De Valladolid a Hispanoamérica: «Los niños allí necesitan las ayudas del Domund y los misioneros»
Con motivo del mes de las misiones y el próximo Domund (www.domund.org), que se celebra en España el 20 de octubre bajo el lema “Fe+caridad=misión”, la misionera María Teresa Sancho, de la congregación Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia, cuenta a OMPress su trayectoria misionera hasta llegar a Venezuela donde, como ella dice, “seguir a Jesús, anunciar su Buena Noticia por el mundo, ha sido una gracia para mí”.
Un llamado a los 18 años
»Id al mundo entero y anunciad la Buena Noticia. A los 18 años, estas palabras calaron muy hondo en mí y me sentí invitada por Jesús de Nazaret para ser misionera.
»Por entonces (1962), vivía en Villavaquerín de Cerrato, Valladolid. Buscando una congregación que respondiera a tal fin, conocí a las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia. Muy pronto me sentí miembro de la misma y a los 20 años fui destinada a Colombia.
»Nunca podré olvidar esa tarde en Vigo, en un barco llamado Begoña, con un grupo de misioneros de Javier y mucha otra gente, cuando tomé rumbo hacia Cartagena de Indias. Así comenzó mi aventura apostólica.
»Ya en Cartagena, como mi destino era Bogotá, fui con unas religiosas hasta Barranquilla para desde allí tomar el avión al día siguiente. Las paupérrimas casitas de barro y bahareque que abundaban a lo largo del camino, me encogieron el estómago. Viviendas infrahumanas y hacinamiento de gente. Mi primer encuentro con la pobreza de América del Sur. En Bogotá pasé tres años dedicada al estudio y a dar catequesis en barriadas populares.
Una visión de Hispanoamérica
»Pasados tres años y medio, fui destinada a Venezuela. Nuestras presencias en este país son la educación, la salud y la pastoral de barrio. A mí me destinaron a la Educación, pero, el tener el servicio de Superiora Provincial, me permitió estar en contacto con misiones de frontera. Por ejemplo, el Cerro de Las Mayas en Caracas o Lomas de León en Barquisimeto, donde se dan todo tipo de carencias.
»Hay muchos niños de la calle que necesitan prepararse para ingresar al sistema escolar. También está el problema de la nutrición y de la salud. Por eso, es una gran necesidad cultivar la solidaridad y compartir nuestros bienes con estos hermanos nuestros.
Con la guerra del Congo
»En 1996, me nombraron Superiora General. Para ese momento, estalló la guerra en la República Democrática del Congo. Nosotras estábamos en Isiro, Kinshasa, y tuvimos que salir. Pero, como no queríamos perder nuestra presencia en África, fundamos en Yaundé, Camerún.
»Así que personalmente, viajé a este país africano y fundamos una escuela maternal en la periferia de la ciudad. Hoy día está consolidada y consuela saber que, gracias a las ayudas de España, hay niños muy pobres que comen, visten y estudian.
»Pasado un tiempo, fundamos también en Bafia, muy cerca de la selva. Aquí hay un tipo de evangelización que me recuerda a la de los primeros cristianos. Es muy hermosa y la gente tiene una gran sensibilidad religiosa.
En la comunista Cuba
»Más tarde, pude fundar en Cuba, país con más de medio siglo de ateísmo. Ha sido muy gratificante la respuesta de la gente, pues, con frecuencia, el Evangelio de Jesús seduce por su honda humanidad.
»En el 2007, regresé de nuevo a Venezuela. Nuestra Provincia se llama ‘San Martín de Porres’ y abarca, además de Venezuela, Colombia y Cuba. De nuevo, nombrada Superiora Provincial, sigo visitando Medellín, en la comuna Santo Domingo Savio, donde los enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares han generado numerosas muertes. Así que trabajamos por la cultura de la paz y la reconciliación.
La violencia de Caracas
»Sigo visitando Cuba y celebrando que la fe cristiana va creciendo. Vivo habitualmente en Venezuela, concretamente en Caracas, ciudad que se ha convertido en una de las más violentas del mundo. Las estadísticas de muertes cada semana son altísimas. Y dada la polarización política del país, es necesario hacer de puente entre ambos bandos. Hacer que cese el odio y la continua ansiedad.
