Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La ignorancia religiosa


En muchas ocasiones la pérdida de la fe, se debe a la ignorancia. Y sin embargo la fe y las ciencias no sólo no son incompatibles, sino que ambas se fundamentan en el mismo Dios Creador, y son las dos alas con las que el espíritu humano trata de elevarse para conocer la verdad

por Pedro Trevijano

Opinión

Jean Jaurès, prohombre del socialismo francés, fundador del periódico L´Humanité, asesinado por sus ideas pacifistas dos días antes del estallido de la Primera Guerra Mundial escribía a su hijo, que le pedía verse libre de la clase de Religión, lo siguiente: “¿Cómo seria completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?”.

Pienso que el político francés da en el clavo. Para empezar mucha gente, que no se atrevería a hablar de Matemáticas, Ciencias o Filosofía, porque es consciente de su ignorancia en ese tema, en Religión habla con todo desparpajo e ignorancia. Incluso uno puede saber mucho de una cosa y ser un ignorante integral en otros temas. Me contaron que Ortega y Gasset cuando se enteró que Ramón y Cajal pensaba escribir un libro de Filosofía, intentó disuadirle y que cuando lo escribió, comentó: “No hay derecho que porque un hombre haya descubierto unas neuronas, se crea con derecho a filosofar como un salvaje”. En Religión todavía en mayor escala todo el mundo se cree con derecho a opìnar. Recuerdo una discusión que tuve un día con una profesora, que me soltó como gran argumento contra lo que le decía, que una monja le había enseñado lo que ella decía… cuando tenía diez años.

Creo que en muchas ocasiones la pérdida de la fe, se debe a la ignorancia. Y sin embargo la fe y las ciencias no sólo no son incompatibles, sino que ambas se fundamentan en el mismo Dios Creador, y son las dos alas con las que el espíritu humano trata de elevarse para conocer la verdad. En muchos casos la formación religiosa termina a los dieciséis, diecisiete años, con la Confirmación. Pero mientras la formación humana y científica de esos chicos prosigue durante varios años más de estudios, con frecuencia en la Universidad, la formación religiosa se queda estancada en la adolescencia, con lo que no es difícil que los chicos sientan una clara diferencia entre su formación humana y religiosa. En pocas palabras, en muchos casos el vestido religioso se les queda pequeño, no es el adecuado para ayudarles a resolver sus problemas, por lo que acaban abandonándolo como un trapo inútil. Sólo pequeños grupos siguen profundizando en su fe en comunidades parroquiales o de movimientos eclesiásticos.

Es por tanto esencial la continuación de la formación religiosa, especialmente enseñándoles a superar los respetos humanos. Tenemos una mucho mejor mercancía, porque creemos que la vida humana tiene sentido, y que éste no es otro sino amar, que nuestro deseo de ser eterna y plenamente felices es totalmente alcanzable en el cielo, pero que ya en esta vida el Reino de Dios se ha iniciado en nosotros, y por tanto somos mucho más felices que los no creyentes, como quedó plenamente demostrado en la JMJ y que muchas de las cosas que dicen los jóvenes ateos, llevan muchos años diciéndose, hasta el punto que cuando leí el libro de Celso del siglo II “Contra los cristianos” me di cuenta que prácticamente todos los argumentos de la lucha anticristiana, salvo por razones obvias las Cruzadas y la Inquisición, están ya en ese libro, señal que los anticristianos no se distinguen ni por su imaginación, ni por su inventiva. Me imagino la cara de idiota que se le debió quedar a un joven francés que, a fines del siglo XIX, intentó convencer en un viaje en tren a un señor mayor que la ciencia demostraba la no existencia de Dios. El otro le atendió educadamente, pero cuando se despidieron le dejó su tarjeta: Luis Pasteur. Lo digo porque también a mí me ha pasado enfrentarme con ese mismo razonamiento, ya que los argumentos anticatólicos se repiten de generación en generación.

Hoy, afortunadamente, hay muchos medios para salir de la ignorancia religiosa. Grupos bíblicos, escuelas de Teología para seglares, formación para la catequesis, y otros muchos medios están a disposición de quien quiera usarlos, como los libros. Pero nunca se me olvidará lo que nos dijo un profesor de Teología: me pedís bibliografía, pues bien los evangelios son los primeros libros que debéis conocer y luego el resto del Nuevo Testamento. Catecismos sencillos como el YouCat o libros de divulgación, como los libros de entrevistas de Peter Seewald al cardenal Ratzinger y otros muchos son altamente recomendables. Pero indudablemente lo mejor para salir de la ignorancia es querer hacerlo.

Pedro Trevijano
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