vergüenza ajena.
"Juan José Millás da en el clavo", "una aguda reflexión sobre la Iglesia y la eutanasia", "una de sus habituales (y lúcidas) paradojas", "un sólo tuit le ha bastado", "brillante reflexión", "la mejor reflexión sobre la Iglesia y la eutanasia"...
Juan José Millás ha escrito dos líneas sobre un tema de historia de la Iglesia sin ser historiador. Según Wikipedia, parece que no tiene ningún título universitario y que fue mal estudiante en su juventud. Después, se hizo columnista de El País, púlpito de izquierda desde el cual parece que tiene bula para pontificar opiniones con escaso rigor.
Ha suscitado tórridos elogios con este tuit:
"La Iglesia, que ha estado siempre a favor de la pena de muerte, incluso que ha matado a lo largo de su historia con enorme deleite, está ahora en contra de la eutanasia. — Juan José Millás (@JuanJoseMillas) December 12, 2020"
Es una chorrada, de nivel pueril, propia de un crío, y me apena que tanta gente en Internet considere excelso un texto que daría vergüenza a los anticlericales de antaño. No me habría molestado en responder de no ver tantos elogios desmedidos en redes.
Respuesta breve:
- la Iglesia no está sólo "ahora" en contra de la eutanasia; lo ha estado siempre, en sus 2.000 años de historia, y con tecnologías médicas mucho más primitivas (y lo está también ahora, con una ciencia eficaz contra el dolor); ¿de verdad Millás no lo sabía?
- la Iglesia no "ha matado a lo largo de la historia con enorme deleite"; de hecho, la Iglesia ha enseñado el "no matarás" y tratado de reducir la violencia y el derramamiento de sangre en todas las épocas, siendo todas ellas muy sanguinarias. Incluso en épocas muy violentas como la Edad Media se prohibía el uso de armas a los clérigos, por ejemplo (con algunas excepciones notables, que precisamente por eso se hicieron famosas, como las órdenes de caballería, que precisamente buscaban encauzar la agresividad de hombres violentos en una época violenta); lo del "deleite" está de más
- no se puede comparar la eutanasia con la pena de muerte; la eutanasia consiste en matar a inofensivos y vulnerables enfermos, muchos de ellos con depresión y deseos suicidas; la pena de muerte consiste en que el Estado, tras un proceso legal, mata peligrosos criminales y asesinos que amenazan las vidas de los demás
Me explayaré más para quien le guste leer algo más largo que cuatro tuits.
La Iglesia tiene 2.000 años y ha visto de todo en todos los continentes y épocas. Ha admitido tradicionalmente que la pena de muerte era un instrumento lícito para defender a los débiles, lo ha aceptado cuando todas las sociedades estaban a favor de esa práctica y cuando no había otros sistemas eficaces para detener a los violentos. Pero si un país intentaba otros métodos, a la Iglesia no le parecía mal. La Iglesia no ha enseñado que la pena de muerte fuera buena o imprescindible, sólo que podía ser lícito que el poder legítimo recurriera a ella.
Con la pena de muerte, un poder legítimo (no cualquiera con una cuerda y una rama bien fuerte) tras un juicio justo y una investigación eficaz, tras convencerse de que un prisionero ha cometido realmente un grave crimen y es un grave peligro para la sociedad, puede decidir proteger a la sociedad matando a ese peligroso criminal. Siempre se ha trazado un paralelismo con el derecho a la defensa propia y se ha pedido proporcionalidad en su aplicación.
En 2.000 años hay casuística para todo, pero la Iglesia, en siglos pasados, ha tendido a dejar mucha autonomía al poder civil para que decida si de verdad tal o cual crimen requería matar al criminal. A menudo tampoco podía hacer mucho más, excepto educar a las nuevas generaciones en la sacralidad de la vida humana.
Hoy, después de la última modificación del Catecismo con el Papa Francisco, y ya con la anterior, por San Juan Pablo II, la Iglesia se ha reafirmado contra la pena de muerte, de forma que hoy sólo sería legítima en escenarios de ciencia ficción apocalíptica, si se hundiera la civilización y ya no hubiera sistemas penitenciarios.
Yo siempre lo ilustro con un ejemplo de la novela, hermosa y triste, La tierra permanece, de George Stewart. Tras un apocalipsis, quedan pocos seres humanos, viven con gran precariedad y detienen a un depredador sexual que acecha a los niños y ya ha agredido a alguno. Es culpable sin duda alguna, no puede ser exiliado ni encarcelado y no hay adultos suficientes para una vigilancia eficaz. No hay otra forma de proteger a los niños.
