Asesinado por ser demasiado católico.
Asesinado por ser demasiado católico el promotor de la Consagración de Murcia al Corazón de Jesús
por Juan García Inza
Francisco Martínez García: periodista, jurista, alcalde y mártir de 1936
Un miliciano confesó: «Había que matarle, porque había pruebas de que era muy católico»
De este ilustre personaje de la historia de Murcia, publicó en ForumLibertas una semblanza Concepción Vicario Martín. ¿Es pura casualidad que, coincidiendo con la fecha en que va a tener lugar un acto en honor del promotor de la Consagración de Murcia al sagrado Corazón, se haya pedido la retirada de la imagen de Jesucristo que corona el Monticulo de Monteagudo?
La autora del artículo en ForumLibertas dice:
Hay toda una generación europea de periodistas y comunicadores cristianos asesinados por los totalitarismos de los años 30 y 40. Personajes como Titus Brandsma (sacerdote carmelita y periodista), Maximiliano Kolbe (patrón de los publicistas), Nikolauss Gross (periodista, sindicalista y padre de familia) y Odoardo Focherini (periodista que escondió judíos) van siendo reconocidos en sus países (Holanda, Polonia, Alemania, Italia).
En España destaca la figura de Francisco Martínez García. Como Herrera Oria, fue político, periodista, hombre público. Alcalde de Murcia, director de "La Verdad", abogado preocupado por la justicia social, padre de familia, guarda similitudes con Nikolauss Gross en Alemania.
En el 2000 se abrió su proceso de canonización en la Santa Sede. Es curioso saber que Francisco Martínez es el abuelo materno de José Enrique Serrano Martínez, jefe del gabinete de Presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, y considerado uno de los "cerebros" de su gobierno.
Reproducimos un semblante que sobre Francisco Martínez García escribe María Martínez López en el interesante semanario católico "Alfa y Omega" ( www.alfayomega.es )
Francisco Martínez García era «el padre que deseo para las personas a las que más pueda querer», asegura su hija María Francisca, que tenía once años cuando él fue fusilado por milicianos republicanos, a la salida de Tribaldos (Cuenca).
Lo describe como alguien «bueno, cariñoso, cercano, preocupado por todo lo nuestro, incluidos los detalles más mínimos», y guarda en el recuerdo «las conversaciones con él de cosas pequeñas, pero que enseñaban para toda la vida».
A María Francisca, que hoy pertenece a la Institución Teresiana, le han llegado los testimonios de la defensa de la fe que su padre siempre hizo. Uno de los más señalados fue en la Universidad Central, donde estudiaba Derecho y Filosofía y Letras.
El profesor masón
La cátedra de Historia -lo narra don León Chicote, postulador de la Causa de canonización- la ocupaba un alto cargo de la masonería española. Al negar en una de sus explicaciones la existencia de Dios y del alma, Francisco se levantó y replicó: «Querido profesor, aquí venimos a aprender Historia, no Religión». Después, brevemente, le rebatió. El catedrático sólo supo decirle que «tenía cara de haber estudiado con frailes», a lo que Francisco respondió: «A mucha honra». Después de este ejemplo, otros compañeros se levantaron a apoyarle.
Años después -cuenta María Francisca-, su padre no pudo ocupar la cátedra de Filosofía en el Instituto de Murcia, hasta que dejó de estar en el tribunal un miembro que le había prometido: «Mientras no seas de los nuestros, no serás catedrático».
Pero, sobre todo, su hija pequeña lo recuerda como un trabajador incansable. Desde los 14 años, se levantaba muy pronto para trabajar e ir a Misa a primera hora. Sólo así se puede entender la variada actividad que desarrolló en sus 46 años de vida: periodista, profesor, alcalde y -durante unos pocos meses- político. No desperdiciaba ninguna forma de defender la fe, ya fuera como propagandista católico o en la Adoración Nocturna.
Llevó el alcantarillado a Murcia
En tan sólo dos años como alcalde de Murcia, entre 1926 y 1928, llevó el alcantarillado y el agua corriente a la ciudad, subió los sueldos de los empleados del Ayuntamiento, que consideraba ínfimos, y se preocupó por la construcción de una nueva cárcel, pues conocía las pésimas condiciones en las que vivían los presos. También se mostraba muy orgulloso de que durante su mandato se hubiera entronizado al Sagrado Corazón de Jesús en la diócesis, y coronado a la Virgen de la Fuensanta.
Muchos más años (de 1919 a 1931) duró su labor como director del periódico La Verdad, de Murcia, perteneciente a la Editorial Católica. En sus páginas publicó numerosos artículos, centrados muchos de ellos en la falta de consideración que se tenía a los obreros, y en la necesidad de unos salarios dignos, vacaciones, y de descanso los domingos.
Pero, poco a poco, otro tema empezó a ser para él causa de preocupación: la persecución religiosa. En su instituto, se ofreció a seguir enseñando Religión a los alumnos que quisieran, al prohibir el Gobierno de la Segunda República esta asignatura.
Al ver que la situación de España y de la religión empeoraba, ante las elecciones de 1936 se sintió en la obligación de comprometerse más en política.
«Estudió a fondo los programas de los partidos -explica su hija María Francisca- y se decidió por la Comunión Tradicionalista. Pero no le persiguieron por ello, sino porque era, de forma manifiesta y activa, un defensor de la fe». Así se lo dijo después de su muerte un miliciano a una hermana de María Francisca: «No había más remedio que matarlo, porque había pruebas de que era muy católico».
Una figura importante
«Un importante periodista católico, y alcalde de la ciudad de Murcia; muy cristiano y muy espiritual» son los rasgos que don Rafael Ortega, Presidente de la rama española de la Unión Católica Internacional de Periodistas (UCIP), destaca de Francisco Martínez, sobre quien está escribiendo una biografía. Su faceta periodística y política coinciden -subraya- en la defensa que, desde ambas, hizo de la justicia social y de la doctrina social de la Iglesia.
«Servidor de ustedes»
La familia estaba de vacaciones en Tribaldos (Cuenca). El 5 de agosto, Francisco Martínez vio cómo un camión de milicianos empezaba a rodear la casa. Hizo salir a su mujer y sus hijas, y esperó. «Servidor de ustedes», contestó a los milicianos que preguntaban por él. Después de registrar la casa, él y una empleada fueron llevados a la iglesia, usada como cárcel. La empleada contó después cómo, durante las cinco horas que duró su cautiverio, Francisco permaneció en oración en los primeros bancos. Sólo interrumpió su oración para consolar y animar a los demás, que estaban atrás, nerviosos y asustados. «Nunca he estado tan preparada para morir», afirmaba la empleada. A las nueve de la noche, los hombres fueron fusilados a la salida del pueblo. Al exhumar el cadáver de Francisco, encontraron el rosario entre sus dedos.
Monumento al Corazón de Jesús en Monteagudo (Murcia)
Pueden ver el artículo en:
http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=8409
Este gran hombre se merece el homenaje que Murcia le quiere hacer. Y deseamos verlo pronto en los altares, ya que en Cuenca se inició el proceso de su canonización pero en Murcia se forjó su personalidad católica.
Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com