Un obispo chino y su vicario, detenidos tras ser acusados por un sacerdote colaboracionista

Según han dado a conocer los fieles de su diócesis, el obispo clandestino de Xuanhua (Hebei), Agustín Cui Tai, fue detenido el jueves junto con su vicario, el sacerdote Zhang Jianlin.  

De momento se desconoce el motivo oficial del arresto y su duración. En los últimos meses, monseñor Cui Tai ha tenido que enfrentarse a la rebeldía de uno de sus sacerdotes, Zhang Li, quien le acusa de no seguir las indicaciones del Vaticano. Según Li, el acuerdo firmado entre China y la Santa Sede obligarse a la Iglesia subterránea, fiel a Roma, a integrase en la Iglesia oficial dócil al gobierno comunista.

Li empezó a reclamar de las autoridades el arresto de su obispo, quien, tras consultar “a la autoridad competente de la Santa Sede” inhabilitó al sacerdote. Pocos días después, monseñor Cui Tai fue detenido y encarcelado durante 15 días, siendo presionado por la policía para que rehabilitase a Li. Éste mantiene además una colaboración ambigua con un pastor protestante pentecostal, con actos en los que, según informa Asia News, se distorsionan los efectos de la oración, inventando milagros.

Poco después de su liberación monseñor Cui Tai ha sido arrestado de nuevo porque, según algunos sacerdotes, se ha “expuesto” al revelar públicamente su identidad episcopal: un hecho que es considerado ilegal, ya que es reconocido por la Santa Sede, pero no por el gobierno. 

Del 2007 hasta hoy, las autoridades han detenido a monseñor Cui Tai de un modo casi continuo sin el respaldo de ningún proceso judicial. Ha conocido desde centros de detención secretos a arrestos domiciliarios o secuestros en hoteles, pasando por “viajes” forzosos, escoltado por funcionarios del partido. En la última década, solo ocasionalmente ha vuelto a casa para visitar a su anciana hermana.

Los fieles y sacerdotes de la diócesis de Xuanhua (establecida en 1946 y boicoteada desde 1980 por una diócesis de la Iglesia Patriótica no reconocida por la Santa Sede) piden a los cristianos de todo el mundo que recen por el obispo y su vicario, con la esperanza de que “regresen sanos y  salvos lo antes posible”.