Los obispos filipinos piden protección legal para los cristianos en la nueva autonomía musulmana
La región del suroeste de Filipinas, poblada por 3,8 millones de habitantes de los que la gran mayoría son musulmanes, se está organizando en una región autónoma que se llamará Bangsamoro, de acuerdo con unas negociaciones con el gobierno filipino, una región que tendrá su propia legislación inspirada en principios musulmanes.
Hay muchos interrogantes acerca de esta legislación (la llamada "Bangsamoro Basic Law"), su nivel de rigorismo islámico y su trato a las dos grandes minorías de la región: los cristianos y los indígenas lumad que viven en las montañas y zonas de interior, que no son ni cristianos ni musulmanes y pueden sumar hasta medio millón de personas. Incluso hay una ciudad llamada Wao, de mayoría cristiana, que pide no ser incluida en esta legislación.
La Conferencia Episcopal de Filipinas ha emitido un mensaje pidiendo que la nueva ley básica de Bangsamoro "proteja los derechos humanos universales, en particular los derechos de los indígenas ya inseridos en la ley y los derechos de las minorías cristianas que temen persecuciones y ulteriores marginalizaciones”.
Los obispos también piden que la nueva ley de esta región, tan o más pobre que el resto de Filipinas, "esté radicada en la promoción de justicia social” y que esté fundada sobre “principios morales sociales”.
La aprobación de esta Ley Básica es el centro de las negociaciones actuales entre el gobierno filipino y el Moro Islamic Liberation Front (Milf), grupo ex -terrorista islámico que por decenios, hasta la paz firmada en 2014, ensangrentó la región con una guerra independentista.
El borrador de la nueva legislación prevé para Bangsamoro un parlamento autónomo, compuesto por 50 diputados, la elección de una especie de primer ministro y la instauración de una especie de sharia, en teoría, suavizada.
Los obispos filipinos piden que la ley básica “afrente de modo eficaz las injusticias sufridas en Bangsamoro, así como las injusticias sufridas por la población indígena [las tribus lumad] y por las varias minorías religiosas que habitan en la región”.
Además, se dicen favorables a que la ley “realice la auto-determinación del Bnagsamoro en un área identificada que permanezca como parte de la integridad territorial bajo la soberanía de la República de Filipinas”.
Según los obispos, la finalidad última de la ley debe ser “una paz duradera” basada “en la confianza recíproca y sobre el respeto”.
“El cristianismo y el islam son religiones de paz”, afirman los obispos filipinos; “la mayoría de los musulmanes, de los cristianos y de las comunidades indígenas quieren paz”. “El imperativo moral por una paz duradera es este: cristianos, musulmanes, lumads y los miembros de otros credos deben confiarse unos con otros”.
El mensaje de los obispos concluye invocando a la Virgen María, aquella que es “honrada en modo eminente en el Corán y en la Biblia como la madre de Jesús, aquella que los cristianos llaman “Nuestra paz”, pidiéndole fruto en los “esfuerzos para una paz justa y duradera”.
Hay muchos interrogantes acerca de esta legislación (la llamada "Bangsamoro Basic Law"), su nivel de rigorismo islámico y su trato a las dos grandes minorías de la región: los cristianos y los indígenas lumad que viven en las montañas y zonas de interior, que no son ni cristianos ni musulmanes y pueden sumar hasta medio millón de personas. Incluso hay una ciudad llamada Wao, de mayoría cristiana, que pide no ser incluida en esta legislación.
La Conferencia Episcopal de Filipinas ha emitido un mensaje pidiendo que la nueva ley básica de Bangsamoro "proteja los derechos humanos universales, en particular los derechos de los indígenas ya inseridos en la ley y los derechos de las minorías cristianas que temen persecuciones y ulteriores marginalizaciones”.
Los obispos también piden que la nueva ley de esta región, tan o más pobre que el resto de Filipinas, "esté radicada en la promoción de justicia social” y que esté fundada sobre “principios morales sociales”.
La aprobación de esta Ley Básica es el centro de las negociaciones actuales entre el gobierno filipino y el Moro Islamic Liberation Front (Milf), grupo ex -terrorista islámico que por decenios, hasta la paz firmada en 2014, ensangrentó la región con una guerra independentista.
El borrador de la nueva legislación prevé para Bangsamoro un parlamento autónomo, compuesto por 50 diputados, la elección de una especie de primer ministro y la instauración de una especie de sharia, en teoría, suavizada.
Los obispos filipinos piden que la ley básica “afrente de modo eficaz las injusticias sufridas en Bangsamoro, así como las injusticias sufridas por la población indígena [las tribus lumad] y por las varias minorías religiosas que habitan en la región”.
Además, se dicen favorables a que la ley “realice la auto-determinación del Bnagsamoro en un área identificada que permanezca como parte de la integridad territorial bajo la soberanía de la República de Filipinas”.
Según los obispos, la finalidad última de la ley debe ser “una paz duradera” basada “en la confianza recíproca y sobre el respeto”.
“El cristianismo y el islam son religiones de paz”, afirman los obispos filipinos; “la mayoría de los musulmanes, de los cristianos y de las comunidades indígenas quieren paz”. “El imperativo moral por una paz duradera es este: cristianos, musulmanes, lumads y los miembros de otros credos deben confiarse unos con otros”.
El mensaje de los obispos concluye invocando a la Virgen María, aquella que es “honrada en modo eminente en el Corán y en la Biblia como la madre de Jesús, aquella que los cristianos llaman “Nuestra paz”, pidiéndole fruto en los “esfuerzos para una paz justa y duradera”.
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