«Como María y José, los birmanos huyen por su vida y se esconden en cuevas», dice el obispo Tin Win
Son unas Navidades especialmente duras en Myanmar, la antigua Birmania, como explica el arzobispo de Mandalay, Marco Tin Win. Pastorea una iglesia pequeña (su diócesis, en el centro del país, tiene 9,6 millones de habitantes y sólo 22.000 son católicos). Pero es este año cuando ha crecido sin límite el sufrimiento.
"Tengo 62 años y jamás en mi vida había vivido algo tan trágico", asegura en la agencia AsiaNews. "Hasta el 2019 invitábamos a otros líderes religiosos a celebrar con nosotros. Luego, en 2020, llegó el desastre de la pandemia de Covid-19. Este año es aún peor, porque estamos sufriendo una catástrofe provocada por el hombre para la que no hay cura".
Continúa la violencia por Myanmar desde que la Junta militar tomó el control del país el primero de febrero de 2021 destituyendo al gobierno dirigido por Aung San Suu Kyi. "Esperábamos celebrar la Navidad como antes, con la gente. Pero pasamos estos días con tristeza mientras nos preparamos para recibir a Jesús rezando por nuestro pueblo", cuenta el prelado a AsiaNews.
Como María y José, huyendo y en cuevas
"La condición del pueblo birmano es similar a la de María y José durante la primera Navidad: lejos de casa, en la selva, los bosques y las cuevas del país, corriendo por su vida", explica emocionado el arzobispo Tin Win.
"Pero en las ciudades, la gente también sufre porque hay combates todos los días. La gente de aquí está luchando por sus vidas. Sólo celebraremos la Eucaristía para estar cerca de la gente, pero nada de grandes celebraciones, son demasiados los que sufren".
Muchos birmanos han huido a Tailandia. Otros muchos son desplazados internos dentro del país.
Entre los 53 millones de habitantes de Myanmar, menos del 5% de la población son cristianos, mientras que casi toda la población es budista. La Iglesia católica cuenta con 750.000 fieles en Myanmar, y es una de las comunidades más afectadas por la escalada de violencia. En regiones con minorías étnicas, los cristianos son más. En Kachin, con 1,4 millones de habitantes, los cristianos llegan a ser un 35% o más.
Una Navidad con dolor
El arzobispo explica como se vive la Navidad este año. "La Navidad es una oportunidad para compartir el amor de Dios a través de nosotros. Este año no vamos a decorar las iglesias con luces. He pedido a los fieles que ahorren el dinero de las decoraciones y lo usen para hacer donaciones, si pueden".
Los cristianos ya no van a encuentros festivos interreligiosos, pero sí colaboran con los necesitados. "Si tenemos algo que compartir -comida, ropa o medicinas- se lo damos a los líderes musulmanes, hindúes o budistas para que lo redistribuyan entre sus fieles", explica el arzobispo.
En Myanmar es invierno y la gente necesita ropa y provisiones: "La cosecha se perdió porque la gente no pudo volver a sus pueblos. Las personas que vienen a misa tienen miedo porque todos los días vienen los militares a buscar a los que luchan contra ellos. Incluso los sacerdotes y las monjas a veces se ven obligados a huir".
Y además el Covid-19 sigue devastando el país.
"En abril, mayo y junio, ni siquiera podíamos enterrar los cuerpos porque eran muchos. La situación sanitaria parece haber mejorado, pero todavía hay mucho miedo.
"Pienso en el Salmo 136: ¿cómo podemos cantar de alegría ante la venida del Señor? Podemos, si hacemos algunas actividades caritativas y seguimos estando cerca de la gente a través de la oración. A los birmanos quiero decirles que no están solos en los bosques y cuevas, estamos con ustedes y Dios está con ustedes", continúa Tin Win.
"Este año me gustaría enviar este mensaje de una manera sencilla, en lugar de anunciarlo con las habituales grandes celebraciones: Dios nos ha enviado un Salvador, tengan esperanza". Por supuesto, la situación es trágica, pero "espero que podamos celebrar juntos el próximo año", concluye el arzobispo.
Es posible ayudar con Cáritas aquí a los refugiados de Myanmar en Tailandia.