La pinacoteca cumple 200 años, casi todos los artistas con cuadros en él fueron creyentes
Ciencia y fe, realidades coincidentes en las obras de los grandes maestros del Museo del Prado
En 2019 se cumple el 200º aniversario de la apertura del Museo del Prado. Es una buena ocasión para descubrir cómo se dan cita la ciencia y la fe en la mejor pinacoteca del mundo, desde la que Madrid proyecta universalmente su nombre.
La inmensa mayoría de los artistas cuyas obras atesora el museo fueron fervientes creyentes. El fenómeno del ateísmo es extraordinariamente reciente y ha provocado que cada vez sean más los ateos que se hacen artistas, pero la práctica de las artes, en sí misma, no lleva a nadie a perder la fe. Esta primera reflexión pretende ayudar a caer en la cuenta de que el ateísmo acaba de llegar a la cultura, y buena prueba de ello es el Museo del Prado en su conjunto. Hay que añadir que esta efeméride de El Prado coincide con otras en la misma línea de conciliación entre ciencia y fe. Sí, porque también en 2019 se cumplen los 80 años de la fundación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Quienes pusieron en marcha el mayor organismo científico español de la actualidad fueron todos católicos practicantes.
Pero vamos con pintores católicos que plasmaron aspectos de la ciencia en sus obras.
En El Prado hay una buena colección de obras relacionadas con temas científicos que llevan en su título la palabra alegoría. Las alegorías son pinturas que pretenden dar forma a algo que no la tiene, como la ciencia. Este tipo de cuadros suele ser una excusa para realizar un gran despliegue de detallismo y clasificación, aun en pequeño tamaño, incluyendo aparatos científicos como telescopios, astrolabios, sextantes, brújulas, etc. Entre las más antiguas alegorías que El Prado atesora, destaca la Serie de los Cinco Sentidos (1617-1618), colección realizada por Jean Brueghel El Viejo (1568-1625) y Pedro Pablo Rubens (1577-1640). Consta de dos copias, La Vista y el Olfato y su pareja de idénticas medidas El gusto, el Oído y el Tacto, cuyos originales desaparecieron en un incendio. Rubens, hijo de una católica conversa y en vida afamado y exitoso pintor, profesó sin ambages la fe católica y recibió en 1625 el encargo de la infanta Isabel Clara Eugenia de veinte grandes tapices para el convento de las Descalzas Reales de Madrid, donde ella había pasado algunos periodos de tiempo durante su infancia y donde aún se conservan los tapices. Algunos de los modelos realizados por el pintor en preparación para este proyecto llegarían a Madrid años más tarde y se encuentran actualmente también en el Museo del Prado.
En La alegoría de la vista, entre la profusión de objetos representados, destacan los instrumentos relacionados con la astronomía y la geografía tales como el telescopio, sextantes, astrolabios, esfera armilar o esfera cartográfica, etc.
La alegoría de la vista, de Jan Brueghel el Viejo y Pedro Pablo Rubens, pintado hacia 1617.
También hay alegorías de quienes desarrollaron su carrera pictórica en Madrid, obras como Alegoría de las Artes y las Ciencias (óleo sobre lienzo, 1649), de Ignacio Raeth (1626-1666). En este caso se dan cita en el pintor arte y fe, que terminan plasmando la ciencia en su obra, dado que Raeth fue sacerdote jesuita de origen flamenco del que sólo se conoce su actividad pictórica en la capital de España.
Alegoría de las artes y las ciencias, de Ignacio Raeth, jesuita.
Destaca por su interés en el sentido de que no obstante la buena relación de la ciencia y la fe a lo largo de la historia en la Iglesia católica, en ella siempre se ha tenido claro que hay cosas más importantes, que no son otras que las precisamente relacionadas con Dios. En la alegoría Triunfo de la Eucaristía sobre la Filosofía, las Ciencias y la Naturaleza (óleo sobre tabla, siglo XVII) del católico pintor Pedro Pablo Rubens queda plasmada esta idea.
Rubens, Triunfo de la Eucaristía sobre la idolatría, 1628.
Otras alegorías sobre las artes y las ciencias son un buen número de esculturas que El Prado exhibe -ya que en sus comienzos fue Real Museo de Pintura y Escultura-, entre las que se encuentran el relieve de La Gramática (mármol, 1753-1761) de Gregorio Carnicero, que junto con otros fueron encargados para el Palacio Real de Madrid por fray Martín Sarmiento y aprobados por Felipe V en 1738. De manera indirecta, el encargo de la representación de esta singular rama de la ciencia la hizo alguien con fe, además de fraile.
La Gramática, relieve de Gregorio Carnicero.
En cuanto a las esculturas, la Medalla dedicada a Santiago Ramón y Cajal por la concesión del Premio Nobel de Medicina (1907, bronce) del valenciano Mariano Benlliure (1862-1947) fue idea del colegio de médicos de Madrid.
Pocos saben que Santiago Ramón y Cajal tenía fe. En 1895, con 43 años, ingresó en la Real Academia de Madrid y en su discurso de ingreso titulado Fundamentos racionales y condiciones técnicas de la investigación biológica dejó testimonio claro de sus ya afianzadas creencias al escribir, hablando de las cualidades morales que debe poseer el investigador: “Y a los que te dicen que la Ciencia apaga toda poesía... contéstales que... tú sustituyes otra mucho más grandiosa y sublime, que es la poesía de la verdad, la incomparable belleza de la obra de Dios y de las leyes eternas por Él establecidas. Él acierta exclusivamente a comprender algo de ese lenguaje misterioso que Dios ha escrito en los fenómenos de la Naturaleza; y a él solamente le ha sido dado desentrañar la maravillosa obra de la Creación para rendir a la Divinidad uno de los cultos más gratos y aceptos....”
