La Iglesia y la teología de la liberación
Dar a entender que hablar de los pobres en la Iglesia no significa hacer pauperismo y que denunciar la injusticia que sufren los más débiles no significa ser marxistas, sino simplemente, cristianos
por Andrea Tornielli
Llega la paz entre el Vaticano y la Teología de la Liberación. Después de las condenas de la década de los ochenta, los excesos y las incomprensiones, la TDL obtiene ciudadanía plena en la Iglesia. Una pacificación que se da en el nuevo clima que se respira desde la elección del primer Papa latinoamericano y con la aceleración del proceso de beatificación del obispo mártir Óscar Arnulfo Romero.
Aunque se trate de algo que nació desde el último periodo del pontificado de Benedicto XVI, quien quiso como su sucesor en la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, al arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller. Un religioso a quien conoce muy bien y que pasó varios años trabajando con los campesionos latinoamericanos, además de haber entablado un diálogo profundo con el teólogo más importante y autorizado de la TDL, el dominico peruano Gustavo Gutiérrez.
Ambos firmaron en 2004 un volumen publicado en Alemania. Pero en ese entonces Müller era solo un obispo alemán y no el “custodio” de la ortodoxia católica. El hecho de que el volumen acabe de ser publicado en Italia y que se presente el próximo domingo (con la participación de ambos autores) en el “Festivaletteratura” de Mantua, significa que el Prefecto Müller, que hoy guía la Congregación que durante la década de los ochenta condenó algunos excesos de la TDL, considera que sus aportes tienen absoluta validez y actualidad.
No es, pues, un accidente, sino unasituación bien sopesada, destinada a cerrar, por lo menos en las intenciones, el capítulo de las guerras teológicas del pasado. Las obras de Gutiérrez, cuando Ratzinger era Prefecto de la Doctrina de la Fe, fueron sometidas a un largo y detallado análisis, y nunca fueron censuradas ni condenadas.
En realidad, la Santa Sede condenaba solamente aquella TDL que se basa en el análisis marxista y no su conjunto. En uno de los ensayos publicados en el libro, el mismo Müller describe los factores políticos y geopolíticos que condicionaron a lo largo de los años, ciertas acusaciones en contra de la TDL, en una época en la que cierto capitalismo era percibido como «definitivamente victorioso». Por no mencionar el documento secreto, también citado por el sucesor de Ratzinger en el libro, que preparó el Comité de Santa Fe para el presidente Ronald Regan en 1980, es decir cuatro años antes de la primera Instrucción vaticana sobre la TDL. En ese documento se solicitaba que el gobierno estadounidense emprendiera acciones en contra de la TDL, culpable de haber transformado la Iglesia católica en «arma política en contra de la propiedad privada y del sistema de producción capitalista».
Con el Papa del “fin del mundo”, que nunca ha sido indulgente ni con las ideologías ni con el enfoque intelectual de ciertas tendencias teológicas filomarxistas, sino que, cuando era arzobispo, estaba acostumbrado a visitar sin escolta las “favelas” de Buenos Aires y que ahora, como Papa, habla de una «Iglesia pobre y para los pobres», la reconciliación entre el Vaticano y la Teología de la Liberación se cumple. Con un Prefecto del ex Santo Oficio que firmó un libro al lado del padre Gutiérrez. Para dar a entender que hablar de los pobres en la Iglesia no significa hacer pauperismo y que denunciar la injusticia que sufren los más débiles no significa ser marxistas, sino simplemente, cristianos.
Aunque se trate de algo que nació desde el último periodo del pontificado de Benedicto XVI, quien quiso como su sucesor en la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, al arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller. Un religioso a quien conoce muy bien y que pasó varios años trabajando con los campesionos latinoamericanos, además de haber entablado un diálogo profundo con el teólogo más importante y autorizado de la TDL, el dominico peruano Gustavo Gutiérrez.
Ambos firmaron en 2004 un volumen publicado en Alemania. Pero en ese entonces Müller era solo un obispo alemán y no el “custodio” de la ortodoxia católica. El hecho de que el volumen acabe de ser publicado en Italia y que se presente el próximo domingo (con la participación de ambos autores) en el “Festivaletteratura” de Mantua, significa que el Prefecto Müller, que hoy guía la Congregación que durante la década de los ochenta condenó algunos excesos de la TDL, considera que sus aportes tienen absoluta validez y actualidad.
No es, pues, un accidente, sino unasituación bien sopesada, destinada a cerrar, por lo menos en las intenciones, el capítulo de las guerras teológicas del pasado. Las obras de Gutiérrez, cuando Ratzinger era Prefecto de la Doctrina de la Fe, fueron sometidas a un largo y detallado análisis, y nunca fueron censuradas ni condenadas.
En realidad, la Santa Sede condenaba solamente aquella TDL que se basa en el análisis marxista y no su conjunto. En uno de los ensayos publicados en el libro, el mismo Müller describe los factores políticos y geopolíticos que condicionaron a lo largo de los años, ciertas acusaciones en contra de la TDL, en una época en la que cierto capitalismo era percibido como «definitivamente victorioso». Por no mencionar el documento secreto, también citado por el sucesor de Ratzinger en el libro, que preparó el Comité de Santa Fe para el presidente Ronald Regan en 1980, es decir cuatro años antes de la primera Instrucción vaticana sobre la TDL. En ese documento se solicitaba que el gobierno estadounidense emprendiera acciones en contra de la TDL, culpable de haber transformado la Iglesia católica en «arma política en contra de la propiedad privada y del sistema de producción capitalista».
Con el Papa del “fin del mundo”, que nunca ha sido indulgente ni con las ideologías ni con el enfoque intelectual de ciertas tendencias teológicas filomarxistas, sino que, cuando era arzobispo, estaba acostumbrado a visitar sin escolta las “favelas” de Buenos Aires y que ahora, como Papa, habla de una «Iglesia pobre y para los pobres», la reconciliación entre el Vaticano y la Teología de la Liberación se cumple. Con un Prefecto del ex Santo Oficio que firmó un libro al lado del padre Gutiérrez. Para dar a entender que hablar de los pobres en la Iglesia no significa hacer pauperismo y que denunciar la injusticia que sufren los más débiles no significa ser marxistas, sino simplemente, cristianos.
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