Benedicto XVI acierta: la ideología de género es deformadora
Para quienes observamos con considerable preocupación los distintos ataques iuspositivistas (alentados por ese relativismo intrínseco al proceso revolucionario) a la familia natural y el matrimonio, esta semana ha cobrado determinado interés, tanto para mal como para bien.
Este martes día 14, el Parlamento Europeo ha aprobado una resolución codificada como 2021/2679(RSP), cuyo título sugiere tener como objeto la consideración de lo relacionado con lo que se denomina como "los derechos de las personas LGBTIQ en la Unión Europea".
En el punto P del texto articulado, se desarrolla lo siguiente:
Considerando que no existen normas de la Unión relativas al reconocimiento mutuo de las sentencias sobre parentalidad entre los Estados miembros ni tampoco disposiciones de la Unión destinadas a resolver los conflictos a este respecto; que algunos Estados miembros no reconocen los matrimonios homosexuales celebrados en otros Estados miembros a ningún efecto jurídico nacional salvo el del permiso de residencia; que algunos Estados miembros que autorizan los matrimonios homosexuales muestran reticencias a reconocer las parejas de hecho homosexuales registradas en otros Estados miembros; que en algunos Estados miembros puede negarse a las parejas homosexuales con hijos a ser reconocidas legalmente como padres conjuntos de sus hijos(14); que a menudo se niega a los padres transgénero el reconocimiento de su género legal en otros Estados, lo que se traduce en que las autoridades fronterizas no los reconocen como padres de sus propios hijos.
A resumidas cuentas, se pretende obligar a los distintos Estados-miembro a avanzar en el desarrollo de la totalitaria agenda de género, procediendo a legalizar de facto lo que oficiamente se denomina "matrimonio entre las personas del mismo sexo". Esto afectaría a países como Polonia y Hungría, pero también a otros países del área central-oriental.
Ahora bien, la buena noticia es que aún hay quien da la razón a quienes estamos alineados con el recto criterio de la ley y el ordenamiento natural, muy a pesar de que la oleada revolucionaria pretende impregnar todos los ámbitos, ya sean de índole social, económica, educativa o espiritual, inter alia.
En el libro titulado La verdadera Europa: Identidad y misión, Benedicto XVI, anterior pontífice, ha hecho unas referencias muy claras a lo que, en verdad, deberíamos de llamar "homomonio" o "gaymonio". Citaremos algunas de ellas, que no necesariamente se ubican en los mismos párrafos, a continuación:
- «Hace cien años a todo el mundo le hubiera parecido absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy todo el que se oponga a él queda excomulgado socialmente»
- «[Hablamos de] una contradicción con todas las culturas de la humanidad que han seguido hasta ahora, y esto significa una revolución cultural que es opuesta a toda la tradición de la humanidad hasta hoy»
- «[En la sociedad actual] se pone en duda el hecho de que la existencia como hombre -en masculino y femenino- esté orientada a la procreación, y que la apertura a la transmisión de la vida determina la esencia de aquello que llamamos matrimonio»
Las hordas "progres", muy totalitarias ellas, y quienes están acomplejados ante esa crisis que no solo es económica y política, por todos los medios, han pretendido montar una polémica exagerada por las palabras de quien obedece al nombre secular de Joseph Ratzinger. Pero yo no comparto esta actitud, sino otra consideración a exponer.
La semántica matrimonial está en plena conformidad con el orden natural
Uno no relativiza su cosmovisión cristiana sobre el mundo que le rodea y el significado verdadero del orden natural, aunque eso no le impide entender que es posible llegar por fuerza espontánea y no coactiva a la Verdad con independencia de la fe religiosa que uno pueda tener.
En lo relacionado al matrimonio, es sencillo entender su etimología latina, en torno al término matrimonium. Este término tiene una doble composición cuya primera parte hace referencia a la madre. Asimismo, hay una evidente semejanza relacionada con el término matriz, que es sinónimo de un concepto biológico, fisiológico y orgánico.
