Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El misionero Antonio López tras el ciclón de Vanuatu: «El pueblo, la escuela... hemos perdido todo»

OMPress

El hermano Antonio López, misionero en Vanuatu, con una familia local, antes del terrible ciclón
El hermano Antonio López, misionero en Vanuatu, con una familia local, antes del terrible ciclón
El misionero español Antonio López García-Nieto, tras el huracán en Vanuatu y la falta de noticias sobre él, escribe contando las consecuencias de esta catástrofe natural y agradece todas las manifestaciones de preocupación y cariño que ha recibido. Lo ha difundido OMPress.

»Hola. Hemos tenido un ciclón espeluznante, nueve horas de viento huracanado y de lluvia continua. Lo hemos perdido todo en el colegio.

»En la comunidad hemos perdido casi todo excepto una sala central donde hemos podido refugiarnos y donde hacemos vida los cuatro hermanos de la comunidad hasta que podamos reconstruir algo.

»Gracias a Dios estamos con vida aunque aquí en Lowanatom ha habido tres muertos y una de nuestras alumnas tiene la pierna rota. Poco a poco vamos haciendo limpieza alrededor.

»El ciclón PAM es el más fuerte conocido. Normalmente un ciclón dura una o dos horas y este duró nueve horas.

»Nos atacó al principio, desde las 5h30 de la mañana por el Este y hasta entonces la casa aguantó. Luego giró al Norte y ahí, hacia las 9h00 de la mañana, fue donde voló el tejado de la casa. Yo estaba en mi habitación cuando sucedió y creía que había llegado mi última hora. Pero estaba muy tranquilo y poniendo todo en manos de Dios.

»Aguanté casi dos horas bajo la lluvia y el viento en un pequeño rincón de la habitación donde había quedado una pequeña porción de madera que me protegía más menos que más. Al final pude salir e ir a la sala central donde estaban los otros dos hermanos Dimitri y Amós que habían podido salir de sus habitaciones antes de que volase el tejado.

»Hacia las 12h00 el ciclón giró al Oeste y yo ya temía que se nos iba a llevar también el tejado de la sala. Gracias a Dios no fue así. Hacia las 14h30 el viento empezó a amainar y pudimos salir para ver el panorama de desolación en la casa, en la iglesia, en el colegio y en el poblado en general donde todo el mundo lo ha perdido todo.

»No tenemos electricidad ni comunicaciones ni agua (hay que ir a buscarla a un pozo). Te mando este mensaje porque en la capital me han permitido conectarme a internet.

»Me encuentro bien sano y salvo, gracias a Dios. Me encuentro muy unido a todos que sé que rezáis por nosotros. Seguimos muy unidos por la oración. No sé cuándo podré conectarme de nuevo. Un fuerte abrazo a todos. Lo siento, pero no puedo responder uno a uno. Gracias por haberos interesado por mí.
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