Pertenecer para ser libres
Tenemos necesidad de la ayuda del Señor para comprender lo signos de los tiempos y el Espíritu Santo nos da ese regalo, la inteligencia de la fe que es inteligencia de la realidad
por José Luis Restán
Aún estaban vivos en la prensa internacional los ecos de la Evangelii Gaudium. Buena parte de las cabeceras, encantadas, no por el contenido real de este texto sino por la supuesta aceptación del espíritu del siglo. Y otro frente, minoritario pero significativo, enrabietado por el supuesto “izquierdismo” de Francisco. Era el último viernes antes del Adviento y el Papa predicaba por la mañana en Santa Marta contra “el pensamiento uniforme, el pensamiento débil... el espíritu del mundo que no quiere que nos preguntemos delante de Dios ¿por qué esto, por qué aquello? No sé si Francisco había leído los periódicos, el caso es que denunciaba ese espíritu “que no nos quiere pueblo, nos quiere masa, sin pensamiento, sin libertad”
Días antes, sin que ningún titular de la gran prensa lo recogiera”, el Papa había cargado contra esa forma de “progresismo adolescente” (la calificación es suya, muy suya) que pretende negociarlo todo, dispuesto a someterse a la uniformidad hegemónica del pensamiento único, fruto de una mundanidad que nos conduce a la apostasía. El trasfondo era nada menos que la resistencia de los Macabeos frente a sus torturadores, y Francisco añadía que también hoy “se realizan sacrificios humanos y se formulan leyes para darles cobertura”. Imposible no ver aquí una clara referencia a la lacra del aborto en nuestras sociedades.
De nuevo, como San Pablo a los Romanos, Francisco advierte de la necesidad de no ajustarnos a este mundo que nos propone “un pensamiento prêt-à-porter, de acuerdo a nuestros propios gustos: yo pienso como me da la gana”. Como si en eso consistiera la libertad. Por el contrario lo que Jesús nos pide es el libre pensamiento, el pensamiento de un hombre y de una mujer que son parte del pueblo de Dios. Y este es otro de los puntos clave de la homilía del pasado viernes: el Papa vincula la posibilidad real de la libertad a la pertenencia al Pueblo de Dios.
“Piensen en los profetas... Tú no eras mi pueblo, ahora te digo ‘pueblo mío´: así dice el Señor. Y ésta es la salvación: hacernos pueblo, pueblo de Dios, para tener libertad». Porque verdaderamente tenemos necesidad de la ayuda del Señor para comprender lo signos de los tiempos y el Espíritu Santo nos da ese regalo, la inteligencia de la fe que es inteligencia de la realidad, pero nos lo da a través de la pertenencia a su pueblo, a través de la educación que el cristiano experimenta dentro del camino de la Iglesia. Sólo así, advierte agudamente el Papa Bergoglio, seremos libres del pensamiento débil, de la esclavitud de la opinión dominante y del propio gusto. Una homilía para enmarcar.
© PáginasDigital.es
Días antes, sin que ningún titular de la gran prensa lo recogiera”, el Papa había cargado contra esa forma de “progresismo adolescente” (la calificación es suya, muy suya) que pretende negociarlo todo, dispuesto a someterse a la uniformidad hegemónica del pensamiento único, fruto de una mundanidad que nos conduce a la apostasía. El trasfondo era nada menos que la resistencia de los Macabeos frente a sus torturadores, y Francisco añadía que también hoy “se realizan sacrificios humanos y se formulan leyes para darles cobertura”. Imposible no ver aquí una clara referencia a la lacra del aborto en nuestras sociedades.
De nuevo, como San Pablo a los Romanos, Francisco advierte de la necesidad de no ajustarnos a este mundo que nos propone “un pensamiento prêt-à-porter, de acuerdo a nuestros propios gustos: yo pienso como me da la gana”. Como si en eso consistiera la libertad. Por el contrario lo que Jesús nos pide es el libre pensamiento, el pensamiento de un hombre y de una mujer que son parte del pueblo de Dios. Y este es otro de los puntos clave de la homilía del pasado viernes: el Papa vincula la posibilidad real de la libertad a la pertenencia al Pueblo de Dios.
“Piensen en los profetas... Tú no eras mi pueblo, ahora te digo ‘pueblo mío´: así dice el Señor. Y ésta es la salvación: hacernos pueblo, pueblo de Dios, para tener libertad». Porque verdaderamente tenemos necesidad de la ayuda del Señor para comprender lo signos de los tiempos y el Espíritu Santo nos da ese regalo, la inteligencia de la fe que es inteligencia de la realidad, pero nos lo da a través de la pertenencia a su pueblo, a través de la educación que el cristiano experimenta dentro del camino de la Iglesia. Sólo así, advierte agudamente el Papa Bergoglio, seremos libres del pensamiento débil, de la esclavitud de la opinión dominante y del propio gusto. Una homilía para enmarcar.
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