»Por todo lo contado, a grandes pinceladas, necesitamos mucho de sus oraciones, cercanía y solidaridad. Como conclusión, afirmo que seguir a Jesús, anunciar su Buena Noticia por el mundo, ha sido una gracia para mí. Me ha llenado y hecho FELIZ. Por lo cual digo con el salmista: Cantaré eternamente las misericordias del Señor”.
Para ayudar a las misiones, visite www.domund.org
Un llamado a los 18 años
»Id al mundo entero y anunciad la Buena Noticia. A los 18 años, estas palabras calaron muy hondo en mí y me sentí invitada por Jesús de Nazaret para ser misionera.
»Por entonces (1962), vivía en Villavaquerín de Cerrato, Valladolid. Buscando una congregación que respondiera a tal fin, conocí a las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia. Muy pronto me sentí miembro de la misma y a los 20 años fui destinada a Colombia.
»Nunca podré olvidar esa tarde en Vigo, en un barco llamado Begoña, con un grupo de misioneros de Javier y mucha otra gente, cuando tomé rumbo hacia Cartagena de Indias. Así comenzó mi aventura apostólica.
»Ya en Cartagena, como mi destino era Bogotá, fui con unas religiosas hasta Barranquilla para desde allí tomar el avión al día siguiente. Las paupérrimas casitas de barro y bahareque que abundaban a lo largo del camino, me encogieron el estómago. Viviendas infrahumanas y hacinamiento de gente. Mi primer encuentro con la pobreza de América del Sur. En Bogotá pasé tres años dedicada al estudio y a dar catequesis en barriadas populares.
Una visión de Hispanoamérica
»Pasados tres años y medio, fui destinada a Venezuela. Nuestras presencias en este país son la educación, la salud y la pastoral de barrio. A mí me destinaron a la Educación, pero, el tener el servicio de Superiora Provincial, me permitió estar en contacto con misiones de frontera. Por ejemplo, el Cerro de Las Mayas en Caracas o Lomas de León en Barquisimeto, donde se dan todo tipo de carencias.
»Hay muchos niños de la calle que necesitan prepararse para ingresar al sistema escolar. También está el problema de la nutrición y de la salud. Por eso, es una gran necesidad cultivar la solidaridad y compartir nuestros bienes con estos hermanos nuestros.
Con la guerra del Congo
»En 1996, me nombraron Superiora General. Para ese momento, estalló la guerra en la República Democrática del Congo. Nosotras estábamos en Isiro, Kinshasa, y tuvimos que salir. Pero, como no queríamos perder nuestra presencia en África, fundamos en Yaundé, Camerún.
»Así que personalmente, viajé a este país africano y fundamos una escuela maternal en la periferia de la ciudad. Hoy día está consolidada y consuela saber que, gracias a las ayudas de España, hay niños muy pobres que comen, visten y estudian.
»Pasado un tiempo, fundamos también en Bafia, muy cerca de la selva. Aquí hay un tipo de evangelización que me recuerda a la de los primeros cristianos. Es muy hermosa y la gente tiene una gran sensibilidad religiosa.
En la comunista Cuba
»Más tarde, pude fundar en Cuba, país con más de medio siglo de ateísmo. Ha sido muy gratificante la respuesta de la gente, pues, con frecuencia, el Evangelio de Jesús seduce por su honda humanidad.
»En el 2007, regresé de nuevo a Venezuela. Nuestra Provincia se llama ‘San Martín de Porres’ y abarca, además de Venezuela, Colombia y Cuba. De nuevo, nombrada Superiora Provincial, sigo visitando Medellín, en la comuna Santo Domingo Savio, donde los enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares han generado numerosas muertes. Así que trabajamos por la cultura de la paz y la reconciliación.
La violencia de Caracas
»Sigo visitando Cuba y celebrando que la fe cristiana va creciendo. Vivo habitualmente en Venezuela, concretamente en Caracas, ciudad que se ha convertido en una de las más violentas del mundo. Las estadísticas de muertes cada semana son altísimas. Y dada la polarización política del país, es necesario hacer de puente entre ambos bandos. Hacer que cese el odio y la continua ansiedad.
»Por todo lo contado, a grandes pinceladas, necesitamos mucho de sus oraciones, cercanía y solidaridad. Como conclusión, afirmo que seguir a Jesús, anunciar su Buena Noticia por el mundo, ha sido una gracia para mí. Me ha llenado y hecho FELIZ. Por lo cual digo con el salmista: Cantaré eternamente las misericordias del Señor”.
Para ayudar a las misiones, visite www.domund.org
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