China elabora un registro civil del clero y Roma acaba de pronunciarse: así lo valora un misionero
Este pasado viernes la Santa Sede publicó un documento titulado Orientaciones pastorales sobre el registro civil del clero en China y que respondía a las numerosas peticiones de los obispos chinos sobre la exigencia del régimen comunista de que tanto ellos como los sacerdotes se inscriban en un registro civil para poder seguir realizando su tarea pastoral.
“A tal respecto, como es sabido, muchos pastores quedan profundamente sorprendidos, ya que la modalidad de dicho registro -obligatoria, según los nuevos reglamentos sobre las actividades religiosas, cuya falta es penada con la imposibilidad de obrar pastoralmente- conlleva, casi siempre, la firma de un documento en el cual, a pesar del compromiso asumido por las autoridades chinas de respetar también la doctrina católica, se debe declarar que se acepta, entre otros, el principio de independencia, autonomía y auto-administración de la Iglesia en China”, dice el texto vaticano.
Respetar la conciencia de los sacerdotes y obispos
Además, añade que “la Santa Sede, por un lado, no tiene intención de forzar la conciencia de nadie. Por otra, considera que la clandestinidad no está contemplada en la normalidad de la vida de la Iglesia, y la historia enseña que Pastores y fieles han recurrido a ella sólo con el doloroso deseo de mantener íntegra la propia fe”.
Por tanto, la Santa Sede continúa pidiendo que el registro civil del clero se lleve a cabo con la garantía de respetar la conciencia y las profundas convicciones católicas de las personas involucradas. Solo de esta manera, en efecto, se pueden favorecer tanto la unidad de la Iglesia como la contribución de los católicos al bien de la sociedad china”, indica.
La Santa Sede señala que “comprende y respeta la decisión de quien, a conciencia, decide que no puede registrarse en las condiciones presentes”, y que “permanece cerca suyo y pide al Señor ayudarlos a custodiar la comunión con sus hermanos en la fe, incluso frente a las pruebas que cada uno tenga que afrontar”.
Positivo pero demasiado optimista
Desde China se está ya valorando este documento vaticano. Uno de ellos es el padre Sergio Ticozzi, misionero del PIME, que lleva 40 años en China y Hong Kong. En un escrito publicado en Asia News afirma que el texto responde a las preocupaciones de conciencia de muchos sacerdotes chinos, pero que no se percata de las profundas restricciones -que minan la fe católica- a las que se ve sometida la Iglesia china. Expresa el deseo de que la santa Sede también intervenga ante las autoridades chinas para salvaguardar la libertad de conciencia de los individuos y para evitar la instrumentalización de la religión con fines políticos.
En su opinión, es “un paso adelante” para disipar las ambigüedades en que se habían sumergido las relaciones entre la Iglesia china, la Santa Sede y Beijing, pero también “un discurso algo teórico y optimista” porque no toma en debida consideración las restricciones que pesan sobre la estructura de la Iglesia y sobre la vida de los católicos en China.
Y es que afirma que el régimen manipula “la doctrina católica”, que, por el contrario, la Santa Sede desea preservar. El Padre Ticozzi, que ha formó parte de la Comisión Vaticana de la Iglesia en China, impulsada por Benedicto XVI,destaca que también es deseable que haya “otras intervenciones de la Santa Sede” ante las autoridades chinas contra las restricciones que se aplican sobre los fieles, sacerdotes y obispos, y, “sobre todo, en relación a la instrumentalización de la religión con fines políticos”.
El padre Ticozzi considera positiva la declaración de que “la Santa Sede continúa solicitando que el registro civil del Clero se realice con la garantía de respetar la conciencia y las profundas convicciones católicas de las personas involucradas”.
Esta carencia se da, según el documento, “a pesar del compromiso asumido por las Autoridades chinas, de respetar también la doctrina católica”. Por tanto, pareciera que el Acuerdo provisorio incluye este punto, pero dado que este sigue siendo secreto, las autoridades locales, con la connivencia de aquellas centrales, han seguido con la praxis de forzar al clero no-oficial a registrarse siguiendo las reglas vigentes y en algunos casos, restringiendo todavía más esas reglas.
Otro punto positivo del documento de la Santa Sede es tratar de explicar cómo ha de entenderse el contenido del término ‘independencia’, es decir, “no en un sentido absoluto, es decir, como separación del Papa y de la Iglesia universal, sino relativo a la esfera política…”. Y tras haber enunciado los elementos nuevos de la situación actual, afirma que “frente a estos hechos, es legítimo esperar una actitud nueva por parte de todos, incluso al afrontar cuestiones prácticas, que tienen que ver con la vida de la Iglesia”.
El intento de reducir la Iglesia a una institución nacional
“Todo esto es indiscutible, pero considerando los elementos nuevos subrayados, se tiene la impresión de que se trata de un discurso algo teórico y optimista: no toma en consideración los datos de hecho, a saber, las restricciones vigentes sobre los edificios de la Iglesia y, sobre todo, sobre la vida de los católicos (en particular, en relación a los jóvenes menores de 18 años) ni las medidas indebidas en nombre de la “sinización”. Sobre todo, no parece darse cuenta del claro intento de las autoridades chinas de reducir la Iglesia a una institución estatal y al clero, a funcionarios públicos. Y tampoco es considerada su valoración concreta del Acuerdo provisorio: lo instrumentalizan con fines políticos, hablando siempre del ‘Vaticano’ y no del “Sucesor de Pedro”, y no atendiendo al compromiso asumido por las Autoridades chinas de respetar también la doctrina católica, como el documento mismo admite”.
Las orientaciones pastorales subrayan justamente el respeto por la libertad de conciencia de los individuos, incluso sugiriendo modos concretos para su salvaguarda, si el texto de la declaración que se ha de firmar para el registro oficial no parece respetuoso de la fe católica. Además, “la Santa Sede comprende y respeta la decisión de quien, a conciencia, decide que no puede registrarse en las presentes condiciones”. "¡La Santa Sede también debiera exigir la misma conducta a las autoridades chinas!", afirma este misionero.
Puede leer aquí el documento íntegro de la Santa Sede (en inglés e italiano)