El buen pastor
Llega monseñor Munilla a una tierra en donde perversas ideologías con engañosas promesas han esclavizado a los espíritus infectándoles de dureza de corazón y desesperanza.
por Raúl Mayoral
El 14 de marzo de 1937 el papa Pío XI publicaba en alemán la Encíclica «En mi angustiosa inquietud». Es el análisis más certero del nazismo como religión sustitutoria, como movimiento pseudorreligioso. El Papa advirtió de la incompatibilidad entre el catolicismo y los presupuestos racistas y paganos del régimen hitleriano como idolatría. Días atrás varios clérigos guipuzcoanos firmaron una carta contra la designación de monseñor Munilla como obispo de San Sebastián. Manifestaban su disconformidad por no respetarse «el sentir de nuestra Iglesia» y su «dolor y profunda inquietud» por un nombramiento que puede variar el «estilo eclesial» de la diócesis.
Quienes anteponen su particularismo diocesano a las doctrinas universales del cristianismo difícilmente pueden profesar una fe católica verdadera y auténtica. Pretenden revivir aquél remoto nacionalismo originado, precisamente, por vicisitudes religiosas como el cisma de Oriente y la Reforma protestante. Ansían volver a la Europa de la discordia y la secularización surgida de la funesta Paz de Westfalia, que entronizó a las naciones como supremos entes terrenales, desvinculados de toda subordinación a principios comunes. En verdad, que parecen políticos antes que frailes. Lo prueba su deferencia hacia los verdugos y su indiferencia ante las víctimas. Y sobre todo, la ausencia de reproche alguno en sus sermones para censurar a los diputados del «católico» PNV por su apoyo parlamentario a la ley del aborto. Eso sí es hacer causa común. Herencia de la ancestral alianza entre Iglesia y Régimen. Sacristía y batzoki. ¡Y luego tildan de nacional catolicismo a la pastoral de Rouco! Que, de paso, lean también la parábola de la paja y la viga (Lc 6,39-42).
Llega monseñor Munilla a una tierra en donde perversas ideologías con engañosas promesas han esclavizado a los espíritus infectándoles de dureza de corazón y desesperanza. Sabe el prelado de su colosal misión. Ofrece piedad y amor. Los feligreses sabrán pronto quién sirve para ser buen pastor y quién para ser mastín de ganado.
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