Concretamente, ese concepto hace referencia a un órgano muscular que conocemos como "útero" y tiene el propósito de ser el punto del cuerpo humano de la hembra en el cual se desarrolla la gestación del nasciturus, tras la unión del gameto femenino (óvulo) y del gameto masculino (espermatozoide).
De igual modo, por matriz podemos hacer referencia al punto de origen de algo que no necesariamente tenga que ser natural y biológico mientras que, en álgebra lineal, permiten definir los coeficientes de las ecuaciones lineales (normalmente hablamos de matrices bidimensionales).
La ingeniería social lo deforma todo, sin duda
Ya he manifestado en ocasiones que la ingeniería social no es una especialidad que se encargue de resolver determinados problemas de la vida real mediante la aplicación de varios conceptos teóricos de otras disciplinas científicas (Informática, Matemáticas, Biología, Física, Química, Astronomía...).
Su objetivo es ejercer una planificación centralizada sobre las mentes, mediante la coacción, la represión, el adoctrinamiento y la manipulación, mediante herramientas de poder político que son fruto de la modernidad, con la intención de articular una "verdad oficial", de establecer una nueva cosmovisión desde arriba, ideada desde "laboratorios".
La ideología de género sería algo plenamente irreal e inalcanzable si no existiese un ente progresivamente problemático y expansivo, que ejerce el monopolio exclusivo de la violencia y puede ser denominado como Estado moderno (obedeciendo a las acepciones de Álvaro de D'Ors y Daniel Rodríguez Carreiro, hablaríamos de Estado sin más).
A su vez, ha sido el Derecho Civil, un fruto del afrancesamiento napoleónico que usurpó competencias a cuerpos intermedios como el eclesiástico las competencias matrimoniales. Sí, del mismo modo que a medida que ha ido labrándose el "Estado del Bienestar" se ha contribuido a anular más a las familias y comunidades, a estrangular a la sociedad.
Esto podría no ser tan relevante en cuanto a exposición conceptual, pero en la actual sistemática, dominada por el relativismo y el positivismo, impera la noción según la cual todo lo que es legal o reconocido no negativamente por el Estado viene a ser legítimo en todos los aspectos (no hace falta limitarse a tipos penales).
Así pues, se puede dar a entender que el homomonio es algo legítimo (no olvidemos que se corre el mismo riesgo en cuanto al momento en el que se puede considerar que un ser humano tiene vida o en la definición del sexo biológico de la persona ante lo que no deja de ser un trastorno mental que se denomina "disforia de género").
Pero sabemos que según estudios médicos como el "informe Rekers", esos contraórdenes basados en las "familias LGTB" son inviables en el plano emocional y psicosocial, igual que, salvo excepciones, no deja de ser cierto que las parejas homosexuales suelen ser más promiscuas y menos estables.
En cualquier caso, no hace falta remitirse a ninguna encíclica, sino entender la Biología sin más, de cara a buscar explicaciones a un orden natural de creación divina. Hombre y mujer desarrollan roles complementarios, existiendo una especie de plan basado en la procreación, de cara a un florecimiento social que requiere de familias fuertes, estables y libres.
No olvidemos tampoco que bajo ningún concepto le interesa a la progresía, que no deja de representar, en cualquiera de sus modalidades, el socialismo (engendro pecaminoso y revolucionario), que existan familias fuertes, sino enfrentar a ambos sexos (filosofía marxista) y causa confusiones que desemboquen en una quiebra de la antropología cristiana.
Si dos personas que tienen el mismo sexo se aprecian demasiado y quieren sellar un pacto sobre sus bienes materiales, de cara a lo que es consecuencia del reconocimiento del derecho a la propiedad, pueden acordarlo libremente, del mismo modo que pueden ser socios fundadores de una pequeña empresa, sin tergiversar conceptos ni atacar instituciones naturales.
Con lo cual, ya finalizando, creo que las declaraciones de Benedicto XVI han sido más que acertadas, correctas y precisas en un sentido quirúrgico. El orden natural está en peligro por culpa del proceso totalitario y revolucionario, y encima se utilizan rehenes ideológicos, de modo que los homosexuales críticos con esto son demonizados y estigmatizados.