La conversión de Azaña
La conversión de Azaña
por Juan García Inza
Recordamos todos lo del Bus Ateo. La Conferencia Episcopal publicó entonces una nota comentando esa iniciativa que no dudó en calificar de blasfema. Algunos piensan visceralmente que a Dios hay que eliminarlo urgentemente porque es un “aguafiestas”. Consideran que los creyentes somos víctimas de nuestras supersticiones, propia de mentes débiles. Pues entonces somos muchos los afectados por este “fenómeno”, hasta el punto de dar la vida por lo que creemos. Jesucristo fue el primero.
Sentimos mucho que piensen así de nosotros, pero tenemos que defender la Verdad, y exigimos respeto máximo a Dios y a nuestra Religión. Es, por otro lado, un deber democrático. Detrás de ciertas ideologías se esconde un feroz totalitarismo, y esto ya no es ni siquiera humano. Los cristianos de todos los tiempos hemos convivido con personas y regímenes de múltiples colores, y ha habido paz y progreso en la medida que se ha observado la educación y el respeto. En el caso contrario es la misma sociedad la que sale perdiendo. A Dios no lo podemos matar.
Pero estos valientes guerrilleros del ateísmo beligerante, saben a quién pueden plantar cara sin excesivos riesgos. La misma nota de la Conferencia Episcopal afirmaba: Sabemos de sobra que nadie hubiese permitido un lema publicitario formulado en los siguientes términos: "Probablemente Alá no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida". Es evidente que estas blasfemias que se lanzan en Occidente, son un abuso de los principios de respeto y tolerancia sembrados por el cristianismo. Pero, sin embargo, no nos avergonzamos del Evangelio; y deseamos ser seguidores de aquellas palabras de Jesús que nos piden "guardar la espada" (cfr. Jn 18, 11); al mismo tiempo que responder con la misma firmeza y serenidad con que Cristo se dirigió al soldado que le abofeteaba: "Si he hablado mal, dime en qué. Pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?" (Jn 18, 23).
En España circula el anticlericalismo por las venas de muchos. Viene bien conocer el testimonio de aquel famoso político español que fue Manuel Azaña, el que pronunció en una sesión parlamentaria la célebre frase: España ha dejado de ser católica. Al final de su vida se reconcilio con Dios y con la Iglesia. Cuenta el obispo Pierre Marie Theas, que le asistió en su grave enfermedad en el exilio: La noche del 3 de Noviembre , delante de sus médicos españoles, de sus antiguos colaboradores y de la señora de Azaña le di la extremaunción y la indulgencia plenaria al moribundo, en plena lucidez… El presidente Azaña tenía una fe real… Tenía los ojos húmedos por las lágrimas cuando tomó el crucifijo, que arrebató de mis manos y se lo llevó a los labios, besándolo amorosamente tres veces y diciendo cada una de ellas, “Jesús, piedad, misericordia”… Respondió en latín a las oraciones de la Extremaunción y rezó el “Confiteor”. Se asoció a las oraciones que yo le sugería… Recibió de buen grado el sacramento de la Penitencia.
Y así murió arrepentido un anticlerical destacado, que “eliminó” solemnemente la Religión Católica en una sesión histórica del Parlamento Español. Pero que esta misma Iglesia estaba viva para acompañarle a la hora de la muerte. Muchos ateos modernos no conocen este detalle de su vida, pero es bueno que se sepa que en el alma de cada ateo siempre hay un rincón en donde puede entrar Dios en el momento menos pensado. El perdón no se le niega a nadie. Por cualquier rendija se cuela la luz de la fe. Y es para bien.
Juan García Inza
Comentarios