El Partido Comunista Chino lo tiene claro: o sus funcionarios abandonan la fe o abandonan el Partido
Quien permanece firme en sus propias creencias religiosas debe dejar el Partido comunista (PCC). Es una de las nuevas reglas sobre el comportamiento de los propios funcionarios: stop a las creencias religiosas y a la difusión de habladurías políticas que puedan “dañar la unidad del Partido”, informa la agencia de noticias AsiaNews.
La Comisión central para la inspección de la disciplina las publicó hace dos días, si bien están en vigor desde el 18 de agosto y representan prácticas ya en acto desde hace tiempo. El castigo por la violación de estos reglamentos es en general la expulsión del PCC; en el caso se hayan violado las leyes, se puede también iniciar un proceso penal.
El texto prevé que los funcionarios con “fuertes creencias religiosas”, deben ser instruidos: “Si ellos no cambian de idea ni siquiera después de la ayuda y la instrucción de la organización del Partido, deberán ser alentados a dejar el Partido”, explica el reglamento comunista.
Un ulterior cláusula prevé la prohibición de “distorsionar” la historia del país. Hasta ahora se hablaba sólo de la historia militar o de la historia del propio PCC.
La nueva normativa disciplinar se coloca en un cuadro de severo control del Partido sobre los propios miembros, a los cuales está prohibido pertenecer a una confesión religiosa incluso después de jubilarse. Según datos de hace 5 años atrás, casi el 25% de los miembros del Partido cree en alguna religión. Desde hace años, el presidente Xi Jinping lleva adelante una campaña de control contra los miembros del PCC, una dura lucha a la corrupción- que a menudo afecta a los adversarios políticos- y contra las religiones. Desde hace meses, el PCC ha iniciado una campaña de “sinización” de las religiones que mira a la asimilación de los fieles a la cultura y a la sociedad china y, sobre todo, la sumisión al Partido.