Muere Manuel Elkin Patarroyo, padre de la vacuna contra la malaria: «Soy muy católico, muy creyente»
El investigador colombiano Manuel Elkin Patarroyo Murillo, profesor de la Universidad Nacional de Colombia y padre de la vacuna contra la malaria, falleció este jueves a los 78 años de edad.
Nacido en Ataco (Tolima) en 1946, era el mayor de once hermanos. En 1971 se doctoró en Medicina y Cirugía y posteriormente se especializó en Inmunología y Virología en Estados Unidos. Fue director del Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios de Bogotá y profesor asociado de la Universidad Rockefeller de Nueva York y de la Universidad de Estocolmo (Suecia).
Era uno de los científicos más celebrados de su país, donde era miembro de la Academia Nacional de Medicina y había recibido el Premio Nacional de Ciencias. En España había sido elegido en 1991 académico correspondiente extranjero de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y en 1994 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica por su gran descubrimiento.
La vacuna y las polémicas
En 1986 Patarroyo consiguió sintetizar su vacuna SPF66 (del inglés "Sinthetyc Plasmodium Falciparum"), una vacuna sintética que combinaba péptidos diseñados para estimular el sistema inmunológico contra el parásito Plasmodium falciparum, agente causal de la malaria.
Cedió la patente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) pensando que facilitaría su difusión sin atender a los beneficios económicos: "Fue un gesto de candor pensar que la OMS era un ente que era apolítico y lejos de las influencias economicistas", declaró en 2022 a Diario de Avisos, porque la OMS "la engavetó" para comercializar otra.
En 1990, la Academia Nobel de Suecia le concedió el Premio a la Excelencia en la Investigación, y en 2001 llegó a un acuerdo para realizar parte de sus investigaciones en la Universidad Pública de Navarra. En 2008 diseñó un nuevo diagnóstico temprano de cáncer de útero con sólo una gota sangre.
“Antes de que el país tuviera un marco legal y normativo para la oferta de posgrados, el doctor Patarroyo con la escuela del Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios de Bogotá formó generaciones de magísteres, doctores, investigadores y científicos en salud que hoy ocupan posiciones importantes en distintos centros de investigación en el mundo”, señaló Gabriela Delgado, decana de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional, en declaraciones a El Espectador tras su muerte.
Patarroyo recibió en alguna ocasión críticas de grupos animalistas por investigar con primates, algo que defendía por su utilidad para salvar vidas humanas. También fue polémico su posicionamiento sobre el covid, al discrepar de las autoridades globalistas que imponían medidas coercitivas que, según las conclusiones de la comisión del Congreso de Estados Unidos que estudió durante dos años dichas medidas, carecían de base científica.
Científico y hombre de fe
Patarroyo era una persona religiosa: "Sí, soy muy católico, muy creyente. Yo no comparto nada eso de que por ser científico hay que ser ateo. Eso es un mito absolutamente falso", respondió en 2022 a Jorge Berástegui en Diario de Avisos.
Diez años antes, en 2012, al presentar en Málaga el XI Foro Manos Unidas, ya había expresado con claridad su fe: "Vengo de una familia creyente, se lo debo a mis padres, y Dios juega mucho en mi vida. Cada día me encomiendo a Él y le pido sólo una cosa: 'Déjame entender como quieres que actúe'. Es todo lo que le pido y no aspiro a nada más. Mi madre decía que a los bobos se nos aparecía la Virgen, y yo tengo que decir que vivo de aparición en aparición. La gente me dice que yo tengo un entusiasmo contagioso, y he descubierto que 'entusiasmo' procede del griego 'llevar a Dios dentro'. Ciertamente estoy seguro de ello. A mí Él me ayuda muchísimo".
Y, según recogió Alfonso V. Carrascosa en Ecclesia, ofrecía un argumento proveniente de su condición de científico, pero engarzado con los argumentos racionales clásicos: "Cuando analizamos el núcleo de los átomos, y sabiendo o no el grado tan grande de incertidumbre que hay ahí, todo tan ordenadito, vuelve uno al primer principio filosófico de la teología, que es el orden universal: al gran Creador".