Detienen al sospechoso de asesinar a las misioneras italianas: ellas serán enterradas en África
El martes por la tarde el coronel Helmegilde Harimenshi, de la policía local de Kamenge (Burundi), anunció que habían detenido a un sospechoso del asesinato de la tres misioneras javerianas italianas en esa localidad.
"El sospechoso está en nuestras manos y confiesa sin arrepentirse", afirmó. Se trata de un hombre llamado Christian Butoyi, de 33 años, que actuó solo. Tenía consigo el teléfono móvil de una de las hermanas y las llaves del convento.
La policía insistió en declarar que las ancianas monjas habían sido violadas, cosa que la congregación javeriana negó reiteradamente, como ya hizo en los primeros momentos.
El sospechoso dijo a la Policía que realizó el crimen (horrible en sus detalles de ensañamiento) porque descubrió que la iglesia y convento estaban construidos sobre unos terrenos que, según él, pertenecían a sus padres.
Parece más bien que se trata de un brote de locura y la policía lo someterá a un análisis psiquiátrico. Se ha comprobado que no se robó nada de la casa.
Primero mató a la hermana Olga, de 83 años, y después a la hermana Lucía, de 76, el domingo por la tarde en su casa de Kamenge. La hermana Bernadette, de 79 años, descubrió los cadáveres y avisó a la policía mientras la superior, la hermana Mercedes, avisaba a los misioneros javerianos explicando que el asesino aún estaba allí.
Cuando llegó el padre Mario Chick, el asesino había matado a su tercera víctima, la hermana Bernadette.
“Las tres hermanas asesinadas tenían serios problemas de salud, pero todas había pedido, casi de rodillas, poder regresar a Burundi y dar la vida hasta el final”, dice a la Agencia Fides la hermana Delia Guadagnini , ex Superiora regional de las Misioneras Javerianas en la República Democrática del Congo y Burundi, que conocía muy bien a las tres misioneras javerianas italianas, la hermana Lucía Pulici (75 años), la hermana Olga Raschietti (83 años) y la hermana Bernadetta Boggian (79 años) asesinadas en la misión de Kamenge, un distrito al norte de Bujumbura.
La hermana Delia recuerda: “las tres hermanas habían regreso aceptando realizar sólo pequeños servicios, debido a que sus fuerzas no les permitían realizar tareas más complicadas. Se trataba de cosas sencillas, estar con la gente, visitas a domicilio, ayudar a los pobres. Eran muy queridas por la población”.
Por esta razón, hace hincapié la religiosa, “en Burundi nunca hemos tenido problemas con nadie. No conseguimos entender quién podría querer hacernos daño de una forma tan salvaje. Es algo trágico y misterioso al mismo tiempo”.
La congregación javeriana trasladará los restos de las hermanas Javerianas al cementerio de Bukavu (RDC), donde el jueves por la mañana habrá una misa en la Catedral. "No habrá repatriación de los restos por voluntad expresada de nuestras hermanas misioneras y por qué las personas, que han amado y servido, quieren que se queden con ellos. Es un signo de amor hasta el extremo”, concluye la religiosa.
"El sospechoso está en nuestras manos y confiesa sin arrepentirse", afirmó. Se trata de un hombre llamado Christian Butoyi, de 33 años, que actuó solo. Tenía consigo el teléfono móvil de una de las hermanas y las llaves del convento.
La policía insistió en declarar que las ancianas monjas habían sido violadas, cosa que la congregación javeriana negó reiteradamente, como ya hizo en los primeros momentos.
El sospechoso dijo a la Policía que realizó el crimen (horrible en sus detalles de ensañamiento) porque descubrió que la iglesia y convento estaban construidos sobre unos terrenos que, según él, pertenecían a sus padres.
Parece más bien que se trata de un brote de locura y la policía lo someterá a un análisis psiquiátrico. Se ha comprobado que no se robó nada de la casa.
Primero mató a la hermana Olga, de 83 años, y después a la hermana Lucía, de 76, el domingo por la tarde en su casa de Kamenge. La hermana Bernadette, de 79 años, descubrió los cadáveres y avisó a la policía mientras la superior, la hermana Mercedes, avisaba a los misioneros javerianos explicando que el asesino aún estaba allí.
Cuando llegó el padre Mario Chick, el asesino había matado a su tercera víctima, la hermana Bernadette.
“Las tres hermanas asesinadas tenían serios problemas de salud, pero todas había pedido, casi de rodillas, poder regresar a Burundi y dar la vida hasta el final”, dice a la Agencia Fides la hermana Delia Guadagnini , ex Superiora regional de las Misioneras Javerianas en la República Democrática del Congo y Burundi, que conocía muy bien a las tres misioneras javerianas italianas, la hermana Lucía Pulici (75 años), la hermana Olga Raschietti (83 años) y la hermana Bernadetta Boggian (79 años) asesinadas en la misión de Kamenge, un distrito al norte de Bujumbura.
La hermana Delia recuerda: “las tres hermanas habían regreso aceptando realizar sólo pequeños servicios, debido a que sus fuerzas no les permitían realizar tareas más complicadas. Se trataba de cosas sencillas, estar con la gente, visitas a domicilio, ayudar a los pobres. Eran muy queridas por la población”.
Por esta razón, hace hincapié la religiosa, “en Burundi nunca hemos tenido problemas con nadie. No conseguimos entender quién podría querer hacernos daño de una forma tan salvaje. Es algo trágico y misterioso al mismo tiempo”.
La congregación javeriana trasladará los restos de las hermanas Javerianas al cementerio de Bukavu (RDC), donde el jueves por la mañana habrá una misa en la Catedral. "No habrá repatriación de los restos por voluntad expresada de nuestras hermanas misioneras y por qué las personas, que han amado y servido, quieren que se queden con ellos. Es un signo de amor hasta el extremo”, concluye la religiosa.
Comentarios