Crueldad, Mentira, Facha, Desfachatez
Que el aborto es cruel, está claro. Basta haber visto la película de una operación abortiva y ver cómo se descuartiza al feto, mientras éste intenta huir de los instrumentos que le están dando muerte
por Pedro Trevijano
Suele decirse que no hay mejor defensa que un buen ataque, y eso es lo que debieron pensar Elena Valenciano y Soraya Rodríguez, dignas sucesoras en el PSOE de las inefables Leyre Pajín y Bibiana Aido.
Elena Valenciano calificó de crueldad, mentira y desfachatez la postura de los antiabortistas provida y Soraya Rodríguez a la tímida reforma del ministro de Justicia Gallardón en la nueva Ley del Aborto de ley facha. Como son ellas las que se merecen esos calificativos, voy a razonarlo.
Para empezar la Declaración de Derechos Humanos de la ONU del 10-XII1948 dice en su art. 3º: “todo individuo tiene derecho a la vida”, derecho que se tiene por el mero hecho de existir, mientras que la Declaración de Derechos del Niño, aprobada por la ONU el 20 de Noviembre de 1959, dice en su Preámbulo, que el niño “tiene necesidad de una particular protección y de cuidados especiales, incluida una adecuada protección jurídica, sea antes que después del nacimiento”. El derecho a la vida es el derecho humano fundamental, hasta el punto que es la base de los demás derechos. Si no estoy vivo, no necesito los demás derechos.
Abortar consiste en provocar la muerte del óvulo fecundado, embrión o feto, dentro del seno materno. Los avances científicos nos indican ya de un modo evidente que la vida humana empieza en la fecundación y que lo que se destruye es un ser humano, como sucede en Veterinaria donde nadie pone en duda que lo que se destruye es desde el principio un feto de esa especie animal. El embrión humano es humano desde el principio; sus primeros estadios se distinguen claramente de los de las otras especies.
Que el aborto es cruel, está claro. Basta haber visto la película de una operación abortiva y ver cómo se descuartiza al feto, mientras éste intenta huir de los instrumentos que le están dando muerte.
Mentira: el aborto no es un derecho, es un crimen. Suprimir unas cuantas células en un corte de pelo o de uñas no ocasiona problemas, pero un aborto sí, porque es suprimir una vida. La Medicina está para defender y proteger la vida, no para destruirla. Se mata a un ser humano y otro, la madre que ha abortado, queda en muchas ocasiones destrozada psíquicamente, como sabemos muy bien los sacerdotes que nos encontramos con tantos y tantos casos a quienes el aborto ha deshecho sus vidas, incluso, en ocasiones, por una mera cooperación.
Facha: La Rusia Soviética fue el primer país del mundo, en 1920, en legalizar el aborto. El segundo en 1935, la Alemania de Hitler. Al acabar la Segunda Guerra Mundial ningún país, ante las leyes eugenésicas y raciales nazis, se atrevía a defender la eugenesia. Hoy, los abortistas, se enorgullecen de ella y han armado en España un gran escándalo, porque se quiere suprimir la eugenesia como motivo para abortar. Si Hitler resucitase, vería con agrado el éxito de sus ideas. Hay que tener la desfachatez hitleriana para no darse cuenta que los abortistas defienden lo mismo que los nazis y encima para atreverse a llamar fachas, que es lo que son ellos, a los que defendemos la vida. Por cierto, en Educación nuestra izquierda también defiende lo mismo que los nazis, como resulta claro leyendo la “Mit brennender Sorge” de Pío XI.
He visitado unos cuantos campos de concentración nazis. Me duele, y creo que también a Dios, que, en muchos países, estén abiertos unos campos de muerte, a los que se llama clínicas abortivas, en los que se mata a seres humanos indefensos, como son los embriones y fetos. En efecto, Jesucristo nos dice: “No es Dios de muertos, sino de vivos” (Mc 12,27); “he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn 10,10); “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).
