Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Rajoy y el voto católico


Si hay algo que un político con un mínimo de sentido común no puede hacer, es despreciar a sus votantes, tanto más cuanto que el voto católico tiene una importancia relativa considerable.

por Pedro Trevijano

Opinión

Aunque en las elecciones del pasado día 24 de mayo el Partido Popular ha sido el más votado, es indudable que los resultados no han podido dejar contentos a sus dirigentes, que se han visto o van a verse apeados del poder en muchos sitios y han perdido casi dos millones y medios de votos con respecto a las elecciones de hace cuatro años. Las razones de este mal resultado han sido varias, pero yo me voy a detener sólo con lo sucedido con el voto católico.

Indudablemente uno de los principales viveros de votos del PP eran los católicos. Y para nosotros el Magisterio de la Iglesia es muy importante, recordándonos la Iglesia que en lo político los valores fundamentales son: “En efecto el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables” (Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis, nº 83). Además, si nos fijamos bien, podemos decir que todos estos derechos están también contenidos en la Declaración de Derechos Humanos de la ONU de 1948.

Pero si hay algo que un político con un mínimo de sentido común no puede hacer, es despreciar a sus votantes, tanto más cuanto que el voto católico tiene una importancia relativa considerable. No creo que nadie me tilde de exagerado si calculo que al menos entre uno y dos millones de españoles procuran votar como católicos en conciencia, y que varios cientos de miles ante las posiciones del PP no precisamente católicas han dejado de votarles. Estoy convencido que bastantes de los que se quedaron en casa sin ir a votar, el motivo fue éste.

Hace cuatro años el haztargo contra los socialistas y un programa electoral acertado llevaron a Rajoy y su Partido a una mayoría absoluta. Hacer todo lo contrario de lo que nos habían prometido, manteniendo la legislación zapateril sobre el aborto, las leyes contra la familia, la ideología de género, y otras cosas que se han hecho mal, ha significado que el votante católico pensase que le han mentido descaradamente. En la Iglesia se nos enseña que el don más grande que Dios nos ha dado, es la cabeza y que ésta se nos ha dado para pensar, por lo que muchas veces he oído estos meses: “O estos tíos espabilan, o yo desde luego no les voto. De mí no se ríen dos veces”.

Ustedes, señores del PP, estaban convencidos que les íbamos a votar, porque los demás, PSOE, PNV, CIU, Izquierda Unida, Podemos, son peores. Aunque ahí tienen razón, espero que se hayan dado cuenta que el voto católico no lo tenían ni tienen tan seguro como pensaban.

En la película Vencedores y vencidos, sobre los jueces nazis, hay un gran diálogo entre el juez alemán y Spencer Tracy, que hace de juez americano. El juez alemán le dice al americano: “Nunca creí que se pudiese llegar a lo que se llegó”, a lo que Spencer Tracy responde: “El día que Vd. condenó a muerte a un inocente, ese día llegó Vd. a eso”. Y es que el aborto, que los políticamente correctos llaman falsamente interrupción voluntaria del embarazo, para disfrazar así lo que es ciertamente un crimen horrible, según nos enseña el Concilio Vaticano II.

Pero el problema es que no es la única aberración. Sobre la ideología de género, no hace mucho una señora me escribía: “Corrupción mayor que robar el dinero de los impuestos de los ciudadanos, es la corrupción que se practica en las escuelas enseñando a los niños la sexualidad indiscriminada, y eso lo sé de buena tinta porque se lo enseñaron a mi hija que con 12 años le dieron un condón y le enseñaron a masturbarse”.

Dentro de unos días va a volver a votarse la Ley Aído sobre el aborto y la ideología de género. Espero que nuestros diputados de todos los Partidos no voten a favor de confundir crimen con derecho y se enteren de lo que es la ideología de género, para no hacer el ridículo votando a favor de unos disparates que además son fuente de corrupción. Para mí lo que tiene que hacer el PP si quiere recuperar el voto católico, es muy claro: cumplir lo que nos habían prometido en su programa electoral y defender la familia en serio. En otro caso me temo que en las elecciones generales se van a llevar una bofetada histórica.
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