Una misionera dirige una clínica de leprosos y enfermos de SIDA: ningún niño se les murió en 2016
La Iglesia Católica es líder y referente en la lucha contra el SIDA. Miles de misioneros católicos atienden a enfermos de SIDA desde los países más pobres de África a los barrios más deprimidos de las grandes urbes de Occidente.
Una de ellas es la hermana Antonietta Profumo, religiosa de la congregación de Nuestra Señora de los Apóstoles y directora de un centro de salud especializado en infectados con lepra y SIDA en Kolowarè, en el centro de Togo.
En una entrevista con la agencia Fides cuenta que “asistimos a más de 800 personas en terapia antirretroviral, de las cuales 50 son niños. El SIDA, como la lepra, crea discriminación y a menudo el rechazo de la propia familia porque es considera una enfermedad vergonzosa. La mayoría de las mujeres son abandonadas cuando están gravemente enfermas".
Por ello, explica que “Dios no ha creado los puentes, nos ha dado las manos. La sabiduría africana me recuerda que es muy importante lo que podemos hacer, que debemos mirar la vida con un corazón abierto, con un sentido de responsabilidad, haciendo en cada circunstancia lo que está en nuestro poder. Nuestras manos son guiadas y apoyadas por la Providencia que viene a nosotros de tantas maneras diferentes, pero siempre para ayudarnos a construir algo hermoso y bueno. Eso es lo que aprendo todos los días aquí en Kolowar, en la vida animada y a veces convulsionada de nuestro Centro de Salud”.
Cada vez llegan más enfermos de SIDA
La religiosa habla de su centro, “una pequeña comunidad de tres hermanas, acompañadas por médicos y personal que trabajan generosamente con nosotros y que nos permite acoger, tratar y acompañar a muchos enfermos, especialmente mujeres, niños, discapacitados. Las actividades estables y programadas a menudo se ven acompañadas por lo inesperado que siempre llama a la puerta y pide creatividad y disponibilidad”.
En Kolowaré, el centro de salud nació en los años 40 como una colonia de para dar cabida a las personas afectadas por la lepra, curarles y darles refugio y comida, junto con un poco de dignidad. “Cientos de leprosos han sido huéspedes aquí. Muchos han muerto. Hoy en hay 46 ancianos, frágiles, casi todos con problemas severos y por lo general rechazados por sus familia. Desde 2009, también tratamos con enfermos de SIDA cuyo número aumenta cada día. Hemos abierto un servicio para la prevención, atención y acompañamiento de estos pacientes. Y prestamos especial atención a las mujeres embarazadas que son VIH positivas para prevenir la transmisión de madre a hijo”, informa la religiosa.
Ningún niño ha fallecido en 2016
“Desde algunos años nos hemos centrado también en los niños. Muchos de ellos son huérfanos de uno o de ambos padres y los que no son huérfanos sus padres son seropositivos. Estos niños frágiles se ven afectados por muchas infecciones y por lo general no reciben atención y suponen un problema para la familia que es pobre. Con los enfermeros, desde hace tres años, gracias a la ayuda de tantas personas, nuestro Centro puede acogerles y cuidar de ellos. Además, cada mes damos un paquete de comida para animar a la familia a venir a recibir la terapia”, añade la misionera.
“Al principio del año escolar”, explica, “les damos lo necesario para asistir a la escuela. Durante las vacaciones de Navidad, Pascua y verano, en turnos de 15 días, estos niños vienen al Centro para vivir juntos. Con una buena nutrición, una buena higiene y medicamentos en el momento adecuado ayudamos a estos pequeños a recuperar un poco de su salud frágil. Un médico los visita y les hacemos todos los análisis de laboratorio. Este método nos ha permitido lograr que ningún niño haya fallecido en 2016”.
