La Santa Sede nombra a José María Calderón director nacional de Obras Misionales Pontificias
Obras Misionales Pontificias tiene en España nuevo responsable tras estar este puesto vacante durante meses tras la muerte del que era su director, Anastasio Gil, fallecido el pasado mes de octubre y que ostentó el cargo entre 2011 y 2018.
La Santa Sede, a través el prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Filoni, ha nombrado como sucesor al frente de Obras Misionales Pontificias al sacerdote José María Calderón, que será su director en España durante los próximos cinco años.
Amplía experiencia en su nuevo cometido
Calderón era ya un estrecho colaborador de Anastasio Gil tras haber sido nombrado en 2017 como subdirector nacional de OMP. Además, tiene una amplia experiencia en el ámbito de la misión pues desde 2007 es delegado episcopal de Misiones y director diocesano de Obras Misionales en Madrid.
Servir a la Iglesia a través de la misión
Este sacerdote nació en Madrid en 1963 y fue ordenado sacerdote en 1989. Ha ejercido su ministerio sacerdotal en distintas parroquias de Madrid. Se licenció en Teología -especialidad en Moral-, y ha sido, entre otras muchas tareas, consiliario diocesano de Acción Católica, consiliario diocesano de Manos Unidas y desde 2007 delegado episcopal de misiones y director diocesano de OMP de Madrid. Muy vinculado al mundo misionero, ha colaborado con las Misioneras de la Caridad como capellán y confesor, y ha tenido experiencias misioneras de verano con jóvenes en países como Etiopía, Cuba, Sierra Leona y República Dominicana, entre otros.
Tras conocer su nombramiento, el nuevo director de Obras Misionales Pontificias aseguró estar “muy contento de servir a la Iglesia para la que me ordené, y estoy muy contento de hacerlo a través de las misiones; creo que es una tarea preciosa y fundamental, importantísima en la vida de la Iglesia y en la vida de cada bautizado. Estoy muy contento de poder servir a la Iglesia como la Iglesia me pide servirla. Es verdad que el reto es muy grande, porque mi antecesor, don Anastasio Gil, ha dejado el listón muy alto y no puedo contar en este nuevo cargo ni con su ayuda, ni con su sabiduría. Pero con la gracia de Dios y la ayuda de todas las personas que trabajan en Obras Misionales Pontificias, espero hacer lo que la Iglesia espera de mí y servir a la evangelización, que es lo más importante que tiene la Iglesia ahora mismo”.