Ferrín Calamita y el sentido común

Acabo de leerme el libro de don Fernando Ferrín Calamita, “Yo, víctima de la Cristofobia”, de la editorial Libros Libres. Como no tengo grandes conocimientos jurídicos, voy a referirme fundamentalmente a los atentados contra el sentido común en el mundo judicial a los que hace referencia don Fernando y que realmente le dejarían a uno estupefacto si no supiera que en muchos otros campos de la vida, como es el de la enseñanza, pasa más o menos lo mismo.

Una gran definición de lo que nos vamos a encontrar la dio ya Unamuno cuando decía: “En Francia no se puede pensar libremente, hay que ser librepensador”. Pues aquí en España está pasando parecido, aunque confiemos que empiece a dejar de pasar. Hay que actuar según lo políticamente correcto, aunque sea un disparate integral.
El señor Ferrín cuenta en su libro lo siguiente: en un proceso de divorcio, con hijas menores por medio, salió a relucir que la causa de la ruptura matrimonial, era que la mujer, que era quien pedía el divorcio, tenía una relación sentimental con otra mujer y que el marido las pilló “in fraganti”. Y más adelante dice: “Puesto que ya hay tablas, aún orientativas, para el cálculo de las pensiones, basta con aplicarlas, según el número de hijos y los ingresos del obligado, para conocer la pensión que al que tiene la desgracia de pasar por un Juzgado de Familia le va a poner el juez, casi siempre el padre, el cual se ve en la calle aunque la culpable de la ruptura sea ella (verbigracia, por tener una relación con otra persona, del mismo o de distinto sexo), al no poder tenerse en cuenta tal dato por sí solo”. En este punto recuerdo que en cierta ocasión, me tocó en una comida junto a una fiscal, la cual me expresó su preocupación por la Ley de Violencia de Género, porque pensaba que la tal Ley lo único que iba a conseguir era aumentar los crímenes pasionales. La Ley, me dijo, es tan favorable a la mujer, que el marido, incluso inocente, puede encontrarse en la calle, porque tiene que abandonar su domicilio y buena parte de su sueldo va a ella. No es extraño que el marido, un día que tiene un par de copas de más, vaya a por ella y se la cargue. Y es que cuando falta el sentido común, como sucede con una Ley así, puede pasar cualquier cosa.

En su libro, el señor Ferrín cuenta que el abogado José Luis Mazón Costa le impugnó como Juez de Familia por ser católico, porque ello le impedía resolver de forma objetiva el caso, un caso de adopción por parte de su compañera de una madre biológica, que provocó la expulsión de la carrera judicial de don Fernando. Mazón afirma: Opus Dei igual a católico igual a homófobo. Y, lo que parece mentira, logró imbuir tal ecuación en la Sala sentenciadora y en el Tribunal Supremo. Yo no sé mucho Derecho, pero leo en el artículo 14 de nuestra Constitución: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, cuyo fundamento jurídico son los artículos 1 y 2 & 1 de la Declaración de Derechos Humanos de 1948 de la ONU.

Otra cosa que me ha llamado la atención es que Ferrín Calamita cita con nombres y apellidos a quienes fueron a por él. Tuve un hermano, ya fallecido, que publicó en Libros Libres un libro titulado “Vivencias de un cura atípico”, en el que cuenta como fue expulsado de profesor de seis universidades. Un auténtico record Guinness. Pues bien, mi hermano me decía: “cuando te pisen, chilla. Lo mínimo que vas a conseguir es que se lo piense dos veces antes de atropellar a otro”.