Evitemos, y no provoquemos, la catástrofe
El gran problema de nuestra Sanidad es que son unos perfectos amorales, que ni siquiera se les ocurre hablar a nuestros jóvenes de que la castidad y la fidelidad son la mejor prevención.
por Pedro Trevijano
El periódico La Rioja, de Logroño, mi ciudad natal, publicó el 11 de noviembre, como la noticia de más resalte en primera plana, el siguiente titular: “Salud lanza una guía anticonceptiva para tratar de evitar que 40 menores sigan abortando cada año en La Rioja. El porcentaje de adolescentes que mantiene su primera relación sexual antes de los 15 años ha pasado del 5% en el año 2004 al 12% en el 2012”. Está claro que o educamos en valores, que es lo que no se quiere hacer, o el desastre será cada día mayor. Se está tratando de apagar un fuego echando gasolina.
Ya de entrada al hablar del aborto se nos dice: en el 2012 hubo 293 interrupciones voluntarias del embarazo. “El estudio revela además otra clave; en 122 de los 293 casos, la mujer confesó que no había utilizado método anticonceptivo alguno; en otros 8 no constaba; y en otros 11 la paciente aseguró haber usado alguno de los habituales métodos naturales (Ogino etc.), de escasa fiabilidad”.
Si no fuese porque el asunto es muy serio y vivimos cada día la tragedia no sólo de los niños asesinados, sino de las madres que han destrozado su vida, sería para echarse a reír, porque ello supone que usando los métodos seguros, se han producido 293 menos 122 menos 8 menos 11, es decir igual a 152 abortos. Es decir el mayor número de abortos, más de la mitad, se produce gracias a los métodos seguros. Sin comentarios.
En la página 2 y 3 se explican los diversos métodos anticonceptivos, pero de manera muy desafortunada. Por ejemplo, sobre el preservativo masculino dice: “Bastante seguro si se usa de manera correcta, aumenta la seguridad si se usa junto con productos espermicidas. El mejor método frente a las enfermedades de transmisión sexual”.
Sobre este tema diré: si se tienen relaciones sexuales, entonces el uso del preservativo disminuye algo el peligro de embarazo o contagio, aunque no lo elimina ni mucho menos del todo, tanto más cuanto que su empleo exige habilidad, planificación y motivación, cualidades no muy frecuentes entre los adolescentes, que son más bien inmaduros y buscan la satisfacción inmediata, hasta el punto de que muchos no lo utilizan en sus relaciones sexuales esporádicas. Pero incluso usándolos, los riesgos de contagios y la tasa de embarazos son elevados (515% al año). Por ello los americanos suelen emplear la expresión “safer sex” (“sexo más seguro”), que no es lo mismo que sexo sin peligro.
Si hay algo que nunca ha sido “safe” (seguro) en la historia de los seres humanos, por cómo nos afecta y sus consecuencias de todo tipo, ese algo es la sexualidad. El sexo seguro no existe. Aconsejar a las personas, especialmente si lo hacen con alguien de alto riesgo, que es seguro tener relaciones genitales usando condones es falso y da un sentido erróneo de seguridad en algo que puede ocasionar enfermedades muy graves a quien lo hace.
Los métodos hormonales se presentan como los métodos anticonceptivos reversibles más eficaces y seguros frente a embarazos no deseados. De la píldora combinada se dice: “Evita la implantación del óvulo”. Es decir estamos ante un método abortivo, pues el óvulo fecundado ya tiene ADN propio; tampoco se dice que el Dispositivo intrauterino (DIU), es también abortivo.
Sobre éste, recibí una carta de una psicóloga que decía:
“En este punto hay que recordar que todo proceso biológico tiene su registro psicológico. La mujer registra en su inconsciente tanto el embarazo cuanto su impedida anidación y posterior pérdida.
"Si es normal en la mujer vivir la menstruación como un fracaso de la procreatividad, si bien en forma inconsciente, por lo cual se registran en un buen porcentaje de microdepresiones, bajadas del estado anímico, mayor sensibilización, cuánto más vivirá como pérdida significativa o duelo la caída de la célula huevo a la que se ha impedido anidar.
"En psicoterapia se observa muchas veces en tratamientos con mujeres que van bien en su proceso terapéutico, que de pronto éstas manifiestan una significativa caída anímica. Estos microduelos o pequeñas depresiones aparentemente sin motivo tenían a los terapeutas desconcertados hasta que se comenzó a interrogar qué método anticonceptivo usaban, la fecha de la última menstruación etc., siendo en su casi totalidad el método utilizado el DIU, pues la mujer registra su aborto y ello le provoca un daño psíquico.
