La legislación familiar en España
Podemos decir de nuestra legislación que es absolutamente aberrante. La estabilidad de la familia no sólo no la valora, sino que la combate.
por Pedro Trevijano
El Documento de nuestra Conferencia Episcopal La verdad del amor humano, tiene como subtítulo Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar.
Este documento tiene una gran cosa buena: no teme ni decir la verdad, ni coger el toro por los cuernos, aunque también debo decir que si los enemigos de la Iglesia no se cortan a la hora de defender el crimen y la corrupción de menores, no veo por qué hemos de sentirnos acomplejados defendiendo la vida y la dignidad de las personas. Y la verdad, es, que como consecuencia de la ideología imperante en la izquierda, ellos consideran el matrimonio y la familia como dos instituciones a combatir e incluso a destruir.
Dicen nuestros Obispos:
“4. Las prácticas abortivas, las rupturas matrimoniales, la explotación de los débiles y de los empobrecidos, especialmente niños y mujeres, la anticoncepción y las esterilizaciones, las relaciones sexuales prematrimoniales, la degradación de las relaciones interpersonales, la prostitución, la violencia en el ámbito de la convivencia doméstica, las adicciones a la pornografía, a las drogas, al alcohol, al juego y a internet, etc., han aumentado de tal manera que no parece exagerado afirmar que la nuestra es una sociedad enferma. Detrás… está la profusión de algunos mensajes ideológicos y propuestas culturales; por ejemplo, la de la absolutización subjetivista de la libertad que, desvinculada de la verdad, termina por hacer de las emociones parciales la norma del bien y de la moralidad. Es indudable también que los hechos a que aludimos se han visto favorecidos por un conjunto de leyes que han diluido la realidad del matrimonio y han desprotegido todavía más el bien fundamental de la vida naciente".
En nota al pie, señalan los obispos:
"Al menos hay que hacer mención de: Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo; Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres; Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas llamada ley de identidad de género; Ley 13/2005 de 1 de Julio por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, según la cual el matrimonio deja de ser la unión de un hombre y una mujer para reconocer el ´derecho´ a contraer matrimonio civil a personas del mismo sexo; Ley 15/2005, de 8 de julio, por la que se modifican el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separación y divorcio, conocida como ley del ´divorcio exprés´, y la iniciativa del Congreso de Diputados para dispensación gratuita de la píldora postcoital. A todo ello hay que añadir las disposiciones educativas sobre esta materia”.
Y prosiguen sobre la legislación española sobre el matrimonio:
“109. En cambio, en España, la legislación actualmente vigente ha ido aún más allá. La Ley de 1 de julio de 2005, que modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, ha redefinido la figura jurídica del matrimonio. Este ha dejado de ser la institución del consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y a la procreación y se ha convertido en la institución de la convivencia afectiva entre dos personas, con la posibilidad de ser disuelta unilateralmente por alguna de ellas, solo con que hayan transcurrido tres meses desde la formalización del contrato de ´matrimonio´ que dio inicio a la convivencia. El matrimonio queda así transformado legalmente en la unión de dos ciudadanos cualesquiera para los que ahora se reserva en exclusiva el nombre de ´cónyuges´ o ´consortes´. De esa manera se establece una «insólita definición legal del matrimonio con exclusión de toda referencia a la diferencia entre el varón y la mujer». Es muy significativa al respecto la terminología del texto legal. Desaparecen los términos ´marido´ y ´mujer´, ´esposo´ y ´esposa´, ´padre´ y ´madre´. De este modo, los españoles han perdido el derecho de ser reconocidos expresamente por la ley como ´esposo´ o ´esposa´ y han de inscribirse en el Registro Civil como ´cónyuge A´ o ´cónyuge B´”.
"110. Lo que está en juego no es solo una cuestión de palabras. Es algo mucho más profundo. Se trata del intento de construir un modelo de sociedad en la que, mediante una supuesta ´liberación´ total, se establezca una presunta igualdad entre todos los ciudadanos que suprima todas las diferencias que se estiman ´discriminatorias´; incluidas las que derivan de la condición dada y creatural de ser varón o mujer… En ese contexto y con esa finalidad se mueven también los Decretos sobre enseñanzas mínimas de la llamada Educación para la Ciudadanía”.
Recordemos aquí que para los antiguos romanos, la cuestión sobre el nombre era, y hoy sigue siendo, cuestión sobre el fondo del asunto. Basta ver el interés que tienen en cambiar el vocabulario, porque si lo consiguen y alteran su sentido, varían las connotaciones y es más fácil cambiar las actitudes.
