La Iglesia rescata a los descartados de Alepo: cómo los cristianos sobreviven gracias a sus hermanos
Moufida y su marido Mousa viven en un piso en Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria, aún bajo los escombros. Son mayores, Mousa está inválido y gravemente enfermo y su mujer se tiene que hacer cargo de él totalmente sola. Llegaron a Alepo como desplazados. Están solos porque sus familiares dejaron Siria al tener hijos varones que les obligaban a integrarse en el ejército para combatir.
Los enfrentamientos han cesado en Alepo, pero la situación económica no ha cambiado mucho. En este momento, según los informes oficiales, un 90% de la población de Siria vive bajo el nivel de pobreza. Los alimentos son carísimos y es casi imposible acceder a productos de exportación como medicinas o repuestos de maquinaria o de coches.
Moufida y Mousa sobreviven gracias a la parroquia Nuestra Señora de la Anunciación. Un grupo de jóvenes les visita regularmente, a ellos y al resto de ancianos y discapacitados de su distrito que se encuentran solos y que tienen graves necesidades.
“Empezamos a ayudar con medicamentos y productos de higiene, a mayores y a enfermos”, explica el padre Hugo Alaniz, misionero del Instituto del Verbo Encarnado. “Tenemos una cocina comunitaria donde un grupo de personas cocinan tres días a la semana para llevar a la gente comida a sus casas”.
Con regularidad, una pareja de jóvenes les lleva la comida y sus medicinas, conversan y Mousa y Moufida se sienten queridos. Cada domingo el P. Hugo acerca la comunión a Mousa que no puede casi caminar. Con ellos no sólo consiguen vivir con dignidad, sino que entra la salvación a sus vidas.
Moufida recuerda cómo los grupos armados islámicos invadieron su pueblo: “Nos quitaron nuestra fuente de ingresos, nuestro dinero y nuestra casa. No podíamos ir a la iglesia si no llevábamos ropa que nos cubriera de pies a cabeza. Prohibieron tocar la campana de la iglesia pero nosotros seguimos rezando y haciendo la señal de la cruz en nuestras casas”.
Este dolor ocasionado no tiene la última palabra en la vida de estos ancianos. Ella asegura que “la Iglesia está siempre con nosotros y nuestra fe es todavía más fuerte. Desearía que esta Navidad sea buena y traiga alegría y paz a todo el mundo”.
Como este matrimonio hay miles en Siria y millones de personas en el mundo, que no sobrevivirían si no fuera por el amparo y la entrega de la Iglesia católica y de personas que “hacen sitio en su posada” a quienes más lo necesitan. Esta es precisamente la campaña especial que ha lanzado Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) durante esta Navidad para ayudar a estos cristianos. Puedes colaborar con ellos pinchando AQUÍ.
Estos son otros programas similares que ACN financiará en Oriente Medio a través de la campaña “Que haya sitio en tu posada”:
-SIRIA: Programa de alimentación para ancianos en soledad. El Vicariato Latino en Alepo ha puesto en marcha este proyecto que consiste en la preparación y distribución de comidas para 100 personas mayores durante un año. 17.000 €.
-LÍBANO: comedor de San Juan el Misericordioso, que proporciona 1.500 comidas calientes por día a refugiados sirios y otros necesitados en Zahle y el Valle del Bekaa. Programa bianual. 700.000 €