Sobre la corrupción
Todos los españoles estamos horrorizados ante la amplitud e importancia de los casos de corrupción que vamos conociendo y que son también fruto de la crisis de valores y de ese "yo no quiero líos", de quien debiera haber actuado.
por Pedro Trevijano
Creo que la corrupción ha acompañado en todas las épocas al ser humano. En la película Un hombre para la eternidad, se nos cuenta que cuando Santo Tomás Moro alega que él nunca ha condenado la boda de Enrique VIII con Ana Bolena, se le dice: “Pero tampoco la has aprobado y tienes fama de ser el único político honrado que hay en Europa. Tu silencio atruena”. En la Historia de España hay también numerosos casos de corrupción, entre los que destacan el duque de Lerma y Maria Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII y Reina regente de Isabel II.
En tiempos más recientes mi hermano mayor José María, ha publicado en el 2007, justo cuando se producía su fallecimiento, un libro en la editorial Libros Libres, titulado Contra la corrupción en la administración. Defensa de los accionistas minoritarios frente a las grandes corporaciones. La batalla de mi hermano fue contra el llamado derecho de suscripción preferente, que perjudica a los pequeños accionistas ante la inhibición y en algún caso cooperación de las instituciones que debieran protegerles. Sus denuncias chocaron con la pasividad e inhibición de los Gobiernos de España de ambos Partidos y de aquellos tiempos, porque nadie quería saber nada de ese avispero. Ello motivó que mi hermano llevase el asunto ante la Unión Europea, la cual falló a su favor el 14 de diciembre del 2004.
Dice así la Nota de la Comisión europea: “La Comisión ha decidido solicitar formalmente al Gobierno español que modifique la normativa nacional que permite la discriminación de los accionistas de sociedades anónimas cotizadas con ocasión de la emisión de nuevas acciones y obligaciones convertibles. La Comisión considera que este trato discriminatorio infringe el principio de igualdad de trato a los accionistas y los derechos preferentes concedidos a éstos con arreglo a la Segunda Directiva sobre Derecho de Sociedades (artículos 42 y 29)… Por tanto la Comisión ha pedido a España que modifique esta Ley para ajustarla plenamente a la normativa comunitaria, lo cual garantizará que los inversores no vean repetidamente reducida su influencia en una sociedad por el debilitamiento de sus participaciones”.
En estos momentos creo que todos los españoles estamos horrorizados ante la amplitud e importancia de los casos de corrupción que vamos conociendo y que son también fruto de la crisis de valores y de ese “yo no quiero líos”, de quien debiera haber actuado. Como me decía uno de mis sobrinos: “El abuelo se equivocó. Él creía que estábamos en una sociedad sana con algunos elementos corruptos, pero en realidad estamos ante una sociedad corrupta con algunos elementos sanos”.
Por ello cuando Rajoy pide perdón contra la corrupción que afecta al Partido Popular me parece bien, pero no me convence en absoluto. Luchar contra la corrupción económica está bien, porque al fin y al cabo más vale tarde que nunca, pero la corrupción que es permitir el crimen de la muerte de ciento treinta mil niños en el seno de su madre al año en España y que siga en vigor el que se pueda educar a los niños, adolescentes y jóvenes en la perspectiva de género me parece peor. La muerte de seres inocentes y la corrupción de menores es peor que cualquier escándalo económico, y por ello no veo a Rajoy y sus adláteres luchando por la limpieza moral de nuestra España.
No puedo por menos de terminar recordando un refrán popular: “Delante de la casa del creyente no dejes el trigo, pero delante de la del no creyente, ni el trigo ni la cebada”.
En tiempos más recientes mi hermano mayor José María, ha publicado en el 2007, justo cuando se producía su fallecimiento, un libro en la editorial Libros Libres, titulado Contra la corrupción en la administración. Defensa de los accionistas minoritarios frente a las grandes corporaciones. La batalla de mi hermano fue contra el llamado derecho de suscripción preferente, que perjudica a los pequeños accionistas ante la inhibición y en algún caso cooperación de las instituciones que debieran protegerles. Sus denuncias chocaron con la pasividad e inhibición de los Gobiernos de España de ambos Partidos y de aquellos tiempos, porque nadie quería saber nada de ese avispero. Ello motivó que mi hermano llevase el asunto ante la Unión Europea, la cual falló a su favor el 14 de diciembre del 2004.
Dice así la Nota de la Comisión europea: “La Comisión ha decidido solicitar formalmente al Gobierno español que modifique la normativa nacional que permite la discriminación de los accionistas de sociedades anónimas cotizadas con ocasión de la emisión de nuevas acciones y obligaciones convertibles. La Comisión considera que este trato discriminatorio infringe el principio de igualdad de trato a los accionistas y los derechos preferentes concedidos a éstos con arreglo a la Segunda Directiva sobre Derecho de Sociedades (artículos 42 y 29)… Por tanto la Comisión ha pedido a España que modifique esta Ley para ajustarla plenamente a la normativa comunitaria, lo cual garantizará que los inversores no vean repetidamente reducida su influencia en una sociedad por el debilitamiento de sus participaciones”.
En estos momentos creo que todos los españoles estamos horrorizados ante la amplitud e importancia de los casos de corrupción que vamos conociendo y que son también fruto de la crisis de valores y de ese “yo no quiero líos”, de quien debiera haber actuado. Como me decía uno de mis sobrinos: “El abuelo se equivocó. Él creía que estábamos en una sociedad sana con algunos elementos corruptos, pero en realidad estamos ante una sociedad corrupta con algunos elementos sanos”.
Por ello cuando Rajoy pide perdón contra la corrupción que afecta al Partido Popular me parece bien, pero no me convence en absoluto. Luchar contra la corrupción económica está bien, porque al fin y al cabo más vale tarde que nunca, pero la corrupción que es permitir el crimen de la muerte de ciento treinta mil niños en el seno de su madre al año en España y que siga en vigor el que se pueda educar a los niños, adolescentes y jóvenes en la perspectiva de género me parece peor. La muerte de seres inocentes y la corrupción de menores es peor que cualquier escándalo económico, y por ello no veo a Rajoy y sus adláteres luchando por la limpieza moral de nuestra España.
No puedo por menos de terminar recordando un refrán popular: “Delante de la casa del creyente no dejes el trigo, pero delante de la del no creyente, ni el trigo ni la cebada”.
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