Scola: el ´juego del Espíritu´ y la tarea de Europa
Scola se ha medido en un diálogo vivaz con los directores de tres importantes diarios laicos italianos (La Repubblica, Il Corriere della Sera, Il Foglio) y con uno de los editorialistas más prestigiosos del Avvenire
por José Luis Restán
Había expectación por escuchar de nuevo al cardenal Scola tras el cónclave, y la publicación de un nuevo libro (No nos olvidemos de Dios) sobre la presencia de la fe cristiana en la sociedad plural ha brindado una oportunidad de oro. Scola se ha medido en un diálogo vivaz con los directores de tres importantes diarios laicos italianos (La Repubblica, Il Corriere della Sera, Il Foglio) y con uno de los editorialistas más prestigiosos del Avvenire, periódico de la Conferencia Episcopal Italiana.
En un auditorio lleno hasta la bandera, el cardenal sostuvo que la afirmación cristiana de que Cristo es la Verdad no sólo es compatible con el marco de una sociedad plural y democrática, sino que es un factor de gran fecundidad para todos, creyentes y no creyentes.
La cuestión de la nueva laicidad y la forma en que la fe cristiana puede desenvolverse en el mundo postmoderno es un tema estrella del arzobispo de Milán. Pero en esta ocasión se esperaba también una palabra sobre el actual momento eclesial. Como quien comparte una confidencia, el cardenal afirmó que desde la última Navidad había crecido en él la dolorosa observación de "un gran cansancio" que afecta a las sociedades europeas, pero también a la Iglesia que camina en el viejo continente, un cansancio que bloquea sus energías a la hora de desempeñar una tarea que, según Scola, sigue siendo específicamente europea.
Anticipando que esperaba no ser mal entendido, reconoció que "no soy de los que piensan que basta la gran juventud de las iglesias de América Latina y África; es necesaria, pero no basta; existe algo que se llama complejidad, de lo cual las iglesias de casi el fin del mundo, de América Latina y África, todavía tienen necesidad, y que sólo puede venir de esta Europa fatigada, de la razón que nace de su historia".
A continuación el cardenal Scola se refirió a los hechos providenciales que han tenido lugar en estos meses, desde la renuncia de Benedicto XVI a la elección del papa Francisco. Por un lado ha destacado la "extraordinaria inteligencia y humildad de Benedicto XVI" que ha permitido "el juego del Espíritu": provocar "un giro" en esa situación de cansancio, al introducir "un factor de gran esperanza y novedad con la figura de Francisco como respuesta a la necesidad de una esperanza fiable".
La propia imagen de Scola dialogando con tres grandes espadas del cuarto poder en un foro laico, sobre fe y sociedad plural, es una documentación de esa tarea que aún espera a la fatigada pero riquísima cultura europea. Una tarea que tiene su reflejo necesario en la vida de la Iglesia: el ímpetu y la frescura de las jóvenes iglesias, imprescindible en este escenario de cansancio posmoderno, necesita también la riqueza de pensamiento, de creación y de experiencia que atesora el catolicismo europeo.
© PáginasDigital.es
En un auditorio lleno hasta la bandera, el cardenal sostuvo que la afirmación cristiana de que Cristo es la Verdad no sólo es compatible con el marco de una sociedad plural y democrática, sino que es un factor de gran fecundidad para todos, creyentes y no creyentes.
La cuestión de la nueva laicidad y la forma en que la fe cristiana puede desenvolverse en el mundo postmoderno es un tema estrella del arzobispo de Milán. Pero en esta ocasión se esperaba también una palabra sobre el actual momento eclesial. Como quien comparte una confidencia, el cardenal afirmó que desde la última Navidad había crecido en él la dolorosa observación de "un gran cansancio" que afecta a las sociedades europeas, pero también a la Iglesia que camina en el viejo continente, un cansancio que bloquea sus energías a la hora de desempeñar una tarea que, según Scola, sigue siendo específicamente europea.
Anticipando que esperaba no ser mal entendido, reconoció que "no soy de los que piensan que basta la gran juventud de las iglesias de América Latina y África; es necesaria, pero no basta; existe algo que se llama complejidad, de lo cual las iglesias de casi el fin del mundo, de América Latina y África, todavía tienen necesidad, y que sólo puede venir de esta Europa fatigada, de la razón que nace de su historia".
A continuación el cardenal Scola se refirió a los hechos providenciales que han tenido lugar en estos meses, desde la renuncia de Benedicto XVI a la elección del papa Francisco. Por un lado ha destacado la "extraordinaria inteligencia y humildad de Benedicto XVI" que ha permitido "el juego del Espíritu": provocar "un giro" en esa situación de cansancio, al introducir "un factor de gran esperanza y novedad con la figura de Francisco como respuesta a la necesidad de una esperanza fiable".
La propia imagen de Scola dialogando con tres grandes espadas del cuarto poder en un foro laico, sobre fe y sociedad plural, es una documentación de esa tarea que aún espera a la fatigada pero riquísima cultura europea. Una tarea que tiene su reflejo necesario en la vida de la Iglesia: el ímpetu y la frescura de las jóvenes iglesias, imprescindible en este escenario de cansancio posmoderno, necesita también la riqueza de pensamiento, de creación y de experiencia que atesora el catolicismo europeo.
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