“111. No podemos dejar de afirmar con dolor, y también sin temor a incurrir en exageración alguna, que las leyes vigentes en España no reconocen ni protegen al matrimonio en su especificidad. Asistimos a la destrucción del matrimonio por vía legal. Por lo que, convencidos de las consecuencias negativas que esa destrucción conlleva para el bien común, alzamos nuestra voz en pro del matrimonio y de su reconocimiento jurídico. Recordamos además que todos, desde el lugar que ocupamos en la sociedad, hemos de defender y promover el matrimonio y su adecuado tratamiento por las leyes”.
Podemos decir de nuestra legislación que es absolutamente aberrante. El matrimonio y la familia son las instituciones que tiene la sociedad para asegurarse su continuidad y pervivencia. La familia es el lugar ideal para educar a las siguientes generaciones, un sitio donde uno es querido por sí mismo. En cambio los insensatos o malvados que han hecho la legislación española sobre la familia y el matrimonio no tienen ningún interés en que la familia dure, al contrario, procuran favorecer a tope el divorcio. La estabilidad de la familia no sólo no la valoran, sino que la combaten.
Importa a toda la comunidad la supervivencia del grupo familiar, promoviendo una forma de vida que dure y tenga hijos. En una sociedad como la nuestra, bajo mínimos en fertilidad de la pareja, y aunque sabemos, porque eso es lo que dicen las estadísticas, que los matrimonios son cuatro veces más fértiles que las parejas, lo que se combate es el matrimonio, intentando quitarle su dimensión social y convencernos que todos los modelos por ellos llamados familiares valen lo mismo, aunque en realidad para ellos, como enseña la ideología de género, el único modelo familiar inaceptable, y por tanto el peor, es la llamada familia natural.
El resultado es la inversión de la pirámide de población y que, de no variar las cosas, los jóvenes de hoy y mayores dentro de unos años, se encontrarán con una sociedad que no podrá pagarles las pensiones. Pero eso a nuestros izquierdistas de hoy no les importa nada porque “qué largo me lo fiáis”. Lenin todavía creía en la importancia social de la familia, nuestros izquierdistas de hoy no, y encima son neonazis, porque defienden el asesinato del feto por razones eugenésicas, como Hitler.
Pero a pesar de todo, nuestras familias cristianas saben que pueden superar las dificultades y mantenerse fieles a su vocación, practicando los auténticos valores humanos y evangélicos, recurriendo a la ayuda de Dios con la oración y participando asiduamente en los sacramentos, especialmente con la Eucaristía.
Este documento tiene una gran cosa buena: no teme ni decir la verdad, ni coger el toro por los cuernos, aunque también debo decir que si los enemigos de la Iglesia no se cortan a la hora de defender el crimen y la corrupción de menores, no veo por qué hemos de sentirnos acomplejados defendiendo la vida y la dignidad de las personas. Y la verdad, es, que como consecuencia de la ideología imperante en la izquierda, ellos consideran el matrimonio y la familia como dos instituciones a combatir e incluso a destruir.
Dicen nuestros Obispos:
“4. Las prácticas abortivas, las rupturas matrimoniales, la explotación de los débiles y de los empobrecidos, especialmente niños y mujeres, la anticoncepción y las esterilizaciones, las relaciones sexuales prematrimoniales, la degradación de las relaciones interpersonales, la prostitución, la violencia en el ámbito de la convivencia doméstica, las adicciones a la pornografía, a las drogas, al alcohol, al juego y a internet, etc., han aumentado de tal manera que no parece exagerado afirmar que la nuestra es una sociedad enferma. Detrás… está la profusión de algunos mensajes ideológicos y propuestas culturales; por ejemplo, la de la absolutización subjetivista de la libertad que, desvinculada de la verdad, termina por hacer de las emociones parciales la norma del bien y de la moralidad. Es indudable también que los hechos a que aludimos se han visto favorecidos por un conjunto de leyes que han diluido la realidad del matrimonio y han desprotegido todavía más el bien fundamental de la vida naciente".
En nota al pie, señalan los obispos:
"Al menos hay que hacer mención de: Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo; Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres; Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas llamada ley de identidad de género; Ley 13/2005 de 1 de Julio por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, según la cual el matrimonio deja de ser la unión de un hombre y una mujer para reconocer el ´derecho´ a contraer matrimonio civil a personas del mismo sexo; Ley 15/2005, de 8 de julio, por la que se modifican el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separación y divorcio, conocida como ley del ´divorcio exprés´, y la iniciativa del Congreso de Diputados para dispensación gratuita de la píldora postcoital. A todo ello hay que añadir las disposiciones educativas sobre esta materia”.