El año 2019 ha sido declarado por Naciones Unidas como Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos. Son varias las pinturas dedicadas a la química, entre las que está Los gnomos alquimistas (óleo sobre lienzo, hacia 1912) de Luis Menéndez Pidal (1861-1932), afincado en Madrid, donde fallecería, que fue profesor de la Escuela Superior de Artes Industriales y de la de Artes y Oficios, catedrático de dibujo de la Escuela de Bellas Artes de Madrid y académico correspondiente de la de San Fernando, que tras acabar sus estudios de Derecho ingresó en la Escuela Superior de Pintura de Madrid y colaboró con la decoración de San Francisco El Grande de Madrid. La obra ha sido considerada una crítica al materialismo desde la experiencia cristiana del autor.
Los gnomos alquimistas, de Luis Menéndez Pidal.
En cuanto a cuadros referidos a los investigadores, encontramos Retrato de un médico (óleo sobre lienzo, 1582-1585) de El Greco (1541-1614), denominado así por llevar el personaje representado en el dedo pulgar un anillo, distintivo en la época de los galenos. Su mano derecha parece realizar un gesto de explicación. Están fuera de toda discusión las profundas convicciones religiosas de Domenico Theotocopuli.
Siguiendo con los retratos de personajes relacionados con la ciencia, esta vez hechos por una mujer, está Pietro Manna, médico de Cremona (óleo sobre lienzo, 1557), obra de la cremonesa Lucia Anguissola (1536-1565), tercera hija de Amilcare y Bianca Ponzone, y hermana de Sofonisba, Anna Maria, Minerva, Elena y Europa, todas ellas pintoras e instruidas en lengua latina y música en un ambiente eminentemente católico. Como su hermana y maestra Sofonisba, Lucia se especializó en el retrato. Este retrato, perteneciente a la corriente artística del manierismo italiano, que fue enviado al rey Felipe II por el padre de Lucia, sigue las convenciones de la pintura cremonesa; muestra una expresiva vivacidad en el retratado, cuya profesión es indicada por sus ropas y por el báculo de Asclepio.
Por último, hay que hacer referencia a un conjunto de obras en las que se dan cita la ciencia y el cristianismo por las escenas representadas, más allá de la fe de sus autores. De medicina y religión tratan San Lucas (temple sobre tabla, 1401-1435), del español Juan de Sevilla, pintor gótico, obra en la que retrata al apóstol médico y además pintor.
San Lucas, de Juan de Sevilla (1425-1450).
También está Milagros de los santos médicos Cosme y Damián (óleo sobre tabla, hacia 1510) de Fernando del Rincón, en la que el pintor plasma a estos gemelos que propagaron tanto la medicina como la fe.
También sobre la temática ciencia y fe son varios los dibujos en los que se representa la escena de Jesús en el templo discutiendo con los doctores de la Ley, obras tales como Jesús disputando con los doctores en el Templo (talla dulce: aguafuerte y buril sobre papel, 1793) de Josef Fischer, sobre obra original de Pedro de Ribera; El joven Jesús saliendo del Templo tras su discusión con los Doctores (pluma, preparado a lápiz, tinta parda, albayalde, aguada) de Giovanni Balducci o los anónimos Jesús ante los doctores (pluma, sanguina, aguada parda sobre papel agarbanzado), Cristo discutiendo con los doctores en el Templo y estudios de cabeza y figura (preparado a lápiz, tinta parda, aguada sobre papel amarillento) y Jesús entre los doctores (pluma, sanguina, aguada parda sobre papel agarbanzado...). Sobre el mismo tema, pero ya óleos, La disputa con los doctores en el Templo (óleo sobre lienzo, hacia 1560) de Paolo Veronés; Jesús disputando con los doctores (óleo sobre lienzo, 1686) del sevillano Juan de Valdés Leal Jesús entre los doctores (óleo sobre lienzo, hacia 1725), de Giovanni Paolo Pannini; y Disputa de Jesús con los Doctores en el Templo (óleo sobre lámina de cobre, siglo XVII) de Pieter Van Lint.
Jesús disputando con los doctores, de Juan Valdés Leal.
Sobre los doctores que tiene la Iglesia, Santo Doctor (sanguina, clarión sobre papel verjurado, agrisado) del madrileño José del Castillo (1737-1793) representa un anciano, sentado junto a una roca en la que se apoya un grueso volumen, suspende la escritura y alza la mano derecha con la pluma y la vista al cielo. Sobre la superioridad de la fe en relación a los honores académicos, San Juan de Mata renuncia al doctorado y lo acepta luego por inspiración divina (óleo sobre lienzo, 1634-1635), donde se representa al fundador de la Orden de la Santísima Trinidad de Redención de Cautivos; es obra del florentino Vicente Carducho (1576-1638) pintada para la iglesia del convento de la Trinidad Descalza en Madrid, donde fallecería.
San Juan de Mata renuncia al doctorado y lo acepta luego por inspiración divina, de Vicente Carducho.
Probablemente sean muchas más las obras que en El Prado puedan tener que ver con la ciencia y la fe, sobre todo de manera indirecta, pero en este artículo se ha dado cuenta de que la ciencia, como toda actividad humana, se ha visto reflejada en el arte al más alto nivel, sin haber resultado dicha relación excluyente de la fe. Ciencia, arte y fe también se dan la mano en el Museo del Prado.
Alfonso V. Carrascosa es investigador del CSIC.