Abnegadas
Dicen las crónicas que es un gesto hacia el colectivo LGTBI aprovechando los días del Orgullo Gay. De serlo es que busca protagonismo, ofreciendo algo que llame la atención aunque tenga unos puntos más de aberración. Hablo de la nueva proposición de ley de Ciudadanos para regular la maternidad subrogada, es decir, los vientres de alquiler.
En lo sustancial no hay novedad. Lo intentó en la pasada legislatura y ya critiqué en estas páginas mi sorpresa ante una iniciativa basada en que esos embarazos de encargo sean desinteresados, no mercantilizados, como si las mujeres que alquilan su maternidad actuasen por altruismo, por empatía hacia parejas sin hijos. Deben creer que esas gestantes son acomodadas mujeres, dispuestas a un nuevo esnobismo primermundista: unos desplastifican tortugas en el Caribe y otras se embarazan altruistamente.
En su momento Ciudadanos apelaba a que quería regular «los nuevos modelos de familia... para que nadie se quede atrás» y me preguntaba si su liberalismo concibe algún limite, y si lo tiene, con qué fundamento. También recordaba que la Comisión de Bioética –que es un órgano consultivo oficial– informó de que esa desinteresada subrogación lleva a mercantilizar la maternidad, pero intuyo que se repudia que te recuerden que hay limites morales: dichosa moral, dichosa Comisión que te fastidia algo que puede darte caché progresista.
Me gustaría saber si Ciudadanos ha reflexionado qué supone para esos niños que no vayan a tener nunca –por definición– una madre identificable o que la que lo engendró era una unidad de negocio; o que viniese al mundo como homenaje al lobby gay –según Ciudadanos, en ellos piensa– para homologar su «modelo de familia» o, en fin, para que ese partido se luzca.
Ahora Ciudadanos acentúa aún más las dosis de aberración ya inherentes a las técnicas de reproducción humana asistida. Prevén que la mujer gestante pueda tener lazos de consanguinidad con los futuros padres; es decir, que llegado el caso el óvulo fecundado de los padres se implante en el útero de la madre o en el de la hermana de uno de los progenitores; o que el óvulo de una extraña, fecundado por el padre de la criatura, se lo implanten a su madre o a su hermana. Aparece en escena la madre- abuela/tía. Imagino que en Ciudadanos saben lo que es la consanguinidad y sus grados y que son conscientes de lo que significa que un niño o niña lo haya gestado esa abnegada abuela o tía.
Pero no se asusten porque Ciudadanos tiene todo arreglado: eso será posible si lo avala ¡un psicólogo! Acabáramos. Si ese experto en humanidad da luz verde no habrá aberración sino un avance hacia nuevos modelos de familia basados en la abnegación, por ejemplo, de las abuelas. Quedará superado el tradicional modelo de abuela, abnegada de medio pelo, que se limita a recoger al nieto al cole, darle la merienda o quedárselo mientras los papás salen a cenar o de fin de semana.
No haré sangre con el crédito que para el sentido común merece el aval de un psicólogo, pero sí me gustaría saber a quien examinaría: ¿a los padres o a la abuela/tía-madre? Más bien debería preguntarle a ese hijo, cuando pueda captarlo, qué le parece para su identidad como persona cómo y por qué vino al mundo, que su abuela o una tía sea su madre o medio-madre; o que piensa de que viniese a este mundo así, para que su padre y su esposo o novio homologasen su modo de vida y de paso para que unos políticos, ejerciendo un liberalismo insustancial, arañasen alguna visibilidad progresista.
Pero no queda todo ahí porque Ciudadanos añade que la gestación subrogada es un derecho y me pregunto: ¿desde cuándo y por qué?, ¿de qué chistera saca los derechos y con qué fundamento?, ¿de su fábrica de chocolate ideológica?, pero ¿tiene ideología? En fin, permanezcan atentos a la pantalla de este siglo XXI porque como sigamos en caída libre algún genio vendrá, llamándose liberal, a contarnos que la pederastia es una opción sexual más: total, si puede dar votos, un abnegado viejo primermundista pretexta que así da cariño a un niño tercermundista y un psicólogo lo bendice ¿por qué no?
Publicado en La Razón.