Sortu y el Tribunal Constitucional
¿es posible que el Tribunal Constitucional emita fallos injustos, que pueden llegar a ser de colaboración con el crimen?, ¿creen Vds. que los miembros del Tribunal Constitucional que han legalizado Sortu son personas decentes? Las respuestas se las dejo a ustedes
por Pedro Trevijano
Estos días hemos conmemorado, porque evidentemente no se puede decir celebrado, el XXV aniversario de la matanza de Hipercor. Otros muchos han visto su vida en estos años segada sea por tiros en la nuca, sea por bombas diversas, sin olvidar a todos aquéllos que, aunque no han sido víctimas directas de ETA, sí han visto su vida destrozada por los que cínicamente hablan de daños colaterales.
Es indudable que ante el terrorismo se pueden adoptar diversas posturas: de condena de estos actos, por considerarlos sencillamente crímenes; de neutralidad, basada en no tengo datos suficientes para juzgar o no quiero meterme en líos; de comprensión y apoyo hacia los terroristas y sus cómplices, porque ¿cómo voy a negar la libertad de expresión a quienes piensan distinto de mí? Si hiciese así, no sería un buen demócrata, aunque claro está que los alemanes tienen ilegalizados los partidos nazistas, pero es que todavía no han calado la esencia de la democracia. Ante estas posturas, hago simplemente algunas preguntas: ¿cuál debe ser la actitud de una persona decente?, ¿cualquier sentencia que emita el Tribunal Constitucional, como máxima expresión del poder jurídico, merece nuestro respeto y adhesión?, ¿es posible que el Tribunal Constitucional emita fallos injustos, que pueden llegar a ser de colaboración con el crimen?, ¿creen Vds. que los miembros del Tribunal Constitucional que han legalizado Sortu son personas decentes? Las respuestas se las dejo a ustedes.
Personalmente tengo muy claro que a mí no me corresponde meterme en disquisiciones jurídicas sobre si hay que legalizar o no a Sortu, aunque recuerdo el aforismo jurídico de “Summum Ius, Summa Injuria”, pero sí puedo como moralista emitir un juicio moral de acuerdo con la doctrina de la Iglesia sobre el terrorismo. Recordemos que el quinto Mandamiento de la Ley de Dios dice “No matarás” (Ex 20,13) y que en Hechos de los Apóstoles ante las órdenes injustas del Tribunal de Sanedrín “Pedro y Juan les replicaron diciendo: ‘¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a Él’?” (Hch 4,19). Veamos qué nos dicen sobre este tema los Catecismos de la Iglesia y alguno de los numerosos pronunciamientos, más todavía que sobre el aborto, de la Conferencia Episcopal Española.
El YouCat nos dice: “392. ¿Cómo se atenta contra el derecho a la integridad física de la persona? Se atenta contra este derecho mediante el uso de la violencia, el secuestro y la toma de rehenes, el terrorismo, la tortura, la violación, la esterilización por la fuerza, así como con la amputación y la mutilación”. En el Catecismo de la Iglesia Católica leemos: “El terrorismo, hiere y mata sin distinción; es gravemente contrario a la justicia y a la caridad” (nº 2297).
En su Instrucción Pastoral del 23-XI-2006 nuestros Obispos dicen: “67. Al tratar este asunto queremos expresar nuestro afecto, nuestro respeto y nuestra sincera solidaridad con las víctimas, con sus familiares y amigos, con todas las personas que han sufrido directa o indirectamente los golpes del terrorismo… Al mismo tiempo, proclamamos que es objetivamente ilícita cualquier colaboración con los terroristas, con los que los apoyan, encubren o respaldan en sus acciones criminales”.
“69. El terrorismo no produce sólo daños materiales y desgracias personales y familiares; genera también en la sociedad un grave deterioro moral. La vida, la integridad física y la dignidad de las personas se convierte en moneda de cambio de objetivos políticos; la fuerza tiende a convertirse en factor decisivo en la organización de la vida pública; el que piensa de otra manera no es sólo un adversario, sino que se convierte también en enemigo. Por eso, la respuesta de la sociedad frente a la amenaza terrorista no podrá ser suficientemente firme y efectiva, mientras no se apoye en una conciencia moral colectiva sólidamente arraigada en el reconocimiento de la ley moral que protege la libertad y la dignidad de las personas”.
