Bartolomé pide a la Iglesia de Kiev, al romper con Moscú, que se guíe solo por criterios eclesiales
La Iglesia ortodoxa ucraniana consumó este domingo en la catedral ortodoxa de San Jorge en Estambul su ruptura con el patriarcado de Moscú. Epifanio fue proclamado metropolita de Kiev y de Ucrania y su comunidad queda inscrita en los Diptycha, el orden de clasificación de las Iglesias ortodoxas, en el decimoquinto y último puesto, con casi 23 millones de fieles.
El Tomos de autocefalia que certifica su poder fue firmado durante una celebración litúrgica concelebrada por Epifanio con el patriarca ecuménico Bartolomé.
Según recoge Asia News, el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, declaró que con este acto el país asume su independencia espiritual tras haber conquistado en 1991 la indepedencia política. Este aspecto político de la separación de la Iglesia ortodoxa ucraniana es el que más preocupa a los analistas internacionales, por lo que supone de alimento al conflicto con Rusia.
Bartolomé firma el Tomos de autocefalia que inscribe a la Iglesia ortodoxa ucraniana entre las quince comunidades autocéfalas autorizadas por el Patriarcado de Constantinopla.
Las autocefalias ortodoxas surgieron tras el cisma que las separó de la Iglesia, y son concedidas por Constantinopla. La primera fue la de Moscú, en 1586, y luego siguieron las de Grecia, Bulgaria, Rumania, Georgia, etc.
En su homilía, Bartolomé afirmó que "hay que luchar para la unidad y la paz entre los propios fieles y al mismo tiempo trabajar por la pacífica convivencia con aquellos hermanos que permanecerán en las filas de la Iglesia que encabeza el patriarca de Moscú".
Pidió a Epifanio que actúe "solamente con criterios eclesiales, dirigidos por la caridad y por los sacrificios, y sin olvidar los bienes recibidos de la Iglesia madre de Constantinopla”. Concluyó señalando que el Tomos firmado "es un símbolo de caridad, de sacrificio para la salvación de la grey de Nuestro Señor en toda Ucrania”.
La autocefalia de la Iglesia ortodoxa ucraniana deberá ser ahora aprobada por el resto de comunidades ortodoxas. Los rusos ya dieron su “no” y parece que lo mismo dirán los polacos, checoslovacos, serbios y antioquenos, por motivos más geopolíticos que eclesiásticos.