"Además, la presencia constante de un elemento extraño en el interior del propio cuerpo, en el centro de la gestación, tan central en la constitución del ser de la mujer, inclinada por su misma naturaleza a la vida, a darla y a cuidarla, a alojarla y a protegerla, le genera una contradicción vital que le provoca una tensión, una irritación difusa constante, un subterráneo enojo con la pareja, un sentimiento de culpa y muchas veces depresión. Esto le provoca un rechazo del matrimonio que parece colocarla en una situación de objeto para un uso determinado, en favor del cual, como objeto, debe clausurar mecánicamente parte de su dinámica biológica, no teniendo en cuenta la unidad de su ser y que lo biológico y lo psicológico no pueden ir cada uno por su lado, con una dinámica totalmente separada.
Por lo dicho, porque el ser humano es una unidad, esto ocasiona también no pocos problemas físicos: dolor, hemorragias, contracciones (el útero quiere expulsar el cuerpo extraño) y hasta infecciones” (I. Moreira, psicóloga).
El gran problema de nuestra Sanidad es que son unos perfectos amorales, que ni siquiera se les ocurre hablar a nuestros jóvenes de que la castidad y la fidelidad son la mejor prevención, cosa que hemos de hacer porque creemos que, especialmente en la vida sexual, la libertad y la responsabilidad no sólo son posibles, sino que son la base de la dignidad humana. Más que hablar a nuestros jóvenes del sexo libre o seguro, es preferible educar a nuestros jóvenes a que sepan ser responsables en estas cuestiones, lo mismo que les pedimos responsabilidad en lo referente a las bebidas, las drogas o el tráfico. No es suficiente informar al adolescente y al joven, hay que acompañarle y ayudarle, para que efectivamente pueda ser una persona libre, que es la que es capaz de mandar en sí misma. La verdadera solución no está en la precaución del preservativo, sino en una auténtica educación sexual que fortalezca la voluntad y haga posible una conducta adecuada.
Ahora bien, dado que hay personas que son incapaces de continencia y fidelidad, para ellos parece conveniente, aunque sea siempre una conducta inmoral, que diminuyan en lo posible riesgos de embarazo o de enfermedad. A los que así actúan recordémosles que si no son castos, por lo menos no sean tontos, siendo para estos casos la fórmula abstinencia, fidelidad (be faithful en inglés) y condón (lo que suele llamarse fórmula ABC), el consejo de los especialistas y de la Organización Mundial de la Salud. De estas tres la abstinencia es la única absolutamente segura, la fidelidad monogámica debiera serlo también, pero puede haber sorpresas con el comportamiento del otro, y el condón disminuye algo los riesgos, pero no garantiza nada.
Ya de entrada al hablar del aborto se nos dice: en el 2012 hubo 293 interrupciones voluntarias del embarazo. “El estudio revela además otra clave; en 122 de los 293 casos, la mujer confesó que no había utilizado método anticonceptivo alguno; en otros 8 no constaba; y en otros 11 la paciente aseguró haber usado alguno de los habituales métodos naturales (Ogino etc.), de escasa fiabilidad”.
Si no fuese porque el asunto es muy serio y vivimos cada día la tragedia no sólo de los niños asesinados, sino de las madres que han destrozado su vida, sería para echarse a reír, porque ello supone que usando los métodos seguros, se han producido 293 menos 122 menos 8 menos 11, es decir igual a 152 abortos. Es decir el mayor número de abortos, más de la mitad, se produce gracias a los métodos seguros. Sin comentarios.
En la página 2 y 3 se explican los diversos métodos anticonceptivos, pero de manera muy desafortunada. Por ejemplo, sobre el preservativo masculino dice: “Bastante seguro si se usa de manera correcta, aumenta la seguridad si se usa junto con productos espermicidas. El mejor método frente a las enfermedades de transmisión sexual”.
Sobre este tema diré: si se tienen relaciones sexuales, entonces el uso del preservativo disminuye algo el peligro de embarazo o contagio, aunque no lo elimina ni mucho menos del todo, tanto más cuanto que su empleo exige habilidad, planificación y motivación, cualidades no muy frecuentes entre los adolescentes, que son más bien inmaduros y buscan la satisfacción inmediata, hasta el punto de que muchos no lo utilizan en sus relaciones sexuales esporádicas. Pero incluso usándolos, los riesgos de contagios y la tasa de embarazos son elevados (515% al año). Por ello los americanos suelen emplear la expresión “safer sex” (“sexo más seguro”), que no es lo mismo que sexo sin peligro.