Y prosiguen sobre la legislación española sobre el matrimonio:
“109. En cambio, en España, la legislación actualmente vigente ha ido aún más allá. La Ley de 1 de julio de 2005, que modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, ha redefinido la figura jurídica del matrimonio. Este ha dejado de ser la institución del consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y a la procreación y se ha convertido en la institución de la convivencia afectiva entre dos personas, con la posibilidad de ser disuelta unilateralmente por alguna de ellas, solo con que hayan transcurrido tres meses desde la formalización del contrato de ´matrimonio´ que dio inicio a la convivencia. El matrimonio queda así transformado legalmente en la unión de dos ciudadanos cualesquiera para los que ahora se reserva en exclusiva el nombre de ´cónyuges´ o ´consortes´. De esa manera se establece una «insólita definición legal del matrimonio con exclusión de toda referencia a la diferencia entre el varón y la mujer». Es muy significativa al respecto la terminología del texto legal. Desaparecen los términos ´marido´ y ´mujer´, ´esposo´ y ´esposa´, ´padre´ y ´madre´. De este modo, los españoles han perdido el derecho de ser reconocidos expresamente por la ley como ´esposo´ o ´esposa´ y han de inscribirse en el Registro Civil como ´cónyuge A´ o ´cónyuge B´”.
"110. Lo que está en juego no es solo una cuestión de palabras. Es algo mucho más profundo. Se trata del intento de construir un modelo de sociedad en la que, mediante una supuesta ´liberación´ total, se establezca una presunta igualdad entre todos los ciudadanos que suprima todas las diferencias que se estiman ´discriminatorias´; incluidas las que derivan de la condición dada y creatural de ser varón o mujer… En ese contexto y con esa finalidad se mueven también los Decretos sobre enseñanzas mínimas de la llamada Educación para la Ciudadanía”.
Recordemos aquí que para los antiguos romanos, la cuestión sobre el nombre era, y hoy sigue siendo, cuestión sobre el fondo del asunto. Basta ver el interés que tienen en cambiar el vocabulario, porque si lo consiguen y alteran su sentido, varían las connotaciones y es más fácil cambiar las actitudes.
“111. No podemos dejar de afirmar con dolor, y también sin temor a incurrir en exageración alguna, que las leyes vigentes en España no reconocen ni protegen al matrimonio en su especificidad. Asistimos a la destrucción del matrimonio por vía legal. Por lo que, convencidos de las consecuencias negativas que esa destrucción conlleva para el bien común, alzamos nuestra voz en pro del matrimonio y de su reconocimiento jurídico. Recordamos además que todos, desde el lugar que ocupamos en la sociedad, hemos de defender y promover el matrimonio y su adecuado tratamiento por las leyes”.
Podemos decir de nuestra legislación que es absolutamente aberrante. El matrimonio y la familia son las instituciones que tiene la sociedad para asegurarse su continuidad y pervivencia. La familia es el lugar ideal para educar a las siguientes generaciones, un sitio donde uno es querido por sí mismo. En cambio los insensatos o malvados que han hecho la legislación española sobre la familia y el matrimonio no tienen ningún interés en que la familia dure, al contrario, procuran favorecer a tope el divorcio. La estabilidad de la familia no sólo no la valoran, sino que la combaten.
Importa a toda la comunidad la supervivencia del grupo familiar, promoviendo una forma de vida que dure y tenga hijos. En una sociedad como la nuestra, bajo mínimos en fertilidad de la pareja, y aunque sabemos, porque eso es lo que dicen las estadísticas, que los matrimonios son cuatro veces más fértiles que las parejas, lo que se combate es el matrimonio, intentando quitarle su dimensión social y convencernos que todos los modelos por ellos llamados familiares valen lo mismo, aunque en realidad para ellos, como enseña la ideología de género, el único modelo familiar inaceptable, y por tanto el peor, es la llamada familia natural.
El resultado es la inversión de la pirámide de población y que, de no variar las cosas, los jóvenes de hoy y mayores dentro de unos años, se encontrarán con una sociedad que no podrá pagarles las pensiones. Pero eso a nuestros izquierdistas de hoy no les importa nada porque “qué largo me lo fiáis”. Lenin todavía creía en la importancia social de la familia, nuestros izquierdistas de hoy no, y encima son neonazis, porque defienden el asesinato del feto por razones eugenésicas, como Hitler.
Pero a pesar de todo, nuestras familias cristianas saben que pueden superar las dificultades y mantenerse fieles a su vocación, practicando los auténticos valores humanos y evangélicos, recurriendo a la ayuda de Dios con la oración y participando asiduamente en los sacramentos, especialmente con la Eucaristía.
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