Tolkien: de niño a mago de las palabras
Si por alguna razón deberíamos conocer la ciudad sudafricana de Bloemfontein, seguramente, tendría que ser por el hecho de que allí nació el gran John Ronald Reuel Tolkien. Por sorprendente que pueda parecer, pues, el gran mago de las palabras no nació en Inglaterra, sino en la capital judicial de la actual Sudáfrica un 3 de enero de 1892. De aquel nacimiento y su posterior impacto en la literatura del siglo XX hoy se cumplen 131 años.
Los padres de Tolkien, Arthur y Mabel, se habían criado en Birmingham y habían crecido dentro de negocios familiares que, afectados por los planes de desarrollo urbanístico del Birmingham Improvement Scheme de 1886, perdieron su emplazamiento, tradición e ingresos económicos, obligando a las nuevas generaciones de la familia a buscarse la vida en la capital londinense o, como el caso que nos ocupa, en las colonias.
Así, derribada la Old Lamb House de Bull Street por aquellas fechas, a la pareja Tolkien-Suffield no le quedó más remedio que, por su cuenta y riesgo, emigrar al sur de África para empezar una nueva vida, casarse, formar una familia y, en el caso de Arthur, hacer méritos en el mundo de la banca con el objetivo de regresar a su tierra natal británica años después.
Bloemfontain en 1900, pocos años después de que la abandonaran los Tolkien. Foto: Tolkien Gateway.
Allí, en tierras sudafricanas, nacerían John y su hermano pequeño Hilary quienes, tras un viaje con su madre a Inglaterra en 1895 para conocer a sus abuelos en Kings Heath, no volverían a ver a su padre con vida tras su repentino fallecimiento como consecuencia de unas fiebres tifoideas en febrero de 1896, después de varios meses de idas y venidas en su estado físico. De hecho, también allí recibiría sepultura mientras su mujer e hijos ya estaban asentados a miles de kilómetros, en las Islas Británicas.
Sin embargo, el destino se iba a mostrar trágicamente caprichoso ocho años más tarde con una nueva y cruel vuelta de tuerca. Huérfanos de padre, John Ronald y Hilary también perderían a su madre en Birmingham en noviembre de 1904 provocando un auténtico drama familiar que, de manera casi milagrosa, sería mitigado por el desinteresado compromiso del padre Francis Xavier Morgan Osborne, sacerdote de ascendencia española, gestor del proceso de conversión al catolicismo de Mabel en los últimos años de su vida y, tras la tragedia, tutor de los dos jóvenes en su inesperada orfandad hasta alcanzar la mayoría de edad a los 21 años.
Los hermanos John Ronald Reuel (a la izquierda de la foto) y Hilary Tolkien.
La responsabilidad del padre Curro para con sus tutorandos fue digna de estudio y, además, ejemplar en la puesta en práctica de una inmensa labor y una formación espiritual que, años más tarde, redundaría en la definición de un completo proceso de moral católica para el resto de sus vidas. Sin lugar a dudas, los dos adolescentes aceptaron ese tutelaje y, con alguna pasajera desavenencia que otra por la relación de Tolkien con su amada Edith Bratt, supieron estar a la altura de tan graves circunstancias en medio de una complicada situación socio-afectiva, económica y académica en plena adolescencia.
Y si durante el escaso tiempo pasado en Bloemfontein, Tolkien sólo fue capaz de recordar una terrible anécdota con una araña gigante en compañía de Isaak, uno de los empleados locales de su padre, sus años en Worcestershire estarían marcados por inolvidables días en el entonces número 5 de Gracewell Cottages de la aldea de Sarehole, a unas cuatro millas de Birmingham, cuyo ayuntamiento ha sabido sacar provecho de la atracción del "Gran Molino" en las inmediaciones del río Cole hasta convertirlo en un museo como consecuencia de las referencias de Tolkien en El Hobbit.
Por otro lado, hace algo más de una década, Bloemfontein quiso aprovechar el rebufo del éxito de las películas de Peter Jackson con alguna que otra estatua del escritor, una serie de sellos, un festival literario, un parque temático que recordase la vinculación de nuestro protagonista con "la ciudad donde moran los guepardos" como su nombre, Mangaung, viene a significar en sesotho, la lengua tribal de la capital de la provincia del Estado Libre.
Sin embargo, al final, todo quedaría en agua de borrajas y el rastro de Tolkien sólo se puede hallar en una vaga referencia local dentro de las doce habitaciones de The Hobbit Boutique Hotel, alojamiento de cuatro estrellas a escasos metros de la casa familiar desaparecida en las inundaciones de 1920.
En este establecimiento, además de una placa alusiva al escritor, las estancias muestran cuadros con imágenes de El Señor de los Anillos, aunque, siendo fieles a la verdad, no son suficientes para desdecir aquello de que nadie es profeta en su tierra y dar el merecido tributo que se merece el tal vez mejor escritor del pasado siglo.
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