El Concilio Vaticano II declara: “se ha de proteger la vida humana con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes nefandos” (GS nº 51). El Papa Francisco, en la “Evangelii Gaudium” nos dice: “Esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades” (nº 213); “Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o ‘modernizaciones’. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana” (nº 214). Y en su discurso al Cuerpo Diplomático, añade: “Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos, que vienen «descartados» como si fueran «cosas no necesarias». Por ejemplo, suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto, o en los que son utilizados como soldados, violentados o asesinados en los conflictos armados”.
El reciente cardenal don Fernando Sebastián nos dice: «Para un católico, ley de aborto, ninguna. El debate sobre el aborto en España está pervertido desde el principio porque no quieren reconocer qué es de verdad el aborto. Se habla de la interrupción del embarazo como si fuera un sarampión o fuera unas varices, se habla de mil cosas, nunca de lo que es realmente el aborto: eliminar la vida de un ser humano en las primeras fases de su desarrollo en el vientre de su madre. ¿Hay alguna mujer que se sienta con el derecho de matar a su hijo? A eso es a lo que debe responder el señor Rubalcaba».
Es increíble y lamentable, porque indica su nivel moral, que muy buena parte de nuestra clase dirigente apoye descaradamente el crimen, signo lamentable de la descristianización de nuestro país. En los Partidos de izquierdas y en el PNV hay casi unanimidad con alguna rara excepción, y en el PP muchos importantes dirigentes como Cristina Cifuentes, Celia Villalobos, o los Presidentes de las Comunidades Autónomas de Castilla-León, Galicia y Extremadura se declaran a favor del aborto, es decir de la eliminación de vidas humanas inocentes.
Para las personas sensatas con estas cosas los políticos su desprestigio se lo ganan a pulso, pues como decía la Premio Nobel de la Paz, Teresa de Calcuta, “el mayor destructor de la paz en el mundo es el aborto”, pero apoyemos a los políticos que aún quedan honrados, que su tarea es muy importante. Para mí por supuesto el aborto es un asunto decisivo a la hora de votar.
Pedro Trevijano
Elena Valenciano calificó de crueldad, mentira y desfachatez la postura de los antiabortistas provida y Soraya Rodríguez a la tímida reforma del ministro de Justicia Gallardón en la nueva Ley del Aborto de ley facha. Como son ellas las que se merecen esos calificativos, voy a razonarlo.
Para empezar la Declaración de Derechos Humanos de la ONU del 10-XII1948 dice en su art. 3º: “todo individuo tiene derecho a la vida”, derecho que se tiene por el mero hecho de existir, mientras que la Declaración de Derechos del Niño, aprobada por la ONU el 20 de Noviembre de 1959, dice en su Preámbulo, que el niño “tiene necesidad de una particular protección y de cuidados especiales, incluida una adecuada protección jurídica, sea antes que después del nacimiento”. El derecho a la vida es el derecho humano fundamental, hasta el punto que es la base de los demás derechos. Si no estoy vivo, no necesito los demás derechos.
Abortar consiste en provocar la muerte del óvulo fecundado, embrión o feto, dentro del seno materno. Los avances científicos nos indican ya de un modo evidente que la vida humana empieza en la fecundación y que lo que se destruye es un ser humano, como sucede en Veterinaria donde nadie pone en duda que lo que se destruye es desde el principio un feto de esa especie animal. El embrión humano es humano desde el principio; sus primeros estadios se distinguen claramente de los de las otras especies.
Que el aborto es cruel, está claro. Basta haber visto la película de una operación abortiva y ver cómo se descuartiza al feto, mientras éste intenta huir de los instrumentos que le están dando muerte.