En la vida real, Juan Pablo II fue un gran activista contra la pena de muerte y logró sacar a unos cuantos condenados de la galería de la muerte. Predicó contra ella en Estados Unidos, un país poderoso e intocable que emplea este método con frecuencia, sin que le parezca ir mejor contra el crimen que a otros países que no la emplean. El Papa, por ejemplo, anuló una visita a San Luis en 1997 porque no le dejaban visitar a un preso en una galería de la muerte. Así mostró que daba importancia al tema.
Janne Haaland Matlary, que fue secretaria de Exteriores de Noruega en los años 90, explicaba en 2004: "Hace unos años, nadie en Europa se atrevía a criticar a Estados Unidos por mantener la pena de muerte. Podías criticar a Ucrania y China, pero no a los Estados Unidos. Fue Juan Pablo II quien empezó, y ahora ya los países europeos se atreven a comentarle este tema a los americanos".
También Filipinas en 2006 abolió la pena de muerte, en parte, por petición del Papa y en vísperas de una visita al Papa (años después la recuperaría otro gobierno anticlerical).
Sí, Juan Pablo II ha salvado las vidas de bastantes personas condenadas a muerte.
Millás creo que no ha salvado a nadie... y ahora quiere que maten a enfermos (se supone que porque "ellos lo piden").
Quizá le suene a Millás lo de "no matarás", que es uno de los 10 mandamientos y tendrá unos 3.000 años.
La eutanasia es matar enfermos, y el cristianismo, desde su raíz bíblica, enseña que a los enfermos hay que cuidarlos, no matarlos.
Jesús explicó que el buen samaritano fue ejemplar al recoger a un herido desconocido y cuidarlo. La Biblia alaba al médico: "La ciencia del médico realza su cabeza, y ante los grandes es admirado. El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña". A partir de estas enseñanzas, la Iglesia ha llenado el mundo de hospitales y dispensarios, para cuidar, no para matar.
Mucha gente ha oído hablar del famoso médico griego Galeno (129 d.C. - c.201/216) pero cuando llegó a Roma la pandemia de finales del siglo II, que mató al emperador Marco Aurelio, Galeno huyó de Roma, no se quedó a cuidar enfermos. Era lo normal en la cultura pagana.
Sabemos por autores como Dionisio de Alejandría y Cipriano de Cartago que en las pandemias de la primera mitad del siglo III los paganos huían, abandonando a sus parientes, mientras los cristianos se quedaban y cuidaban de sus seres queridos.
Sin embargo, parece que el juramento hipocrático que usaba Galeno en esa época ya decía: "No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, pesarios abortivos ni sugeriré a nadie cosa semejante". Ya entonces los médicos entendían que su función no podía ser matar. Huir sí, pero no matar. ¡Para matar ya había mucha gente dispuesta en el paganismo!
El paganismo moderno, como el antiguo, es de "gatillo fácil": los supuestos controles estrictos contra la eutanasia no existen. En Bélgica, en 10 años, la eutanasia se ha triplicado. Con 20.000 casos acumulados, nadie ha sido nunca castigado por saltarse los "controles estrictos".
Eso no demuestra que los controles sean eficaces, sino todo lo contrario: que son un paripé, que han contratado a los lobos -en concreto al Gran Eutanasiador, Wim Distelmans- a vigilar a las ovejas, y que los lobos, cuando les preguntas, te dirán: "Todo va bien".
Yo, cristiano, reivindico lo mismo que Maxim Gorki en su discurso inaugural del Congreso de los Sin Dios de la URSS, del 10 de junio de 1929. Gorki criticó la literatura atea grosera y de baja calidad. "Me parece que muchos se toman este trabajo, importante y de gran responsabilidad, como funcionarios, fríamente", protestaba.
Se quejaba Gorki de la militancia atea que "se expresa de tal forma que no persuade, sino que irrita. En el proceso doloroso de eliminar de nuestra vida las supersticiones religiosas, no se puede actuar de forma grosera".
Pido que la propaganda anticlerical se esfuerce un poco más. Está tan acostumbrado Millás a perorar desde su columna de marfil... Que no, que no se crea los serviles elogios... Ya no hay nivel.
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