Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

La confianza realista del Papa Benedicto


Benedicto XVI va, como siempre, a la raíz de las cuestiones.

por Giovanni Maria Vian

Opinión

Benedicto XVI va, como siempre, a la raíz de las cuestiones. Manteniendo, con serena y firme claridad, una mirada de confianza realista. Tal es, de hecho, el tono general del mensaje para la jornada mundial de la paz, dado a conocer pocas horas después de la celebración de vísperas con los estudiantes universitarios romanos a quienes habló de la espera de Dios con igual realismo que confía.

No podía omitir Benedicto XVI la crisis global que pesa sobre muchas sociedades y que describe con singular eficacia: "Parece como si un manto de oscuridad hubiera descendido sobre nuestro tiempo —se lee al inicio del mensaje— y no dejara ver con claridad la luz del día”. Angustiados por ello están sobre todo los jóvenes, y no se necesitan demasiados análisis para constatar esta inquietante realidad, evidenciada en el año que concluye también con manifestaciones y síntomas visibles en distintos países.

Por esto, por la responsabilidad respecto a las generaciones más jóvenes —extraviadas y atemorizadas ante un futuro que se presenta incierto y sin perspectivas desde cualquier punto de vista—, el Papa mira hacia la necesidad de la educación, que define “la aventura más fascinante y difícil de la vida”. Por la larguísima experiencia personal de profesor y de pastor que siempre ha estado en contacto con los jóvenes, Benedicto XVI sabe bien que no basta con ser maestros, sino que se necesita sobre todo ser testigos, como repetía Pablo VI, y por ello se dirige a educadores y padres.

Impresiona sobre todo en el texto papal el llamamiento a los responsables de la vida pública: para que se pregunten por las decisiones que hay que tomar en este tiempo de crisis, cierto; pero sobre todo para que ofrezcan a los jóvenes "una imagen límpida de la política”. Con una exhortación implícita a un nuevo compromiso en un ámbito, como el de la política, que en muchos países parece cada vez más distante de las preocupaciones reales de los ciudadanos y no atrae, o rechaza, a las generaciones más jóvenes. E igualmente fuerte es el llamamiento al mundo de los medios de comunicación, que con demasiada frecuencia olvidan su función no sólo informativa.

Bien sabe el Papa —y lo dice de nuevo— que la educación en la justicia y la paz pasa por la educación en la verdad y la libertad. He aquí por qué en el mensaje vuelve la insistencia sobre la cuestión de Dios, con la crítica del relativismo contemporáneo que no reconoce nada como definitivo, y con la esencia de la ley moral natural, base de toda convivencia justa y pacífica.

No son de hecho "las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente”, repite Benedicto XVI. Y “dirigirse” significa y exige el compromiso libre del ser humano en la búsqueda no de un dios cualquiera —los ídolos no han desaparecido en las sociedades contemporáneas—, sino del Dios creador que habló a Moisés y reveló su rostro en Jesús. No; no es anacrónico meditar las palabras del apóstol Santiago que exhorta a esperar la venida de Cristo con la constancia del agricultor, dijo el Papa a los universitarios. Una constancia que responde a la paciencia de Dios mismo, fiel en la espera de la respuesta libre del ser humano; Dios cercano que sobre todo es amigo del hombre, de cada ser humano.

Giovanni Maria Vian, director del L´Osservatore Romano
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