En 2017, 23 misioneros y sacerdotes han sido asesinados: América lidera la lista una vez más
Como cada año, la agencia Fides, dependiente de Obras Misionales Pontificias, publica la lista de agentes pastorales y misioneros asesinados en el año que concluye. Este año 2017, al que todavía le faltan tres días para acabar, ha dejado un saldo de 23 misioneros muertos: 13 sacerdotes, 1 religioso, 1 religiosa y 8 laicos.
Por noveno año consecutivo, América se ha convertido en el continente con mayor número de muertos, con 11, de los cuales 8 eran sacerdotes, uno era religioso y otro laico. La última víctima en este continente se produjo la pasada semana. Se trataba del padre Joseph Simoly, sacerdote de 54 años, muy popular por su predicación y que fue asaltado y asesinado por delincuentes comunes cerca de su casa en Puerto Príncipe, Haití.
Como él, la mayoría de las víctimas mortales han sido a mano de delincuentes que querían robar o secuestrar para conseguir un rescate.
Tras América se sitúa África, donde han sido asesinados 10 misioneros (4 sacerdotes, 1 religiosa, 5 laicos); en Asia han sido asesinados 2 misioneros (1 sacerdote, 1 laico).
Más de 400 muertos en lo que va de siglo
Desde el 2000 al 2017, según los datos recogidos por la Agencia Fides, han sido asesinados en el mundo 424 misioneros, de los cuales 5 eran obispos.
La lista anual de Fides desde hace tiempo no se refiere sólo a los misioneros 'ad gentes' en sentido estricto, sino que trata de registrar a todos los agentes pastorales fallecidos de forma violenta, sin que se trate expresamente por “odio a la fe”.
La punta del iceberg
Muchos misioneros han sido asesinados durante intentos de secuestro o robo, realizados con gran ferocidad, en contextos de pobreza económica y cultural, de degradación moral y ambiental, donde la violencia y el desprecio por la vida misma son casi las normas de comportamiento.
En todas las latitudes del mundo, los sacerdotes, las religiosas y los laicos comparten la misma vida cotidiana con la gente común, llevando consigo el valor específico de su testimonio evangélico como un signo de esperanza.
Según Fides, los asesinados son solo la punta del iceberg, ya que es larga la lista de trabajadores pastorales, o de simples católicos, agredidos, golpeados, robados, amenazados, como también lo es la de las estructuras católicas al servicio de toda la población, atacadas, vandalizadas o saqueadas. A la lista provisional realizada anualmente por la Agencia, siempre hay que añadir la larga lista de aquellos muchos, de los cuales tal vez nunca se tendrá noticia o de los que ni siquiera se sabrá el nombre, que en todos los rincones del planeta sufren y pagan con sus vidas, su fe en Jesucristo.
Por noveno año consecutivo, América se ha convertido en el continente con mayor número de muertos, con 11, de los cuales 8 eran sacerdotes, uno era religioso y otro laico. La última víctima en este continente se produjo la pasada semana. Se trataba del padre Joseph Simoly, sacerdote de 54 años, muy popular por su predicación y que fue asaltado y asesinado por delincuentes comunes cerca de su casa en Puerto Príncipe, Haití.
Como él, la mayoría de las víctimas mortales han sido a mano de delincuentes que querían robar o secuestrar para conseguir un rescate.
Tras América se sitúa África, donde han sido asesinados 10 misioneros (4 sacerdotes, 1 religiosa, 5 laicos); en Asia han sido asesinados 2 misioneros (1 sacerdote, 1 laico).
Más de 400 muertos en lo que va de siglo
Desde el 2000 al 2017, según los datos recogidos por la Agencia Fides, han sido asesinados en el mundo 424 misioneros, de los cuales 5 eran obispos.
La lista anual de Fides desde hace tiempo no se refiere sólo a los misioneros 'ad gentes' en sentido estricto, sino que trata de registrar a todos los agentes pastorales fallecidos de forma violenta, sin que se trate expresamente por “odio a la fe”.
La punta del iceberg
Muchos misioneros han sido asesinados durante intentos de secuestro o robo, realizados con gran ferocidad, en contextos de pobreza económica y cultural, de degradación moral y ambiental, donde la violencia y el desprecio por la vida misma son casi las normas de comportamiento.
En todas las latitudes del mundo, los sacerdotes, las religiosas y los laicos comparten la misma vida cotidiana con la gente común, llevando consigo el valor específico de su testimonio evangélico como un signo de esperanza.
Según Fides, los asesinados son solo la punta del iceberg, ya que es larga la lista de trabajadores pastorales, o de simples católicos, agredidos, golpeados, robados, amenazados, como también lo es la de las estructuras católicas al servicio de toda la población, atacadas, vandalizadas o saqueadas. A la lista provisional realizada anualmente por la Agencia, siempre hay que añadir la larga lista de aquellos muchos, de los cuales tal vez nunca se tendrá noticia o de los que ni siquiera se sabrá el nombre, que en todos los rincones del planeta sufren y pagan con sus vidas, su fe en Jesucristo.
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