Espías en la JMJ: entre los peregrinos chinos hay infiltrados y falsos católicos sin idea de la fe
La agencia AsiaNews ha hecho una prueba: se han acercado a algunos grupos de chinos que ondeaban la gran bandera roja en la Plaza Mariacki de Cracovia, vestidos de peregrinos de la JMJ, y les han planteado unas preguntas, hablándoles en chino:
- ¿De dónde sois?
- De Hebéi [la región con más católicos de China]
- ¿Qué tal el viaje, fue difícil salir?
- No, qué va, facilísimo... -dicen con énfasis.
- ¿Quién es vuestro obispo?
- Eh... ¿qué es eso?
- ¿Qué cura os acompaña?
- Eh... no necesitamos cura...
Para AsiaNews la prueba es clara: no se trata de auténticos peregrinos de la JMJ, probablemente ni siquiera son personas de familias católicas. Se trata de infiltrados del Gobierno chino que buscan identificar a los jóvenes chinos que han acudido a Polonia, quizá hacer contactos, reclutarlos, infiltrarlos, etc... en definitiva: espionaje a los católicos.
Algunos han llegado desde China. Otros de estos infiltrados e informadores son chinos que ya estaban en Polonia trabajando en distintas instituciones y han recibido órdenes de "pasearse" por las calles con la bandera china y "hacer contactos".
En la JMJ hay unos 8.000 peregrinos de etnia china, pero la mayoría llegan de lugares con libertad religiosa como Singapur y Taiwán, o donde hay menos control, como Macao y Hong Kong. Los de la China continental tratan de pasar desapercibidos.
“Están muy tristes, y tienen miedo de lo que vaya a pasar una vez que regresen a casa. No es bonito vivir así”, asegura una fuente de los católicos chinos clandestinos a AsiaNews.
En algunos casos, las autoridades comunistas simplemente han impedido la salida de los peregrinos.
Un ejemplo es el grupo de 50 peregrinos de Pequín y alrededores, detenidos en China el pasado día 25. Los funcionarios políticos del aeropuerto de Pequín bloquearon el avión, que ya estaba ubicado en la pista de despegue, y se llevaron a los chicos.
Los interrogaron durante horas en los despachos de Migraciones, los regañaron y los enviaron a casa con órdenes de no contactar a nadie en el exterior. Lo cuenta su guía que ya estaba en Polonia.
El gobierno los acusa de haber “violado las normas para los viajes al exterior”, les retiró sus pasaportes y amenazó al párroco advirtiéndole acerca de las “graves consecuencias” que tendría el hecho de “violar la ley” otra vez.