Navidad: 12 bombas y más de 500 muertos en Alepo; la Iglesia ayuda a todos, explica el arzobispo
"La Iglesia de Alepo está presente a pesar de las bombas, el hambre y el frío de las últimas semanas, Queremos vivir y tener fe, mostrando nuestra solidaridad a todos sin distinción de religión o de facciones. Esta es nuestra misión, nuestra tarea".
Así lo afirma monseñor Antoine Audo, arzobispo caldeo de Alepo, quien describe la vida de la gente en estos días de Navidad, caracterizada por una " lluvia de bombas " y más de 500 muertes, pero también por las historias de solidaridad y convivencia entre cristianos y musulmanes. Para el obispo, los repetidos llamamientos del Papa por la paz han permitido a los sacerdotes, clérigos y laicos, no perder la esperanza y tener fe en Dios.
Doce bombas en distintos barrios
"El 25 de diciembre -dijo monseñor Audo- han caído al menos 12 bombas en distintos barrios, muchos de ellos cristianos, causando muchas víctimas". El obispo subrayó que la situación ha mejorado en los últimos días, pero en las ciudades los pobres son muchísimos. Los bombardeos del régimen y los rebeldes, el frío y la subida de los precios de los alimentos han llevado a la población a la inanición. Incluso la clase media se empobrece. "Lamentablemente, no vemos el final de esta violencia -explica-, nadie sabe cuándo terminará esta guerra. Todo se puede aceptar, pero no esta confusión que no sugiere atisbos de cambio".
Esta situación no impide a los cristianos y a la Iglesia continuar su labor de caridad y de oración por la paz en Siria. A pesar de las explosiones y el riesgo de morir, cientos de personas asistieron a dos misas celebradas en la catedral caldea el 24 de diciembre a las 17.00 horas y en la mañana de Navidad. "Pese a los odios y las divisiones que están destruyendo la sociedad siria no hemos dejado de apoyar a las familias pobres y desplazados".
Refugiados en el centro
"En los últimos meses -continúa Audo- miles de familias en los barrios y pueblos de los alrededores de Alepo se han refugiado en el centro de la ciudad, sobre todo en los barrios cristianos. La Iglesia acoge a todos, sin distinción, aunque a veces algunos cristianos no comprenden esta apertura que no hace distinción entre religiones y facciones políticas".
Todos los días en las instalaciones de la Iglesia caldea, Cáritas organiza un almuerzo y una distribución de alimentos para los pobres y desplazados en la zona, especialmente musulmanes. "Hace unos días - dice el prelado - un musulmán anciano me persiguió y en voz alta, expresó su gratitud por nuestro trabajo, afirmando que el verdadero oro es visto cuando hay dificultades. Para los musulmanes, este oro es la caridad de los cristianos".
Así lo afirma monseñor Antoine Audo, arzobispo caldeo de Alepo, quien describe la vida de la gente en estos días de Navidad, caracterizada por una " lluvia de bombas " y más de 500 muertes, pero también por las historias de solidaridad y convivencia entre cristianos y musulmanes. Para el obispo, los repetidos llamamientos del Papa por la paz han permitido a los sacerdotes, clérigos y laicos, no perder la esperanza y tener fe en Dios.
Doce bombas en distintos barrios
"El 25 de diciembre -dijo monseñor Audo- han caído al menos 12 bombas en distintos barrios, muchos de ellos cristianos, causando muchas víctimas". El obispo subrayó que la situación ha mejorado en los últimos días, pero en las ciudades los pobres son muchísimos. Los bombardeos del régimen y los rebeldes, el frío y la subida de los precios de los alimentos han llevado a la población a la inanición. Incluso la clase media se empobrece. "Lamentablemente, no vemos el final de esta violencia -explica-, nadie sabe cuándo terminará esta guerra. Todo se puede aceptar, pero no esta confusión que no sugiere atisbos de cambio".
Esta situación no impide a los cristianos y a la Iglesia continuar su labor de caridad y de oración por la paz en Siria. A pesar de las explosiones y el riesgo de morir, cientos de personas asistieron a dos misas celebradas en la catedral caldea el 24 de diciembre a las 17.00 horas y en la mañana de Navidad. "Pese a los odios y las divisiones que están destruyendo la sociedad siria no hemos dejado de apoyar a las familias pobres y desplazados".
Refugiados en el centro
"En los últimos meses -continúa Audo- miles de familias en los barrios y pueblos de los alrededores de Alepo se han refugiado en el centro de la ciudad, sobre todo en los barrios cristianos. La Iglesia acoge a todos, sin distinción, aunque a veces algunos cristianos no comprenden esta apertura que no hace distinción entre religiones y facciones políticas".
Todos los días en las instalaciones de la Iglesia caldea, Cáritas organiza un almuerzo y una distribución de alimentos para los pobres y desplazados en la zona, especialmente musulmanes. "Hace unos días - dice el prelado - un musulmán anciano me persiguió y en voz alta, expresó su gratitud por nuestro trabajo, afirmando que el verdadero oro es visto cuando hay dificultades. Para los musulmanes, este oro es la caridad de los cristianos".
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