Si hay algo que nunca ha sido “safe” (seguro) en la historia de los seres humanos, por cómo nos afecta y sus consecuencias de todo tipo, ese algo es la sexualidad. El sexo seguro no existe. Aconsejar a las personas, especialmente si lo hacen con alguien de alto riesgo, que es seguro tener relaciones genitales usando condones es falso y da un sentido erróneo de seguridad en algo que puede ocasionar enfermedades muy graves a quien lo hace.
Los métodos hormonales se presentan como los métodos anticonceptivos reversibles más eficaces y seguros frente a embarazos no deseados. De la píldora combinada se dice: “Evita la implantación del óvulo”. Es decir estamos ante un método abortivo, pues el óvulo fecundado ya tiene ADN propio; tampoco se dice que el Dispositivo intrauterino (DIU), es también abortivo.
Sobre éste, recibí una carta de una psicóloga que decía:
“En este punto hay que recordar que todo proceso biológico tiene su registro psicológico. La mujer registra en su inconsciente tanto el embarazo cuanto su impedida anidación y posterior pérdida.
"Si es normal en la mujer vivir la menstruación como un fracaso de la procreatividad, si bien en forma inconsciente, por lo cual se registran en un buen porcentaje de microdepresiones, bajadas del estado anímico, mayor sensibilización, cuánto más vivirá como pérdida significativa o duelo la caída de la célula huevo a la que se ha impedido anidar.
"En psicoterapia se observa muchas veces en tratamientos con mujeres que van bien en su proceso terapéutico, que de pronto éstas manifiestan una significativa caída anímica. Estos microduelos o pequeñas depresiones aparentemente sin motivo tenían a los terapeutas desconcertados hasta que se comenzó a interrogar qué método anticonceptivo usaban, la fecha de la última menstruación etc., siendo en su casi totalidad el método utilizado el DIU, pues la mujer registra su aborto y ello le provoca un daño psíquico.
"Además, la presencia constante de un elemento extraño en el interior del propio cuerpo, en el centro de la gestación, tan central en la constitución del ser de la mujer, inclinada por su misma naturaleza a la vida, a darla y a cuidarla, a alojarla y a protegerla, le genera una contradicción vital que le provoca una tensión, una irritación difusa constante, un subterráneo enojo con la pareja, un sentimiento de culpa y muchas veces depresión. Esto le provoca un rechazo del matrimonio que parece colocarla en una situación de objeto para un uso determinado, en favor del cual, como objeto, debe clausurar mecánicamente parte de su dinámica biológica, no teniendo en cuenta la unidad de su ser y que lo biológico y lo psicológico no pueden ir cada uno por su lado, con una dinámica totalmente separada.
Por lo dicho, porque el ser humano es una unidad, esto ocasiona también no pocos problemas físicos: dolor, hemorragias, contracciones (el útero quiere expulsar el cuerpo extraño) y hasta infecciones” (I. Moreira, psicóloga).
El gran problema de nuestra Sanidad es que son unos perfectos amorales, que ni siquiera se les ocurre hablar a nuestros jóvenes de que la castidad y la fidelidad son la mejor prevención, cosa que hemos de hacer porque creemos que, especialmente en la vida sexual, la libertad y la responsabilidad no sólo son posibles, sino que son la base de la dignidad humana. Más que hablar a nuestros jóvenes del sexo libre o seguro, es preferible educar a nuestros jóvenes a que sepan ser responsables en estas cuestiones, lo mismo que les pedimos responsabilidad en lo referente a las bebidas, las drogas o el tráfico. No es suficiente informar al adolescente y al joven, hay que acompañarle y ayudarle, para que efectivamente pueda ser una persona libre, que es la que es capaz de mandar en sí misma. La verdadera solución no está en la precaución del preservativo, sino en una auténtica educación sexual que fortalezca la voluntad y haga posible una conducta adecuada.
Ahora bien, dado que hay personas que son incapaces de continencia y fidelidad, para ellos parece conveniente, aunque sea siempre una conducta inmoral, que diminuyan en lo posible riesgos de embarazo o de enfermedad. A los que así actúan recordémosles que si no son castos, por lo menos no sean tontos, siendo para estos casos la fórmula abstinencia, fidelidad (be faithful en inglés) y condón (lo que suele llamarse fórmula ABC), el consejo de los especialistas y de la Organización Mundial de la Salud. De estas tres la abstinencia es la única absolutamente segura, la fidelidad monogámica debiera serlo también, pero puede haber sorpresas con el comportamiento del otro, y el condón disminuye algo los riesgos, pero no garantiza nada.
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