“Nosotras las hermanas, conscientes del gran don que es nuestra consagración al Señor, tratamos de pasar los días haciendo el bien y cada día nos encontramos con diferentes ocasiones para apoyar, consolar, ayudar a muchos pobres que no pueden encontrar soluciones a sus problemas”, concluye la religiosa.
Una de ellas es la hermana Antonietta Profumo, religiosa de la congregación de Nuestra Señora de los Apóstoles y directora de un centro de salud especializado en infectados con lepra y SIDA en Kolowarè, en el centro de Togo.
En una entrevista con la agencia Fides cuenta que “asistimos a más de 800 personas en terapia antirretroviral, de las cuales 50 son niños. El SIDA, como la lepra, crea discriminación y a menudo el rechazo de la propia familia porque es considera una enfermedad vergonzosa. La mayoría de las mujeres son abandonadas cuando están gravemente enfermas".
Por ello, explica que “Dios no ha creado los puentes, nos ha dado las manos. La sabiduría africana me recuerda que es muy importante lo que podemos hacer, que debemos mirar la vida con un corazón abierto, con un sentido de responsabilidad, haciendo en cada circunstancia lo que está en nuestro poder. Nuestras manos son guiadas y apoyadas por la Providencia que viene a nosotros de tantas maneras diferentes, pero siempre para ayudarnos a construir algo hermoso y bueno. Eso es lo que aprendo todos los días aquí en Kolowar, en la vida animada y a veces convulsionada de nuestro Centro de Salud”.
Cada vez llegan más enfermos de SIDA
La religiosa habla de su centro, “una pequeña comunidad de tres hermanas, acompañadas por médicos y personal que trabajan generosamente con nosotros y que nos permite acoger, tratar y acompañar a muchos enfermos, especialmente mujeres, niños, discapacitados. Las actividades estables y programadas a menudo se ven acompañadas por lo inesperado que siempre llama a la puerta y pide creatividad y disponibilidad”.
En Kolowaré, el centro de salud nació en los años 40 como una colonia de para dar cabida a las personas afectadas por la lepra, curarles y darles refugio y comida, junto con un poco de dignidad. “Cientos de leprosos han sido huéspedes aquí. Muchos han muerto. Hoy en hay 46 ancianos, frágiles, casi todos con problemas severos y por lo general rechazados por sus familia. Desde 2009, también tratamos con enfermos de SIDA cuyo número aumenta cada día. Hemos abierto un servicio para la prevención, atención y acompañamiento de estos pacientes. Y prestamos especial atención a las mujeres embarazadas que son VIH positivas para prevenir la transmisión de madre a hijo”, informa la religiosa.
Ningún niño ha fallecido en 2016
“Desde algunos años nos hemos centrado también en los niños. Muchos de ellos son huérfanos de uno o de ambos padres y los que no son huérfanos sus padres son seropositivos. Estos niños frágiles se ven afectados por muchas infecciones y por lo general no reciben atención y suponen un problema para la familia que es pobre. Con los enfermeros, desde hace tres años, gracias a la ayuda de tantas personas, nuestro Centro puede acogerles y cuidar de ellos. Además, cada mes damos un paquete de comida para animar a la familia a venir a recibir la terapia”, añade la misionera.
“Al principio del año escolar”, explica, “les damos lo necesario para asistir a la escuela. Durante las vacaciones de Navidad, Pascua y verano, en turnos de 15 días, estos niños vienen al Centro para vivir juntos. Con una buena nutrición, una buena higiene y medicamentos en el momento adecuado ayudamos a estos pequeños a recuperar un poco de su salud frágil. Un médico los visita y les hacemos todos los análisis de laboratorio. Este método nos ha permitido lograr que ningún niño haya fallecido en 2016”.
“Nosotras las hermanas, conscientes del gran don que es nuestra consagración al Señor, tratamos de pasar los días haciendo el bien y cada día nos encontramos con diferentes ocasiones para apoyar, consolar, ayudar a muchos pobres que no pueden encontrar soluciones a sus problemas”, concluye la religiosa.
Comentarios