Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Pecado e ideología de género


Poner en la más mínima relación a la políticamente correcta ideología de género con el pecado es algo que sulfura a muchos, lo que ciertamente no es extraño si pensamos que la mayoría de los defensores de la ideología de género son no creyentes y por tanto no pueden aceptar ni siquiera la noción de pecado.

por Pedro Trevijano

Opinión

Ha solido compararse la Iglesia con esa barca en la que van los Apóstoles que se ve agitada por la tormenta mientras Jesús duerme (cf. Mt 9,23-27; Mc 4,35-41 y Lc 8,22-25). Cuando uno se pone a pensar cuáles son las olas amenazadoras, uno no puede por menos de pensar en el islam y en las ideologías nazis, comunistas, relativistas, positivistas nacionalistas extremas y de la ideología de género, siendo el común denominador de todas ellas que actúan al servicio del demonio y del pecado.
 
Y sin embargo pienso que poner en la más mínima relación a la políticamente correcta ideología de género con el pecado es algo que sulfura a muchos, lo que ciertamente no es extraño si pensamos que la mayoría de los defensores de la ideología de género son no creyentes y por tanto no pueden aceptar ni siquiera la noción de pecado. Ya dijo Pío XII: “El más grande pecado del mundo actual es tal vez el hecho de que los hombres han perdido el sentido del pecado” (27-X1946). Este oscurecimiento del sentido del pecado tiene su raíz en la conciencia moral del hombre, cuando se deja apagar el sentido de Dios y se renuncia a la búsqueda de la verdad y al uso responsable de la libertad, a la que se intenta no poner frenos ni límites. Cuando se obnubilan la conciencia de Dios y la conciencia moral, desaparece también la conciencia de pecado. Pero así como no se puede eliminar completamente el sentido de Dios ni apagar del todo la conciencia, tampoco se logra borrar plenamente el sentido del pecado.
 
Y esto es lo que sucede también con la ideología de género. La ideología de género quiere establecer la sociedad del hedonismo, pues considera que los seres humanos pueden alcanzar la felicidad en la realización de sus propios deseos sexuales sin límite moral, legal e incluso corporal alguno, utilizando para ello la eugenesia, el control de natalidad incluido el aborto y la supresión de la diferencia sexual. Consiste en una sexualización total de la vida. No existen diferencias sexuales por naturaleza, sino sólo roles o papeles sociales opcionales en la conducta sexual del individuo.Como varias otras ideologías de nuestra época, la ideología de género, amamantada en el marxismo, también se basa en el odio.
 
Por mucho que sea lo políticamente correcto, y sus seguidores presuman de progresistas y avanzados, es indudable que viola gravísimamente dos mandamientos de la Ley de Dios: el quinto y el sexto.
 
El quinto mandamiento es “no matarás” (Ex 20,13), y la vida humana ha de ser tenida como sagrada. Mientras los creyentes pensamos que es un valor fundamental el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la ideología de género defiende la cultura de la muerte, el aborto y la eutanasia. Para el Vaticano II el aborto es “un crimen horrible” (Gaudium et Spes nº 51), en el que se asesina a un ser humano y donde con mucha frecuencia las madres, porque ya lo son, experimentan el terrible síndrome postaborto, aunque a veces tarde tiempo en manifestarse. En cuanto a la eutanasia, con el eufemismo de muerte digna, también se asesina a seres humanos, muchas veces sin o contra su consentimiento, como prueba la experiencia de los países en los que ya es legal. Por supuesto, cuando vaya a un hospital, quiero ir a que se me cure o se me palíen los dolores, no a ser ejecutado. Y desde luego el asesinato es pecado.
 
En cuanto al sexto mandamiento, “No cometerás adulterio” (Ex 20,14), todos estamos llamados a la castidad, ya que ésta significa la integración de la sexualidad en la persona y entraña el aprendizaje del dominio personal, aunque hemos de vivirla de modo diferente según nuestro estado de vida. En cambio, la ideología de género propone una nueva forma de vida al servicio del placer y del libertinaje sexual en el que el goce sexual es buscado al margen de la relación sexual requerida por el orden moral.
 
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación [en este punto recomiendo como de enorme interés la lectura del nº 2352 del Catecismo no sólo por ser la doctrina oficial de la Iglesia, sino por sus muy interesantes matizaciones], la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales [sobre este punto recomiendo la lectura de Romanos 1,18-32]” (nº 2396). Y también “El adulterio y el divorcio, la poligamia y la unión libre son ofensas graves a la dignidad del matrimonio” (nº 2400). Y no nos olvidemos de que el matrimonio, la familia y la religión son considerados enemigos por la ideología de género.
 
Creo que queda claro el carácter inmoral y pecaminoso de la ideología de género.
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