Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Rubalcaba y la Eutanasia. Con mi vida no se juega


Tengo muchos motivos para no votar a los socialistas, pero ahora tengo uno más. Si voy a un hospital de la Seguridad Social, quiero estar seguro que se va a intentar curarme, no matarme.

por Pedro Trevijano

Opinión

Ya se ha presentado en España un “Proyecto de Ley reguladora de los derechos de la persona ante el proceso final de la vida”, que el  candidato por el PSOE, don Alfredo Pérez Rubalcaba ha dicho que si gana las elecciones será  la primera Ley que piensa implantar. Esta Ley, también se la conoce como la Ley de la muerte digna, o si queremos hablar más claramente, la de la eutanasia. 

Para el Diccionario de la Real Academia “eutanasia es acortamiento voluntario de la vida de quien sufre una enfermedad incurable, para poner fin a sus sufrimientos”. El Catecismo Joven de la Iglesia Católica, en línea con la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica (2277-2279), nos dice en su número 382: “La eutanasia en sentido propio, es decir, toda acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte con el fin de eliminar cualquier dolor, constituye siempre un homicidio, gravemente contrario a la Ley de Dios,
 
En cambio, no son eutanasia propiamente dicha y, por tanto, son moralmente aceptables la administración adecuada de calmantes (aunque ello tenga como consecuencia el acortamiento de la vida) o la renuncia a terapias desproporcionadas (al llamado encarnizamiento terapéutico), que retrasan forzadamente la muerte a costa del sufrimiento del moribundo y de sus familiares.

La muerte no debe ser causada, pero tampoco absurdamente retrasada. Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. La legalización de la eutanasia es inaceptable no sólo porque supondría la legitimación de un grave mal moral, sino porque crearía una intolerable presión social sobre los ancianos, discapacitados e incapacitados cuyas vidas pudieran ser consideradas por alguien como de ‘baja calidad’ y/o como una carga social. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por eso, deben ser promovidos”.

Nuestra Conferencia Episcopal, en su Declaración  del 22 de Junio del 2011, hace suya esta doctrina y tras recordarnos que las leyes no son justas porque las apruebe una mayoría, sino por su adecuación a la dignidad de la persona humana, añade lo siguiente: “17. No identificamos el orden moral con el legal. Somos, por tanto, conscientes de que, en ocasiones, las leyes, en aras del bien común, tendrán que tolerar y regular situaciones y conductas desordenadas.

Pero esto no podrá nunca ser así cuando lo que está en juego es un derecho fundamental, como es el derecho a la vida. Las leyes que toleran e incluso regulan las violaciones del derecho a la vida son gravemente injustas y no deben ser obedecidas”.  En sus conclusiones en el nº 35 los Obispos recuerdan que esta Ley “deja puertas abiertas a la legalización de conductas eutanásicas” y que “ni siquiera se alude al derecho a la objeción de conciencia, que debería reconocerse y garantizarse al personal sanitario”.

La experiencia muestra que una vez abierta la puerta, la realidad va mucho más de lo que se dijo en un principio. En España pasó con la Ley del aborto, donde, aunque el aborto no cura precisamente ninguna enfermedad psíquica, la inmensa mayoría de los abortos se realizan alegando ese motivo.

En Holanda con la eutanasia  ha pasado y está pasando algo parecido. Se está matando a ancianos u otras personas que no están en enfermedad terminal, sino que simplemente desean morir, y también a pacientes que ni siquiera lo han pedido y sin su consentimiento. No es extraño que bastantes ancianos con apego a la vida no quieran ni oír hablar de ir a un hospital holandés. Recordemos además que el médico está para curar, no para matar, y que el ideal de un médico puede ser Hipócrates, pero desde luego no Mengele.

Aquí en España puede pasarnos lo mismo si gana el señor Rubalcaba. Tengo muchos motivos para no votar a los socialistas, pero ahora tengo uno más. Si voy a un hospital de la Seguridad Social, quiero estar seguro que se va a intentar curarme, no matarme. Si esta ley se aprueba y con la tendencia que hay al deslizamiento no estoy muy convencido que, en poco tiempo, no nos pase lo de Holanda. Es un motivo más para que yo y muchos ancianos no votemos a los socialistas: con mi vida no se juega.
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