¿Se convertirá el mundo?
De nada sirve angustiarse ni quejarse de lo que estamos viviendo. El secreto está en orar, amar y dar sin miramientos, con la mirada bien fija en Cristo y agarrados fuertemente de su mano.
Esto de tener una Web me trae mucho trabajo, querido lector, pues son muchos los que me escriben contándome sus cosas, sus inquietudes y hasta sus sueños. Últimamente los hay, incluso, que me cuentan sus temores y, entre ellos, el temor sobre la creciente persecución ya palpable contra los cristianos por muchos países del mundo. Desgraciadamente son muchas las noticias que nos llegan sobre los ataques a iglesias en la India, en Afganistán, en Irak e incluso en países europeos como Suecia, donde el año pasado hubo muchas denuncias de agresiones injustificadas a causa de la violencia religiosa.
Yo no tengo miedo, querido lector. ¿Acaso debe temer el que lleva a Cristo en el corazón? El cuerpo es solo una herramienta para vivir en este mundo, pero el alma nos servirá para una eternidad, y esa es la que hay que salvar. Un alma enamorada de Cristo solo debe tener fe, esperanza y caridad. ¡Y también debe saber esperar!
Cuando digo esto a mis lectores, muchos me contestan: "¿Pero esperar a que un día nos maten?". Yo no pido a Dios que haya violencia contra aquellos que nos desean mal; todo lo contrario. Siempre he defendido la idea de que es inútil devolver violencia con violencia; no solo no se llega a nada, sino que al final la muerte de miles de inocentes demuestra que toda guerra es estúpida y cruel. Además, la historia bélica de las naciones ha demostrado que el que vive por la espada, a espada perecerá (ya lo dijo Jesús en boca de San Mateo: Mt 26, 52).
"También creo que es impropio quejarse de todo lo que nos está pasando: la persecución y todo lo que ella conlleva está permitida por Dios. Él fue quien dio libertad al hombre y el hombre ha decidido alejarse de Él y matarse a palos, ¿y ahora nos quejamos?
Una de las preguntas que más me hacen los lectores en mi Web es: "¿Cuándo se convertirá el mundo?". A mí estas preguntas me hacen sonreír, pues me da lástima que mis pobres lectores me tengan por una teóloga cuando no soy más que una humilde ama de casa que se dedica a escribir novelas… Pero sí puedo contestarles desde el corazón, y eso es lo que hago. Esta es mi respuesta: "Yo creo que el mundo se convertirá cuando dejemos de estimar tanto las cosas exteriores: el poder, el dinero, la fama… Si usted se asusta por la depravación del mundo, no lo haga, pues solo debe preocuparse por usted mismo. En vez de cuestionarse cuándo se convertirá el mundo, debe preguntarse cuándo se convertirá USTED. ¿Cuándo se dará cuenta de que ni un cabello de su cabeza puede caer sin que lo sepa su Padre del cielo? ¿Cuándo se dará cuenta de que no hay mal terrenal que no sirva para el mejoramiento de quien tiene temor de Dios?"
Querido lector, nunca olvide que el fuego que destruye el mundo (provocado por el demonio) es permitido por Dios Padre. Mediante la destrucción de ese fuego terrible lo bueno se separa de lo malo, por eso está habiendo tantísimas conversiones y hay un resurgimiento de vocaciones jóvenes en los conventos. Y nunca olvide que probados y purificados por el fuego, los buenos se vuelven mejores.
Ya ve: de nada sirve angustiarse ni quejarse de lo que estamos viviendo. El secreto está en orar, amar y dar sin miramientos, con la mirada bien fija en Cristo y agarrados fuertemente de su mano. El que tanto teme, necio es. Querido lector, nunca olvide que el fuego que destruye el mundo (provocado por el demonio) es permitido por Dios Padre. Mediante la destrucción de ese fuego terrible lo bueno se separa de lo malo, por eso está habiendo tantísimas conversiones y hay un resurgimiento de vocaciones jóvenes en los conventos. Y nunca olvide que probados y purificados por el fuego, los buenos se vuelven mejores.
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Yo no tengo miedo, querido lector. ¿Acaso debe temer el que lleva a Cristo en el corazón? El cuerpo es solo una herramienta para vivir en este mundo, pero el alma nos servirá para una eternidad, y esa es la que hay que salvar. Un alma enamorada de Cristo solo debe tener fe, esperanza y caridad. ¡Y también debe saber esperar!
Cuando digo esto a mis lectores, muchos me contestan: "¿Pero esperar a que un día nos maten?". Yo no pido a Dios que haya violencia contra aquellos que nos desean mal; todo lo contrario. Siempre he defendido la idea de que es inútil devolver violencia con violencia; no solo no se llega a nada, sino que al final la muerte de miles de inocentes demuestra que toda guerra es estúpida y cruel. Además, la historia bélica de las naciones ha demostrado que el que vive por la espada, a espada perecerá (ya lo dijo Jesús en boca de San Mateo: Mt 26, 52).
"También creo que es impropio quejarse de todo lo que nos está pasando: la persecución y todo lo que ella conlleva está permitida por Dios. Él fue quien dio libertad al hombre y el hombre ha decidido alejarse de Él y matarse a palos, ¿y ahora nos quejamos?
Una de las preguntas que más me hacen los lectores en mi Web es: "¿Cuándo se convertirá el mundo?". A mí estas preguntas me hacen sonreír, pues me da lástima que mis pobres lectores me tengan por una teóloga cuando no soy más que una humilde ama de casa que se dedica a escribir novelas… Pero sí puedo contestarles desde el corazón, y eso es lo que hago. Esta es mi respuesta: "Yo creo que el mundo se convertirá cuando dejemos de estimar tanto las cosas exteriores: el poder, el dinero, la fama… Si usted se asusta por la depravación del mundo, no lo haga, pues solo debe preocuparse por usted mismo. En vez de cuestionarse cuándo se convertirá el mundo, debe preguntarse cuándo se convertirá USTED. ¿Cuándo se dará cuenta de que ni un cabello de su cabeza puede caer sin que lo sepa su Padre del cielo? ¿Cuándo se dará cuenta de que no hay mal terrenal que no sirva para el mejoramiento de quien tiene temor de Dios?"
Querido lector, nunca olvide que el fuego que destruye el mundo (provocado por el demonio) es permitido por Dios Padre. Mediante la destrucción de ese fuego terrible lo bueno se separa de lo malo, por eso está habiendo tantísimas conversiones y hay un resurgimiento de vocaciones jóvenes en los conventos. Y nunca olvide que probados y purificados por el fuego, los buenos se vuelven mejores.
Ya ve: de nada sirve angustiarse ni quejarse de lo que estamos viviendo. El secreto está en orar, amar y dar sin miramientos, con la mirada bien fija en Cristo y agarrados fuertemente de su mano. El que tanto teme, necio es. Querido lector, nunca olvide que el fuego que destruye el mundo (provocado por el demonio) es permitido por Dios Padre. Mediante la destrucción de ese fuego terrible lo bueno se separa de lo malo, por eso está habiendo tantísimas conversiones y hay un resurgimiento de vocaciones jóvenes en los conventos. Y nunca olvide que probados y purificados por el fuego, los buenos se vuelven mejores.
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