Mentira: el aborto no es un derecho, es un crimen. Suprimir unas cuantas células en un corte de pelo o de uñas no ocasiona problemas, pero un aborto sí, porque es suprimir una vida. La Medicina está para defender y proteger la vida, no para destruirla. Se mata a un ser humano y otro, la madre que ha abortado, queda en muchas ocasiones destrozada psíquicamente, como sabemos muy bien los sacerdotes que nos encontramos con tantos y tantos casos a quienes el aborto ha deshecho sus vidas, incluso, en ocasiones, por una mera cooperación.
Facha: La Rusia Soviética fue el primer país del mundo, en 1920, en legalizar el aborto. El segundo en 1935, la Alemania de Hitler. Al acabar la Segunda Guerra Mundial ningún país, ante las leyes eugenésicas y raciales nazis, se atrevía a defender la eugenesia. Hoy, los abortistas, se enorgullecen de ella y han armado en España un gran escándalo, porque se quiere suprimir la eugenesia como motivo para abortar. Si Hitler resucitase, vería con agrado el éxito de sus ideas. Hay que tener la desfachatez hitleriana para no darse cuenta que los abortistas defienden lo mismo que los nazis y encima para atreverse a llamar fachas, que es lo que son ellos, a los que defendemos la vida. Por cierto, en Educación nuestra izquierda también defiende lo mismo que los nazis, como resulta claro leyendo la “Mit brennender Sorge” de Pío XI.
He visitado unos cuantos campos de concentración nazis. Me duele, y creo que también a Dios, que, en muchos países, estén abiertos unos campos de muerte, a los que se llama clínicas abortivas, en los que se mata a seres humanos indefensos, como son los embriones y fetos. En efecto, Jesucristo nos dice: “No es Dios de muertos, sino de vivos” (Mc 12,27); “he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn 10,10); “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).
El Concilio Vaticano II declara: “se ha de proteger la vida humana con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes nefandos” (GS nº 51). El Papa Francisco, en la “Evangelii Gaudium” nos dice: “Esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades” (nº 213); “Éste no es un asunto sujeto a supuestas reformas o ‘modernizaciones’. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana” (nº 214). Y en su discurso al Cuerpo Diplomático, añade: “Por desgracia, objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos, que vienen «descartados» como si fueran «cosas no necesarias». Por ejemplo, suscita horror sólo el pensar en los niños que no podrán ver nunca la luz, víctimas del aborto, o en los que son utilizados como soldados, violentados o asesinados en los conflictos armados”.
El reciente cardenal don Fernando Sebastián nos dice: «Para un católico, ley de aborto, ninguna. El debate sobre el aborto en España está pervertido desde el principio porque no quieren reconocer qué es de verdad el aborto. Se habla de la interrupción del embarazo como si fuera un sarampión o fuera unas varices, se habla de mil cosas, nunca de lo que es realmente el aborto: eliminar la vida de un ser humano en las primeras fases de su desarrollo en el vientre de su madre. ¿Hay alguna mujer que se sienta con el derecho de matar a su hijo? A eso es a lo que debe responder el señor Rubalcaba».
Es increíble y lamentable, porque indica su nivel moral, que muy buena parte de nuestra clase dirigente apoye descaradamente el crimen, signo lamentable de la descristianización de nuestro país. En los Partidos de izquierdas y en el PNV hay casi unanimidad con alguna rara excepción, y en el PP muchos importantes dirigentes como Cristina Cifuentes, Celia Villalobos, o los Presidentes de las Comunidades Autónomas de Castilla-León, Galicia y Extremadura se declaran a favor del aborto, es decir de la eliminación de vidas humanas inocentes.
Para las personas sensatas con estas cosas los políticos su desprestigio se lo ganan a pulso, pues como decía la Premio Nobel de la Paz, Teresa de Calcuta, “el mayor destructor de la paz en el mundo es el aborto”, pero apoyemos a los políticos que aún quedan honrados, que su tarea es muy importante. Para mí por supuesto el aborto es un asunto decisivo a la hora de votar.
Pedro Trevijano
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