Principios morales y terrorismo

Durante los años del Gobierno zapateril estaba claro, lo dijo él mismo, que teníamos un gobierno con una concepción relativista y positivista del Derecho y sin principios morales: “la idea de una ley natural por encima de las leyes que se dan los hombres, es una reliquia ideológica frente a la realidad social y a lo que ha sido su evolución. Una idea respetable, pero que no deja de ser un vestigio del pasado”. Creo que es una frase que hemos de tener muy presente si queremos entender la actitud de los hasta ahora nuestros gobernantes también en la cuestión terrorista.

En la jornada de reflexión de las elecciones del 2004, Rubalcaba pronunció su famosa frase: “España no se merece un gobierno que miente”. Lo que no nos dijo en aquella intervención el recientemente derrotado candidato es que en la concepción marxista verdad es lo que conviene a los intereses del Partido, es decir algo que no tiene nada que ver con lo que la gente normal llamamos verdad y mentira. De hecho, lo estamos viendo todavía hoy, se ponen grandísimas trabas al que intenta saber cosas sobre el caso Faisán o sobre el 11 M, como quien cometió el delito de mandar destruir los trenes, mandato cuyo único objetivo lógico es dificultar las investigaciones sobre ese atentado.

Durante todos estos años, desde que Zapatero llegó a la Secretaría General del PSOE y posteriormente al Gobierno, se iniciaron negociaciones y han continuado sin interrupción ninguna, incluso cuando se nos dijo que estaban rotas, como fue el caso tras el atentado de la T 4 en Barajas. Esto lo reconoció el propio Zapatero unos meses después y ha sido publicado por el señor Eguiguren, al que por cierto, tras esas gravísimas calumnias si no fuese verdad, no entiendo cómo no se le expulsó fulminantemente del PSOE, lo que indica que todo lo que Mayor Oreja iba diciendo era cierto, aunque por decir lo que hoy sabemos es verdad, se le llamó de todo.

Cualquier persona de bien sabe que en la cuestión terrorista quien tiene razón es el que recibe el tiro en la nuca o la bomba debajo del coche. Resulta lamentable que haya malvados y cínicos que se niegan a condenar las acciones terroristas e incluso tratan de justificarlas empleando el argumento “algo habrá hecho”, como si hubiese algo que pudiese justificar el crimen, y en este caso el crimen organizado, que no otra cosa es ETA. La inmoralidad del terrorismo es obvia e incluso pretender ser neutrales en esta cuestión no es una actitud lícita, como han repetido nuestros obispos en multitud de documentos. Cito sólo unas frases de la “Instrucción Pastoral de nuestra Conferencia Episcopal del 2002 titulada “Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y consecuencias”: “El terrorismo merece la misma calificación moral absolutamente negativa que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente, prohibida por la ley natural y por el quinto mandamiento del Decálogo” y “tampoco es admisible el silencio sistemático ante el terrorismo. Esto obliga a todos a expresar responsablemente el rechazo y la condena del terrorismo y de cualquier forma de colaboración con quienes lo ejercitan o lo justifican, particularmente a quienes tienen alguna representación pública o ejercen alguna responsabilidad en la sociedad. No se puede ser neutral ante el terrorismo. Querer serlo resulta un modo de aceptación del mismo y un escándalo público”. Es decir ante el terrorismo hay que tomar partido, naturalmente en contra, y es inmoral permitir que los terroristas, que no se arrepienten de sus crímenes, recordemos que los delitos de ETA, que los hay de todo tipo, incluido el asesinato deliberado de niños, son delitos comunes en general bastante más graves que los de la inmensa mayoría de la población reclusa.

Se han producido en los últimos tiempos algunos hechos relacionados con el terrorismo, como la entrada de Bildu en las instituciones, y es indiscutible que si bien todas las personas decentes deseamos la paz, pero no a cualquier precio, no nos vaya a suceder lo que en 1938 Churchill profetizó a Chamberlain, tras ceder ante Hitler: “Habéis podido escoger ante el deshonor y la guerra. Habéis escogido el deshonor y tendréis también la guerra”.

Recordemos que España es un Estado de Derecho que debe actuar como tal, y no se puede permitir que gente que ni se arrepiente ni pide perdón por sus crímenes, se vea premiada por el mero hecho de haber dejado provisionalmente de matar, porque ni siquiera se disuelven como organización criminal ni han abandonado las armas, y en cambio pueden gozar de las ventajas de vivir en libertad y a costa de nuestros impuestos. Recordemos que en un país tan democrático como Alemania el nazismo está prohibido.

En su Documento del 2006 “Orientaciones morales ante la situación actual de España” dice nuestra Conferencia Episcopal: “Proclamamos que es objetivamente ilícita cualquier colaboración con los terroristas, con los que los apoyan, encubren o respaldan en sus acciones políticas” (nº 67). “Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político legítimo de ningún sector de la población, ni pueda tenerla como interlocutor político”… “La justicia, que es el fundamento indispensable de la convivencia, quedaría herida si los terroristas lograran total o parcialmente sus objetivos por medio de concesiones políticas que legitimaran falsamente el ejercicio del terror” (nº 68).
No creo que se pueda acusar a la Iglesia de falta de claridad.

Pedro Trevijano