Un año para que la Iglesia en España se espabile
Un año para que la Iglesia en España se espabile
por Juan García Inza
En esta nuestra página se nos ofrece un panorama bastante sombrío sobre la religiosidad de Holanda. Se introduce la información con entradilla bastante elocuente: “Holanda es un país en el que hoy el 41% de la población declara no tener ninguna creencia religiosa y el 58% no sabe ya qué es la Navidad. Una Iglesia en la que hay dominicos y jesuitas que teorizan y ponen en práctica Misas sin sacerdocio ni sacramento cristiano, en las que los presentes son los que «consagran» colectivamente, alrededor de «una mesa abierta también a gente de diferentes tradiciones religiosas».
Estos datos me han hecho reflexionar sobre nuestra querida España, en otro tiempo católica, y hoy sumergida en una nebulosa gris, en donde parece haber entrado en crisis, en bastantes sectores, la fe y la esperanza. Y lo que más me llama la atención del problema de Holanda es la actitud de ciertos religiosos (dominicos y jesuitas) que, con postulados y prácticas erráticas, han sembrado de sal el campo de la Iglesia, adueñándose de la “finca”, como ocurriera en la parábola de los viñadores homicidas. Montando una iglesia a su gusto, que nada tiene que ver con la Iglesia Católica.
No me gusta hablar mal de nadie, y menos de sacar a relucir los trapos sucios de nuestra familia eclesial, pero ya se encargan los medios de comunicación de exponer nuestras miserias en la plaza pública, dejando a la intemperie a comunidades de creyentes fieles que, si culpa propia, reciben desprecios y burlas de los descreídos que circulan por la vía pública con su etiqueta de agnósticos y ateos.
¿Quien tiene la culpa de esta situación de aparente repliegue en los cuarteles de invierno, de un cristianismo aguado y atrincherado? El demonio, sin duda. Pero el demonio se está valiendo, como en Holanda, de hombres y mujeres de iglesia, de teólogos sin fe, de apologetas del secularismo, de sociatas con piel de ovejas, y de lobos disfrazados de abuelita de Caperucita, pero dispuestos a comerse a quien sea.
Creo que en este año sacerdotal todos los clérigos, seculares y regulares, a la luz del Evangelio y de la doctrina más reciente de la Iglesia, debemos hacer un profundo y humilde examen, y preguntarnos: -¿A quien estoy sirviendo? ¿En nombre de quien hablo? ¿Qué es lo que pretendo? ¿Cómo negocio el talento que Dios me ha prestado? ¿Qué estoy haciendo con mi carisma…?
Aunque sea lamentable, pero hay que denunciar, en nombre de la Iglesia de Jesucristo, la siembra perversa de opiniones elevadas a la categoría de “dogmas” por parte de quienes deberíamos ofrecer certeza, verdades contundentes, seguridades indiscutibles, doctrina seria sin fisuras… No podemos embarcar a los fieles en una nave a la deriva, sin agarraderas seguras, a merced del viento que sople.
Me duele que un P. Jesuita (el P. Masiá) en un periódico de Murcia lance a los cuatro vientos sus teorías muy discordantes con la fe y la tradición cristiana. No entiendo que una monja benedictina de Montserrat divulgue sus excentricidades sobre el aborto. Me resulta extraño que Mons. Uriarte no hable claro a favor del Obispo Munilla que le sucede en la sede de San Sebastián. En este mismo caso es escandalosa la postura de los curas donostiarras que anteponen su ideología separatista a la cristiana unidad y catolicidad que deben profesar y enseñar. Es desconcertante que se siga aconsejando a los fieles la lectura del Jesús de Pagola, o de la obras de Leonardo Boff, por ejemplo…
Los Obispos deben hablar todos muy claro y atajar los abusos. El “buenismo” se lo dejaremos a algunos políticos. El médico cura si llega al fondo y origen de la enfermedad. Y hablando de Obispos debo felicitarles por el excelente documento dirigido a todos los sacerdotes, y lamentar que ese mismo documento no esté ya en manos de todos para estudiarlo, meditarlo y comentarlo en este Año Sacerdotal.
Confío que no nos pase en España lo que está ocurriendo en Holanda. ¿Escarmentaremos alguna vez en cabeza ajena? Creo que todavía estamos a tiempo. A veces no hay más remedio que optar por lo “políticamente incorrecto”.
Juan García Inza
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