Pienso que en este asunto nos encontramos con una consecuencia más del relativismo y positivismo jurídico. Cuando se piensa que los derechos humanos son una graciosa concesión del Estado y no dimanan de nuestra intrínseca dignidad que se basa en la Ley Natural y en los Mandamientos de Dios, pronto o tarde, el ser humano que carece de auténticas referencias éticas, acaba produciendo sentencias como la que hoy lamentamos.
Pedro Trevijano
Es indudable que ante el terrorismo se pueden adoptar diversas posturas: de condena de estos actos, por considerarlos sencillamente crímenes; de neutralidad, basada en no tengo datos suficientes para juzgar o no quiero meterme en líos; de comprensión y apoyo hacia los terroristas y sus cómplices, porque ¿cómo voy a negar la libertad de expresión a quienes piensan distinto de mí? Si hiciese así, no sería un buen demócrata, aunque claro está que los alemanes tienen ilegalizados los partidos nazistas, pero es que todavía no han calado la esencia de la democracia. Ante estas posturas, hago simplemente algunas preguntas: ¿cuál debe ser la actitud de una persona decente?, ¿cualquier sentencia que emita el Tribunal Constitucional, como máxima expresión del poder jurídico, merece nuestro respeto y adhesión?, ¿es posible que el Tribunal Constitucional emita fallos injustos, que pueden llegar a ser de colaboración con el crimen?, ¿creen Vds. que los miembros del Tribunal Constitucional que han legalizado Sortu son personas decentes? Las respuestas se las dejo a ustedes.
Personalmente tengo muy claro que a mí no me corresponde meterme en disquisiciones jurídicas sobre si hay que legalizar o no a Sortu, aunque recuerdo el aforismo jurídico de “Summum Ius, Summa Injuria”, pero sí puedo como moralista emitir un juicio moral de acuerdo con la doctrina de la Iglesia sobre el terrorismo. Recordemos que el quinto Mandamiento de la Ley de Dios dice “No matarás” (Ex 20,13) y que en Hechos de los Apóstoles ante las órdenes injustas del Tribunal de Sanedrín “Pedro y Juan les replicaron diciendo: ‘¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a Él’?” (Hch 4,19). Veamos qué nos dicen sobre este tema los Catecismos de la Iglesia y alguno de los numerosos pronunciamientos, más todavía que sobre el aborto, de la Conferencia Episcopal Española.
El YouCat nos dice: “392. ¿Cómo se atenta contra el derecho a la integridad física de la persona? Se atenta contra este derecho mediante el uso de la violencia, el secuestro y la toma de rehenes, el terrorismo, la tortura, la violación, la esterilización por la fuerza, así como con la amputación y la mutilación”. En el Catecismo de la Iglesia Católica leemos: “El terrorismo, hiere y mata sin distinción; es gravemente contrario a la justicia y a la caridad” (nº 2297).
En su Instrucción Pastoral del 23-XI-2006 nuestros Obispos dicen: “67. Al tratar este asunto queremos expresar nuestro afecto, nuestro respeto y nuestra sincera solidaridad con las víctimas, con sus familiares y amigos, con todas las personas que han sufrido directa o indirectamente los golpes del terrorismo… Al mismo tiempo, proclamamos que es objetivamente ilícita cualquier colaboración con los terroristas, con los que los apoyan, encubren o respaldan en sus acciones criminales”.
“69. El terrorismo no produce sólo daños materiales y desgracias personales y familiares; genera también en la sociedad un grave deterioro moral. La vida, la integridad física y la dignidad de las personas se convierte en moneda de cambio de objetivos políticos; la fuerza tiende a convertirse en factor decisivo en la organización de la vida pública; el que piensa de otra manera no es sólo un adversario, sino que se convierte también en enemigo. Por eso, la respuesta de la sociedad frente a la amenaza terrorista no podrá ser suficientemente firme y efectiva, mientras no se apoye en una conciencia moral colectiva sólidamente arraigada en el reconocimiento de la ley moral que protege la libertad y la dignidad de las personas”.
Pienso que en este asunto nos encontramos con una consecuencia más del relativismo y positivismo jurídico. Cuando se piensa que los derechos humanos son una graciosa concesión del Estado y no dimanan de nuestra intrínseca dignidad que se basa en la Ley Natural y en los Mandamientos de Dios, pronto o tarde, el ser humano que carece de auténticas referencias éticas, acaba produciendo sentencias como la que hoy lamentamos.
Pedro Trevijano
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